23. Un Mundo de Gabrieles

2K 267 14
                                    

Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza

Sigmund Freud

Tener que olvidar algo que tan siquiera ha empezado, duele incluso más que una historia con principio y final.

Mirándome en el espejo, paso la mano por mis facciones. Mis labios. Mi nariz. Mis cejas. Quizás no sea lo suficientemente guapa para que Gabriel sienta algo por mí. O quizás sea culpa de mi personalidad.

¿Cuántas veces me ha dicho Roberto que tengo demasiado carácter? ¿Cuántas veces me ha dicho que hablo demasiado? Roberto lo aguantaba, pero... ¿Lo hará alguien más? Puede que a Gabriel le canse que no me calle porque a él tampoco le gusta demasiado hablar o puede que que esté en el suelo cada dos por tres, le parezca demasiado, ¿quién quiere vivir con una persona que rompe todo lo que toca a su paso?

Como hace ya algún tiempo que no hacía, aparto la cara del espejo sin querer mirarme siquiera para no romper a llorar.

–Karma, date prisa. Damián está esperando y tengo que terminar de maquillarme. –Dice Vilma al otro lado de la puerta. Suspiro y rodeo mi cuerpo con la toalla blanca que el hotel nos ha proporcionado. –¿Puedes dejarme un vestido o algo? Todo lo que me he traído ha sido para el viaje y no para salir de fiesta.

–Busca en mi maleta, no creo que salga.

–¿Qué? ¡No! Tienes que venir.

–Vilma, no tienes 15 años para que tenga que acompañarte a tus citas. –Murmuro rebuscando en mi maleta para coger ropa interior limpia.

–¿Qué te hace pensar que quiero que vengas para acompañarme a una cita? Quiero disfrutar de una noche con mi mejor amiga, pasarlo bien y beber mojitos. –La puerta de la habitación se abre y aparece Gabriel con una camisa blanca metida por unos chinos grises. Tanto Vilma como yo nos quedamos mirándolo casi con la boca abierta. Ese conjunto le queda de miedo y siento que en estos momentos es puro pecado, un pecado que cometería todas las veces que me fuese posible... Por él, ahora mismo, no solo mordería la manzana prohibida, sino que me la comería entera. Él, al vernos mirarlo fijamente, frunce el ceño. Yo tengo que cerrar los ojos y coger aire para no lanzarme a su cuello y desabrochar los botones de su camisa.–¿Vendrás entonces, Karma?

–¿Estás pensando no ir? –Pregunta Gabriel entre decepcionado y molesto.

–Solo ha sido un momento, ahora mismo me visto. –Respondo buscando el vestido rojo de vuelo que me compré hace menos de una semana como terapia, ¿cómo no voy a salir de fiesta teniendo una a Gabriel vestido de esa forma? Saco un vestido azul oscuro de palabra de honor y se lo tiro a Vilma. –Este te quedará bien.

Ella me dedica una amplia sonrisa y se mete en el baño corriendo para cambiarse de ropa. Mis ojos viajan hasta Gabriel, que está apoyado en la pared mirando su móvil.  Jamás pensé que una camisa blanca pudiese tener tanto sexappeal... Aunque, sin duda, tengo dos fetiches: las camisas con pantalones chinos y las cazadoras de cuero con vaqueros pitillo.

–¿Sigues buscando piso? –Pregunta sin quitar los ojos de su teléfono y consiguiendo que salga de mi mundo en el que le imagino sobre una moto con su chupa de cuero y menos mal, porque no le pega nada.

–Sí, aunque con mi móvil hecho trizas, se ha complicado la búsqueda este fin de semana, ¿por qué?

–Aunque verte todos los días sea un suplicio... Mi vecino se va a mudar.

–¿Tienes fotos de la casa? ¿Precios? –Pregunto levantándome del suelo con la ropa que tengo que ponerme en las manos. Él da la vuelta a su pantalla para enseñarme la casa: dos habitaciones, una cocina enorme como la suya, salón espacioso y un precio que me hace abrir la boca de par en par. –¡No te creo! ¡Dile a tu vecino que me alegro de que se vaya de su casa! –Grito saltando de la emoción y dándole un abrazo. Entonces, mi toalla se cae al suelo. Abro los ojos de par en par y corriendo, la subo.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora