25. ¿Quién es tu Papi?

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La curiosidad es un impulso humano que oscila entre lo grosero y lo sublime.

José María Eça de Queirós. 

Jamás pensé que la emoción podría correr de esta forma por mis venas al escuchar a Elena llamar a Lost BCN por el micrófono para recoger el premio. Todos aplaudieron y yo estuve a punto de dar un discurso pero bueno, no eran los Goya y yo no iba a catar nada de ese dinero.

Y tras esa gran noticia y la celebración con una botella de champán por parte del hotel, aquí estamos, de vuelta a la rutina, volviendo a Barcelona en el AVE donde Vilma mira sumida en sus pensamientos el paisaje, aunque ahora entiendo el motivo y Gabriel vuelve a babearme el hombro. Al parecer, algunas cosas nunca cambian.

–¿Echarás de menos a Damián? –Pregunto casi en un susurro a Vilma para no despertar a Gabriel.

–Quizás. Ha sido un gran amante.

–Y... ¿No tienes nada que contarme? Últimamente no hablamos mucho y... Bueno... No quiero que nuestra relación se pierda, eres una de mis mejores amigas.

–No, nada.

–Vilma, ¿sabes que ayer cogí tus pantalones? ¿De tu maleta? –Pregunto levantando una ceja. Ella frunce el ceño sin entender nada. –Vi el... –Compruebo que Gabriel sigue durmiendo con la boca abierta. –Test.

Su rostro se vuelve aún más blanco de lo que estaba y comienza a frotarse las manos con nerviosismo sin mirarme a los ojos.

–Karma... Lo siento por no habértelo contado pero sabes que me gusta tenerlo todo planeado y controlado y esto no entraba dentro de mis planes... No sé ni cómo ha podido pasar.

–Pero... ¿Es de Damián?

–Primero. Tengo el test desde antes de conocerle. Segundo. ¿Qué hacías en las clases de biología? No me ha dado tiempo a dudar de si estoy embarazada de él, burra.

–¡Yo que sé! –Me "justifico" levantando el brazo para hacer un gesto de 'me importa un bledo' y haciendo que la cabeza de Gabriel se caiga sobre mis piernas por el movimiento. Él se levanta con el rostro completamente serio.

–¿Qué haces? –Gruñe entre dientes frotándose los ojos.

–Lo siento, la emoción.

–No sirves ni para hacer de almohada... –Susurra doblando su sudadera y poniéndola en el cristal para seguir durmiendo. Ruedo los ojos. Encima que le dejo dormir sobre mi hombro...

–No lo parecía cuando roncabas en mi oído. –Gruño más para mí que para él, aún así, abre los ojos de par en par para mirarme. Yo aparto mi mirada de él apoyando mi cabeza en mi mano mirando el pasillo del AVE como si fuese lo más fascinante de este mundo. Vuelvo a notar un peso sobre mi hombro. –¿No decías que no era buena almohada?

–Sssshhh.

Tras un rato en el que Gabriel se vuelve a quedar completamente dormido (que facilidad tiene el tío), miro a mi mejor amiga. Ella intenta esquivar mis ojos, hacer como si nada, hasta que le doy una patada para que me haga caso, ¿en serio se piensa que va a librar de mí de una forma tan cutre?

–¿Qué quieres ahora? –Pregunta frunciendo el ceño.

–Sabes cuál va a ser la pregunta, ¿verdad? Vilma Flores, ¿quién es el padre?

Ella se me queda mirando con cara de cachorrito a través de sus gafas, esperando darme pena o algo por el estilo cuando sabe que algo que nos une es la curiosidad que mató al gato.

–Bueno, puede que haya algo que no te haya contado...

–Qué suerte que tengamos todo un viaje por delante para que lo hagas. –Digo fingiendo una sonrisa inocente y pestañeando con dulzura. Ella mira a Gabriel para comprobar si sigue en su sexto sueño y resopla al comprobar que sí entrelazando sus dedos, sabiendo lo que viene ahora.

–¿Te acuerdas del cumpleaños de Bruno? Me fijé en Blas... El rubio... Guapo... Amigo de... Esa cosa que tienes en el hombro.

–¡No! ¡Y no me lo contaste! ¡Me siento traicionanda! –Grito en un susurro para que no se entere medio tren. Parece contradictorio pero os juro que se puede hacer.

–Cuando volví a la fiesta me preguntó por ti y empezamos a hablar largo y tendido. Resultó ser bastante interesante a pesar de que me pareciese un poco tonto al principio... Y aquí viene la razón por la que no te lo conté. –Admite poniéndose roja y echándose hacia atrás en el asiento cubriéndose con los brazos. –Lo hicimos en la encimera de Bruno.

–¿Dónde hacemos la comida los dos ahora que YO vivo con él? –Pregunto poniendo una cara de asco digna de cuadro. –Qué bien... He he hecho comida con aroma a culo de Vilma...

–¡Fue inesperado! Pensé que no quería nada conmigo o eso es lo que dio a entender al principio...

–Un momento... ¿Y no te tomaste la píldora del día después?

–¡Claro que lo hice, cerebro de chorlito! Pero, ¿a que no sabes tampoco que no es 100% eficaz?

–¿Qué? ¿No es 100% eficaz? –Pregunto tocándome la tripa y tragando saliva de la simple idea de que un bebé se hubiera podido engendrar en mis tripas. –No me digas eso. Mi yo adolescente tuvo que tomarla un par de veces.

–Tuviste suerte... En cambio... Yo llevo una semana de retraso. –Responde pasándose la mano por su lacio pelo. –No sé qué hacer, Karma... No sé si quiero ser madre soltera porque evidentemente Blas no entra dentro de mis planes.

–No puedo decirte lo que tienes que hacer y lo que no. Es una decisión que tienes que tomar tú sola y creo que ya eres mayor para decidir. Hay muchas madres solteras en el mundo, mi madre es un ejemplo. Si quieres seguir adelante, si tu corazón te dice que lo hagas, pues eso, ¡adelante! Nos tienes a Bruno y a mí a tu lado para ayudarte con lo que sea, hasta para hacer de mamá cuando tú no tengas ganas, pero tienes que ser muy consciente de que va a ser duro sacar a un hijo sola.

–Es que... Me sentiría tan mal abortando... –Murmura tocándose la tripa.

–¿Mal? ¿Por qué? No ha pasado ni un mes, lo que tienes ahí no es un bebé, es un conjunto de células, suena fuerte, es cierto, pero no quita que no sea una reliadad. Esa clase de biología sí que atendí, increíble, ¿verdad? –Bromeo haciendo que una sonrisa triste se dibuje en sus labios.

–Lo sé y puede que sea una tontería pero aún así, me sentiría mal. Yo apoyo que la gente lo haga, si no quieren ser madres, ¿quién soy yo para obligarlas? Nosotras parimos, nosotras decidimos. Pero mi moral no me dejaría hacerlo, me quedaría con un vacío para el resto de mi vida.

–Entonces... Si no quieres... Recemos para que no haya nada en tu útero.

–¡Eh! Reza igual, no me gustaría tener un hijo que no haya entrado en mis planes. –Gruñe cruzándose de brazos e inchando los mofletes en un gesto infantil.

–Lo siento, doña Controladora... Cuando llegue a casa, pondré una vela, ¿de acuerdo?

Ella me dedica una sonrisa y asiente efusivamente. El AVE justo se para y yo tengo que dar un codazo en el costado a Gabriel para que se levante sobresaltado sin, posiblemente, saber quién es. No me extraña, tendría que estar por su quinto sueño...

Cojo mi maleta y la de Vilma por precaución: las embarazadas no pueden coger peso, cosa que me agradece con una caricia disimulada de la que solo yo soy consciente. Me coloco para salir detrás de una mujer que lleva a un niño de la mano cuando escucho a Gabriel por detrás.

–Yo que te he conseguido un piso... Y así me lo pagas.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora