8. Quien No Apoya No Folla

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El placer es la única cosa sobre la que merece hacer una teoría

Oscar Wilde

Alcohol por arriba. Alcohol por abajo y yo... Intento manteneme en pie sin caerme hacia ningún lado.

Estar borracho significa estar riéndote por la más mínima tontería, hablar por los codos y abrazar a todo aquello que tenga pulso. O a los árboles. Cuando estás borracho los árboles son muy abrazables.

Encima de la mesa bajita del salón, con la cerveza Shcawrz München en mano, bailo al son de Todo de Pereza.

Todo, todo, todo, todo, 
yo quiero contigo todo. 
Poco, muy poco a poco, poco, 
que venga la magia y estemos 
solos, solos, solos, solos, 
yo quiero contigo solo.

Todos me aplauden entre risas por mí concierto, incluso Bruno se une a bailar conmigo con su pelo rubio recogido en un moño bajo. Él también bebe de la cerveza sin dejar de moverse. Entrelazamos nuestros brazos y le damos un trago bajo las risas de la gente que se encuentra allí.

Al acabar la canción, voy a bajar de encima de la mesa pero no piso bien (porque, evidentemente no veo el suelo) y estoy a punto de meterme el leñazo de mi vida pero por suerte, Gabriel tiene Buenos reflejos y termina cogiéndome con sus delgaduchos brazos.

–¡Eres mi salvador, Gab! ¡Te debo la vida! –Grito dándole un beso en la mejilla. Su reacción es poner una cara de asco, como si en vez de tocarle yo, le hubiese tocado una mierda, ¡si hasta me baja de sus brazos lo más rápido que puede! –¡Eh! ¡No me pongas esa cara, sieso!

–No pienso volver a salvarte si mi recompensa va a ser esa. –Dice con sus ojos del color de la Coca-Cola fijos en los míos.

–¿No decías que era guapa y con buen cuerpo?

–Eso no significa que me caigas bien.

–¡Te caigo bien! –Grito señalándolo con el dedo y con el ceño fruncido.

–Pobre inocente. –Se carcajea. Le mato con la mirada pero él me la aguanta haciendo que mi corazón se acelere, ¿por qué se me acelera el corazón por tener sus ojos clavados en mí? Seguro que es a causa de las cervezas de más que llevo en el cuerpo. Durante segundos, jugamos al denominado 'serio' pero como siempre, pierdo porque no puedo evitar reirme y menos con la tasa de alcohol que llevo en sangre.

De pronto, la música se para acompañada de las luces y Emma entra en la sala con un tarta con dos velas que señalan los 34 años de mi amigo. Todos cantamos al unísono el Cumpleaños Feliz y Bruno sopla las velas con los ojos cerrados bajo los flashes de quienes le han grabado en vídeo. Todos aplaudimos y Emma comienza a cortar la enorme tarta para darnos un cacho a cada uno.

Voy a intentar moverme hacia donde las están entregando, me muero de hambre, pero el alcohol hace sus efectos y me tambaleo cogiendo a Gabriel de su delgado brazo. Él me da un golpe en la mano para que le suelte mirándome fijamente aunque puedo ver un atisbo de sonrisa en sus carnosos labios que disimula muy bien, aunque con el tiempo que pasamos juntos, comienzo a descifrar su gesto que normalmente parece impasivo pero que en realidad, enseña más de lo que a él le gustaría.

Un plato con tarta de chocolate aparece en mi campo de visión. Miro a Emma, que me dedica una mirada de odio al ver que estoy agarrada al brazo de Gabriel.

–No es lo que... –Antes de que acabe, el plato con la tarta acaba en mi cara. –Parece.

Empiezo a reírme, llevo el índice a la cara y haciendo el contorno de mi barbilla, me lleno el dedo de chocolate para probarla.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora