Tenía esperanzas, Dios me alimentó de ellas y bueno, has acabado por decepcionarme.
El diablo se viste de Prada.
El corazón acelerado. La respiración entrecortada. Ganas de salir corriendo, esconderme en un bosque perdido y no volver a salir de allí, pero tengo que hacerlo; tengo que enfrentarme a la realidad a pesar de que sea mucho más fácil intentar ignorarla.
Llamo a la puerta, jugueteando con un mechón rizado de la parte delantera de mi pelo, esperando a que Roberto abra. No tarda mucho en hacerlo apareciendo con su pijama cutre lleno de bolitas y sus grandes ojeras.
–Karma...
–Vengo a por mis cosas. –Digo pasando sin decirle nada e intentando esquivar su mirada.
–Como viniste a por Ramón cuando no estaba.
–No iba a dejarle contigo. –Admito sin mirarle todavía y con los ojos llenos de lágrimas. Cojo varios libros de la estantería y Roberto me agarra el brazo para que le mire.
–Para. Vamos a hablar.
–¿Qué quieres hablar, Roberto?
–No te voy a mentir diciendo que yo no quiero estar contigo, porque no es así. Me parece una tontería el motivo por el que lo hemos dejado, ¿por qué no lo dejas atrás y vuelves?
–¿Una tontería? ¿Estás diciendo que algo que me molesta es una tontería? Lo que es una tontería es tu comportamiento.
–Es que no creo que hiciese nada mal. Si buscas consuelo en mí, no lo vas a encontrar, los problemas los vas a seguir teniendo te diga yo algo o no. Lo tienes que solucionar tú sola.
–Mira, cállate, por favor. –Digo tapándome los oídos. –¿De verdad te piensas que tienes razón?
–No es eso, simplemente creo que no es motivo para que me dejes.
–Si mi pareja no me consuela cuando estoy mal, ¿para qué tengo una pareja? La que se supone que tiene que estar ahí para cuando la necesites –Pregunto cruzándome de brazos –. Además, eso ha sido la gota que colmó el vaso. No aguanto más contigo. No aguanto tus celos que supuestamente no son, no aguanto tu pasotismo respecto a nuestra relación, no aguanto que pongas a todo el mundo antes que a mí y no aguanto que no sepas tratarme como me merezco.
–Puedo cambiar. –Asegura cuando me doy la vuelta para seguir recogiendo.
–¿Que puedes qué? –Pregunto riéndome y con los ojos llenos de lágrimas. –Tú no sabes qué es cambiar, tú no sabes qué es hacer algo porque a tu pareja le hace feliz, tú no sabes lo que es intentar ser mejor porque te pesa tanto el ego que crees que lo haces todo bien.
–¿Esa es la imagen que tienes de mí?
–No es imagen, no vayas de víctima y de que no has roto un plato en tu vida porque llevas comportándote así tres años. –Susurro intentando que no se me rompa la voz.
–¿Pues sabes qué? ¡Vete! ¡Muy bien! Pero te digo que nadie va a aguantar lo que he aguantado yo contigo, con el carácter que tienes...
Según dice eso, se me encoge el pecho, ¿y si es verdad que nadie va a aguantarme? ¿Y si es verdad que tengo demasiado carácter? ¿Y si nadie vuelve a quererme como me quiere él? Quizás me quede sola el resto de mi vida... Y me asusto, incluso me pienso volver con él porque él me ha querido estos tres años.
Entonces, en una milésima de segundo, mi cabeza conecta y se da cuenta de lo que está intentando hacer: manipularme, menospreciarme para que sigamos juntos haciéndome creer que es lo mejor para mí y eso, eso consigue cabrearme mucho más.
–¿Pues sabes una cosa, Roberto? Prefiero morirme sola a seguir con una persona que tiene que "aguantarme". –Gruño cerca de su cara, sin caer rendida a esos ojos azules que tantas y tantas veces me habían vuelto loca. –Ahora, vamos a repartir los muebles.
Tras varias horas de gritos que no pienso relatar porque no merecen la pena, terminamos por repartir todo lo que compramos juntos, que por suerte, no fue mucho ya que el piso estaba casi totalmente amueblado. Bruno ha venido a ayudarme a coger las cosas y sacarlas de allí mientras que Roberto le miraba con cara de asco. Sé qué es lo que estaba pensando, no es que sea un cristal opaco y no me hace falta decir que seguramente, lo que pasaba por su cabeza es que me estaba acostando con él. Es verdad que siempre ha estado celoso de Bruno a pesar de que le haya repetido mil y una veces que no es más que mi mejor amigo, aunque, teniendo en cuenta lo guapo que es, el cuerpazo que tiene y lo bien que me trata, entiendo sus celos; yo también los tendría si no supiera tratar a mi pareja lo suficientemente bien como para que se quedara conmigo.
–¿Dónde los vamos a dejar? –Pregunta señalando el camión de mudanzas de su padre.
–No lo sé... Hasta que no encuentre una nueva casa... –Suspiro tocándome el pelo, sentándome en el escalón de mi antiguo portal, agotada por la discusión y por la limpieza que acabo de hacer... Pensaba que iba a tener que ir más de una vez, pero las ganas de no volver a ver su cara, me han ayudado para seguir adelante y terminarlo todo hoy.
–Seguro que a mi padre no le importa quedárselo una temporada en el almacén. Te adora.
–Basta que se entere de eso Emma para que los queme. –Suspiro pasándome las manos por el pelo. Bruno me mira, hace una mueca y se sienta a mi lado cogiendo mi mano y entrelazando nuestros dedos para darme apoyo.
–¿Qué os pasa? Antes os llevabais bien y de pronto... Te tira una tarta en mi cumpleaños, te deja en ridículo delante de todos... No sé, jamás he visto comportarse a mi hermana así.
–¿Estás dando a entender que es mi culpa? –Pregunto frunciendo el ceño.
–¿Qué? No, no... Nada de eso, simplemente quiero saber qué os pasa...
–Se cree que me gusta Gabriel. –Admito mirando al frente, pensando en como mi relación con Emma ha ido decayendo poco a poco. –Y ella se ha obsesionado. Ve cosas donde no las hay y... Bueno, el otro día hubo un pequeño malentendido. Emma se estaba disculpando y llegó Gabriel diciendo que me había dejado algo en su casa... Entiendo que se pensara lo que no es.
–Pensaba que lo de Gabriel había sido algo pasajero... En fin, no hay quien entienda a Emma. Además, él no está interesado en ella para nada. –Dice riéndose entre dientes al pensar en su nuevo amigo. –De hecho, dudo que esté interesado en ninguna chica de la empresa: él va allí a trabajar, me lo ha dejado claro varias veces.
Al escuchar ese comentario, trago saliva y, podría mentir, pero una pequeña bola se forma en mi tripa, una bola de angustia. No entiendo la razón, no sé tan siquiera si quiero saberla, pero me molesta que tan siquiera pueda querer algo conmigo... Aunque sea un mete-saca, ¿no le parecía guapa?
–Sí... La verdad es que no le veo yo muy... Seductor. –Admito riéndome para disimular que me ha molestado el comentario. –Aún así... Me duele que tu hermana esté así conmigo.
–Ya se le pasará. Siempre te ha tenido un poco de envidia, eso ya lo sabes.
–¿Envidia? ¿A mí? –Pregunto juntando mis cejas y mirando a Bruno. Él se levanta y me ofrece la mano para que yo haga lo mismo.
–Joder, desde que empezamos a ser amigos y vio que te quería tanto. –Explica pasando una mano por encima de mi hombro. Da un beso en mi cabeza y me dedica una amplia sonrisa. –Pero... ¿Cómo no iba a quererte, Karma? Si eres increíble.
–¿Estás usando tus trucos para ligar conmigo? –Pregunto mirándole con la cara arrugada.
–Sería un gilipollas si te tratase como a las demás, Karma... Contigo no lo haría así. –Responde muy serio, mirándome directamente. Después, carraspea y vuelve a dibujar esa espléndida sonrisa tan habitual en su rostro. –¿Vamos a tomar algo para celebrar que te has librado de Roberto para siempre?
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Que No Te Pille El Karma
ChickLit[COMPLETA] Karma pensaba que su vida estaba resulta: trabajo estable, pareja estable, una gran cantidad de amigos... Pero todo eso, no es sinónimo de felicidad. Por eso, cuando llega Gabriel y descubre lo que despierta en su interior, se da cuenta...