12. Como Una Reina

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Tal vez lo que estás perdiendo te está salvando de perderte.

Zab g. Andrade.

Un olor a tostadas provoca que me levante de la cama. No es que haya dormido del todo bien, o haya dormido en general, pero he conseguido desconectar del mundo durante... Una hora a lo mejor. Y no, no es porque lo haya dejado con Roberto, es porque me daba miedo que la cama se volviera a cerrar y muriese entre los colchones. Bueno y puede que por Roberto un poco también.

Mirándome en el reflejo de la televisión, descubro que tengo unos pelos que parezco sacada de una película de terror. Me peino como puedo haciéndome una coleta y voy al baño al fondo a la derecha. Mi cara en su desastre, tengo más ojeras que nunca, los ojos hinchados y rojos y restos de rímel por la cara. Abriendo el grifo, intento mejorar este arte... Abstracto que tengo como rostro mojándola con agua fría sin muchos resultados.

Con un poco de vergüenza, entro en la cocina donde Gabriel se prepara el desayuno. Lo observo mientras se hace un ccaf y suelta un sonoro bostezo. Intento no reírme por la torpeza de sus movimientos en la cocina, pero cuando va a echar el café en un vaso y se le cae, no puedo aguantar más y suelto una carcajada.

–Y luego la torpe soy yo... –Digo metiéndome en la cocina y sentándome en el taburete, como la otra noche. Él abre el grifo y se empieza a echar agua en la mano.

–¿Tengo que recordarte que estás en mi casa?

–Tranquilo, ahora me iré en busca de un hotel. O llamaré a Bruno.

–Te ofrecería que te quedaras aquí unos días pero me gusta tener intimidad. Y que no se rían de mí.

–Es difícil no reírse de ti.

–Acabas de quedarte sin desayuno.

–¡No! Que el desayuno es la parte más importante del día... –Le digo poniendo cara de cachorrito. Él saca un vaso más además del bote de Colacao. –¿Cómo sabes lo que desayuno?

–¿Por qué te crees que bebo del vaso de Vilma y no del tuyo? Sé que no bebes café. –Admite apoyándose en la encimera. –¿Leche fría o caliente?

–Caliente, pero no te preocupes, me hago yo el...

–Ssshhhh. –Me chista poniéndose el dedo en la boca y alejando el vaso de mis manos. Se da la vuelta y comienza a hacerme el desayuno. Una sonrisa se dibuja en mi rostro y agacho la cabeza para que no la vea... Si cuento esto en la oficina, seguramente no me creería ni Dios. –¿Mermelada de melocotón?

–Sí, por favor.

Cuando termina su muestra de Máster Chef, los dos juntos desayunamos en la isla de la cocina en silencio y disfrutando de la comida.

–Muchas gracias por todo. –Le digo sin mirarle directamente, vergonzosa y con el disgusto todavía en el pecho.

–No quiero que pienses que lo hago porque eres mi amiga ni nada por el estilo, pero... Aunque hubiese sido gracioso verte dormir en el coche, tengo un sofá-cama que no uso.

–Pero tampoco nos conocemos tanto, no tenías por que hacerlo.

–Espero que el Karma me lo recompense. –Dice levantándose para meter su vaso en el lavavajillas.

–Bueno, el Karma no sé, pero Karma Solans quizás pueda encontrar la forma de que te quedes en la empresa... No es porque te lo creas demasiado, pero trabajas bien y encima me has acogido en una de las peores noches de mi vida, tienes puntos de sobra para que apueste por ti.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora