27. Nuevas Amistades

1.9K 256 8
                                    

Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo importante

El Principito

Ya ha pasado una semana desde que me nombraron jefa y bueno, Ignasi no se tomó demasiado bien la noticia de que iba a ser despedido... Formateó todos los ordenadores de la empresa que pudo y no la quemó porque Gabriel le descubrió en el baño con las cerillas. Tuvo que sacarle a rastras de allí, por suerte para mi compañero, mi antiguo jefe tampoco es que sea muy grande, sino, no sé qué habría sido de él, posiblemente habría muerto quemado. Vilma cuando se enteró, se puso a llorar y estando completamente de acuerdo con Bruno, es la escena más extraña que he presenciado jamás, quitando a mi antiguo jefe intentando quemar la empresa, claro. Evidentemente, el test de embarazo dio positivo.

Ahora, solo me queda instalarme en mi nuevo piso. Sí. Estoy intentando evitar hablar de Gabriel, por si no se había notado.

Desde que volvimos, está mucho más distante que antes (si es que eso era posible). No sé si Emma tiene algo que ver en todo esto, pero tampoco voy a averiguarlo: tengo mucho por delante como una mudanza y un nuevo puesto en el que tengo que darlo todo para demostrar que valgo.

En la tienda de muebles que está cerca de mi nueva casa, intento decidir qué color en la pared le quedaría mejor a mi nuevo y precioso sofá con cheslong marrón arena: gris o beige. Es una decisión de lo más complicada y nadie podía acompañarme por distintos asuntos: Bruno se tenía que probar un nuevo campeón que han sacado en el LOL y Vilma que llorar mientras come helado de chocolate. Sí. Desde luego no son excusas muy buenas pero tampoco me importa demasiado, mirar muebles me relaja.

-¿Dormitorio? -Pregunta una chica a mi lado que ojea la revista de la tienda en la sección de los baños, que está justo detrás de donde nos encontramos ahora mismo.

-Salón.

-Entonces beige. Es un color acogedor, como tiene que ser un salón por si recibes una visita. -Explica estirando su mano con una sonrisa dulce. -Sandra, decoradora de interiores.

-Karma, decoradora de su casa y católica en estos momentos para rezar que no me cobres por ese consejo.

Una carcajada sale de la boca de la chica, que se echa su corta y rubia melena hacia atrás apretando mi mano de forma profesional.

-¿Podría cobrarte con tu número de teléfono? No es que esté intentando ligar contigo ni nada por el estilo, es que acabo de mudarme a Barcelona y la gente de mi trabajo es... Bueno... Demasiado snob para mi gusto; es lo que tiene trabajar en este sector.

-¿Y por qué no me ayudas a escoger las cosas para mi nuevo piso como nueva amiga y con el punto de vista de una diseñadora de interiores? -Pregunto dedicándole una sonrisa mientras apunto el código del bote de color beige en la lista de papel que me han dado en la entrada para que después, el camión del padre de Bruno, venga a por las cosas y las lleve a mi nueva casa.

-Solo si me ayudas tú a mí también con mi apartamento.

-No creo que tú necesites ayuda.

-Creéme, soy la persona más indecisa del mundo.

Conociéndonos poco a poco con nuestra plática, Sandra y yo vamos escogiendo cosas para mi nueva casa y para la suya. Ella quiere darle un toque más sofisticado y yo quiero darle uno, como decirlo... Más personal. Tras pedir el encargo, decidimos ir a tomar algo en un bar cerca de allí. Yo, como siempre, me pido un Trina de limón mientras que ella se pide una cerveza.

-¿Y qué te ha traído a Barcelona aparte de su indudable belleza? -Pregunto probando una de las aceitunas que nos han puesto como tapa.

-Antes vivía en un pequeño pueblo. Allí no había mucho trabajo de lo mío y empecé a echar currículums fuera de él. Una empresa de Barcelona me llamó y... Pues aquí estoy.

-¿Y todos todos en tu trabajo son unos snobs? A ver, decorador de interiores me recuerda un poco a la típica persona con un pañuelo de seda en el cuello que da palmadas para que hagan las cosas más rápido, pero desde luego, tú no te pareces en nada a ese estereotipo.

-No todos... Mi jefa es bastante agradable, pero no pasa mucho tiempo allí, así que... La cúspide de mi vida social en Barcelona ha sido hoy contigo. -Admite riéndose un poco mientras le da un trago a su cerveza.

-Me alegro de haberte dado buenas vibraciones como para que te acerques a mí aunque tengo que advertirte de que también desprendo mala suerte. Además, tengo un imán para que me pasen cosas extrañas. Si seguimos hablando, ya lo verás. -Explico dando un trago de mi vaso cuando el chico que estaba detrás de mí jugando al billar, me da con el taco en la cabeza logrando que me eche todo el líquido amarillo por mi jersey rojo. -¿Lo ves?

-Lo siento, de verdad. No he controlado el palo y... Joder, soy muy torpe. -Se disculpa una y otra vez, con un gesto de terror en su cara.

-No podremos perdonarte al no ser que te eches lo que queda en el vaso por encima. -Suelta Sandra completamente seria hasta que una sonrisa traviesa al ver el rostro blanco del chico se dibuja en su cara. -A mí me gusta quedarme con la gente y ver las caras que ponen. Es mi pasatiempo favorito. -Dice llevando sus ojos marrones hasta mí. Durante unos segundos, nos mantenemos las miradas en silencio para acto seguido soltar una carcajada. Con servilletas, intento secarme un poco mi jersey sin dejar de reírme y después, nos levantamos para jugar un billar con los chicos que han resultado ser bastante simpáticos.

-¿Y hay algún señor o señora de Karma? -Pregunta Sandra dando a la bola blanca que choca con la verde lisa y entra en un agujero.

-Hasta hace poco sí, pero creo que me merezco algo mejor, ¿y qué hay de ti?

-Voy y vengo con un chico... Me gusta mucho pero no somos capaces de mantener nuestro barco a flote. Yo sé que él me quiere, pero chocamos tanto...

-Quizás no sea para ti. -Admito dejando a uno de los chicos, Carles, sitio para que tire, ya que tras su segundo tiro, Sandra falla.

-Me da igual que no sea para mí porque mi corazón es suyo y he probado a estar con otros chicos, conocerlos, pero ninguno me hace sentir como me hace sentir él. -Contesta soltando un largo suspiro. Yo pongo una mueca al recordar que yo pensaba lo mismo de Roberto y digo pensaba porque fue así hasta que apareció Gabriel.

-Eso es porque quizás no hayas conocido al que de verdad te haga feliz, al que de verdad te llene y con el que tengas tu barco viento en popa.

-¿Hablas por experiencia propia?

-Tal vez. -El otro chico, el que me ha tirado el Trina encima, hace que la bola blanca recorra toda la mesa sin tocar ni una bola. -Dos tiros para mí, eso ha sido el Karma por tirarme el vaso.

-O que soy muy malo.

-También influye. -Bromeo manejando mi taco intentando encontrar el ángulo perfecto. Escucho cómo se ríe a mi lado.

-¿Eso que habla por ti es el rencor? Porque esperaba poder conseguir una cita contigo. -Dice agachándose para poner su cara cerca de la mía. Le miro de reojo, vuelvo a centrar mi vista en el taco y doy a la bola blanca fallando, como siempre, en mi tiro. Llevo mis ojos a Sandra que habla con Carles animada, como si no estuviera pensando en ese chico del que me acaba hablar pues se podría decir que incluso que está tonteando un poco.

-A pesar de que me hayas hecho fallar un tiro... Te concederé esa cita con la condición de que mi amiga venga. Y Carles también.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora