La felicidad siempre está más cerca de lo que imaginamos aunque la busquemos lejos.
Francesc Miralles y Álex Roviera, El Laberinto de la Felicidad.
–¿Es que no hay ni un solo piso decente en Barcelona? –Pregunto cerrando la pantalla de mi portátil, exasperada.
–Es una señal para que vivas conmigo para siempre. –Bromea Bruno mientras se cepilla los dientes. –Por cierto, ¿no tendrías que estar yendo a la estación ya?
Miro el reloj de pared y me doy un golpe en la cabeza. Llevo varios días buscando piso y me tiene tan absorta la pantalla, que hasta Bruno me ha tenido que recordar que enía que comer. Varias veces. Si he hecho la maleta, es por pura casualidad.
–Me pongo una camiseta y te llevo, pero... ¿En serio pretendes llevar esa cara? –Pregunta riéndose. Cojo un cojín y se lo tiro con fuerza, pero él se mete en el pasillo esquivándolo. Entonces, veo mi reflejo en la televisión apagada... No me asusto porque me reconozco, pero, JODER. Puede que Bruno tenga algo de razón... O toda.
En la estación, maleta en mano, mirando páginas de pisos por internet en Barcelona, espero a Gabriel y a Vilma. Sí. Esperar. A pesar de haber llegado con el tiempo pegado al culo, ¿es que acaso la gente no sabe lo que es la puntualidad? Una mano llega tocando mis costillas y el móvil se me cae al suelo de pantalla del susto. Me quedo mirándolo en el suelo, quieta, rezando por dentro.
–¿Cómo eres tan torpe? No sé qué voy a hacer contigo...–Pregunta Gabriel cogiéndolo. Le da la vuelta y lo mira. –Espero que estuviera así antes.
Al enseñarlo, veo la pantalla completamente rota, al igual que mi corazón. Cojo mi móvil de las manos de ese sucio plebeyo intentando no ponerme a llorar. No tiene ni dos meses...
–No te merecías un final así. Te quiero. De verdad que lo hago. –Digo pasando la mano por la pantalla. Con un cacho del cristal que está roto, me corto el dedo que llevo a mi boca instantáneamente. –Au.
–Es una señal del destino; quiere que no lleves el móvil al viaje, que te pierdas en el bosque y que un leñador huraño te secuestre y no puedas comunicarte con el mundo mientras te corta las extremidades poco a poco para dar de comer a sus perros.
–¿Por qué siento que hoy voy a tener una pesadilla? –Pregunto tragando saliva. –¿De verdad que la frase más larga que has dicho en tu vida tenía que ser esa?
–Hoy me he despertado con ganas de hablar. –Responde colocándose el asa de su mochila de deporte donde, supongo, habrá guardado todo lo del viaje. –¿Dónde está mi mejor amiga?
–No lo sé... Tiene que estar a punto de llegar. –Miro mi móvil, intentando ver entre los rayones si tengo algún mensaje suyo con gran dificultad.
–Veo a Edna Moda cargada hasta arriba a lo lejos.
–Que no te escuche llamarla así jamás si aprecias tu vida –Susurro antes de que llegue. Doy un beso en su mejila y ella deja su equipaje a mis pies, tirándolo de mala manera.
–Esto es estresante. –Gruñe quitándose las gafas para secarse el sudor con un pañuelo que lleva en la mano. –Odio viajar.
–Pues odiálo cuando estemos en el AVE montadas. –Digo caminando hacia el lugar que me ha indicado el de seguridad. Al entregar los billetes en la taquilla, entramos y nos sentamos en unos asientos de cuatro. Gabriel se sienta a mi lado y Vilma, que tiene la mirada perdida, se sienta en el de delante.
Tras unos segundos, un hombre alto, de ojos verdes y pelo castaño, se sienta en el asiento libre. Me dedica una sonrisa de cortesía mientras coloca su equipaje en el estante de arriba y después, mira a Vilma que está absorta, con sus ojos en la ventana, perdidos en la estación, como si lo que hubiera fuera del tren fuese lo más interesante del mundo.
Le doy una patada a mi amiga para que mire al pedazo de hombre que se va a sentar a su lado durante todo el viaje, pero solo me dedica una mirada de odio, se coloca su almohada de viaje y cierra los ojos para seguir durmiendo.
¿Será imbécil? No me lo puedo creer.
Ruedo los ojos y saco el libro que me estoy leyendo: Ojalá Estuvieras Aquí de Francesc Miralles, esperando que Daniel, el protagonista, consiga que deje de pensar en todo lo que me preocupa durante unos segundos. Además, puede que lo esté usando un poco de autoayuda ya que él también acaba de salir de una relación... Quizás debería hacer como él, largarme de aquí y hacer un viaje espiritual, alejarme de todas las personas que me recuerdan a Roberto y cuando esté con las pilas cargadas, volver.
Volviendo a la realidad, miro de nuevo al hombretón sentado al lado de mi amiga. Si pudiera, le tiraría mi móvil a la cabeza para que se diese cuenta de que está perdiendo una gran oportunidad de establecer una conversación con un hombre como él, ¿no era ella la que decía que quería un hombre guapo? En fin, si mi pobre móvil no hubiera sufrido tanto hoy, lo lanzaría contra su cabeza de chorlito sin dudarlo ni un segundo.
–No puedes poner condiciones para amarme, no es justo porque mi amor es incondicional. –Dice Gabriel mirando la tapa de mi libro.
–Menos mal que ya he llegado a esa parte porque sino pensaría que estás intentando ligar conmigo. –Contesto con una sonrisa de oreja a oreja, al recordar el día del metro.
–¿Yo? ¿Ligar contigo? –Pregunta riéndose mientras se acomoda en el asiento. –Siento decirte que esto no es ficción, Karma, es la realidad, aunque cueste creerse que un ser tan perfecto y carismático como yo exista.
–Siento decepcionante y tener que bajar tu ego de las nubes, pero si esto fuera ficción, tú serias mucho más guapo. Y fuerte. Y alto.
–Y solo nos darían una habitación en el hotel, tendríamos que dormir juntos y ahí descubrirías que estás enamorada de mí. Aunque tu amor no sería correspondido porque que yo esté enamorado de ti es tan surrealista que no ocurriría ni en los libros.
–Que sepas que me ha dolido y que es mentira. Me amas en secreto y hueles todas las noches la almohada con la que dormí el día que me quedé en tu casa. –Le reprocho alzando la cabeza mientras admiro su chato perfil. Tiene los ojos cerrados, seguramente intentando dormir y desprende la tranquilidad que lleva consigo a todas partes... Al escuchar eso, tan siquiera se inmuta, solo se queda en silencio, pero siento que tengo que decir algo más, que tento algo pendiente que decirle. –Por cierto... Muchas gracias por haberme defendido el otro día.
–No me parece bien que diga algo así delante de todos y menos en un entorno laboral. –Responde abriendo un ojo, mirándome sin siquiera moverse un milímetro.
–Aún así... Nadie más lo hizo, solo tú y bueno, supongo que lo valoro.
–¿Ves como tenemos que dormir juntos en la misma habitación para que te des cuenta de que estás enamorada de mí? –Bromea colocándose en el asiento para poder apoyar su cabeza en mi hombro. Coge mi mano y la pone encima de su cabeza. –Como compensación, puedes hacerme cosquillas.
–¿Qué te pasa? Primero dices más de tres palabras seguidas y ahora te apoyas en mí para dormir, rompiendo la barrera de tu espacio personal, ¿tienes fiebre?
–No.
–Vuelve a responder con monosílabos, ¡le hemos recuperado!
–Ssssshhh, hay algunos que queremos dormir. –Susurra moviendo su cabeza para acomodarse del todo. Una sonrisa tonta se dibuja en mis labios al verle tan tranquilo sobre mi hombro. Abro el libro por donde me quedé la última vez aunque la postura sea un poco incómoda y comienzo a hacerle cosquillas enredando mis dedos en su pelo desordenado. Una extraña sensación de comodidad se apodera de mí, como si viajar así con él fuese lo más común en nosotros, como si tenerle tan cerca no me acelerase el corazón. Vuelvo a mirarle. Su rostro está completamente sereno y parece tan accesible... Escucho como suelta un suspiro entre sus labios que se relame con la punta de la lengua. No puedo evitar llevar mis dedos y acariciar su moflete, esperando que se aparte o que abra los ojos para fulminarme con la mirada por sobrepasar la raya, pero no es así, de hecho, incluso acerca más su cara a mi mano para que juguetee con su piel. Sin duda, podría acostumbrarme a ello.
Buenos días, tardes o lo que sea!!
Gabriel no puede dejar de tener más cara que espalda ni un día...
Nos leemos!
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Que No Te Pille El Karma
ChickLit[COMPLETA] Karma pensaba que su vida estaba resulta: trabajo estable, pareja estable, una gran cantidad de amigos... Pero todo eso, no es sinónimo de felicidad. Por eso, cuando llega Gabriel y descubre lo que despierta en su interior, se da cuenta...