Ya es tiempo

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Esta historia no tiene un inicio como tal ya que data de tiempos pasados en donde la fantasía y lo místico tiene lugar y sería una falacia indicar una fecha o lugar preciso, pero cuenta la leyenda de un lugar en donde el inmenso cielo azul predomina por encima de las escasas nubes blancas mismas que dejan pasar los rayos de la luz del sol sobre una extensa planicie de diferentes tonalidades verdes, en ella se encuentra una pequeña cabaña con paredes de piedra y un techo elaborado con troncos y cortezas de árboles bien sujetos, a lo lejos se pueden apreciar algunas montañas coronadas con una gruesa capa de blanca nieve.

En la cabaña habita una familia humilde, Everard el hombre de la casa, fuerte, maduro de cabello al hombro entrecano de unos cuarenta y cinco años de edad quien fuera esposo de Beatrice, su amada mujer de piel tersa y clara, cabello oscuro hasta la cintura y unos hipnotizantes ojos negros; En la cabaña también viven sus dos hijas y un hijo varón, Amice la hija mayor de alrededor de diez y seis años de edad de carácter fuerte y dominante con cabello rizado claro que hace juego con el color café de sus ojos y una hermosa sonrisa entre-torcida, Eda la segunda hija de tan solo dos años menor que Amice tiene un carácter dócil y sumiso que, al igual que su madre, tiene unos profundos ojos negros los que cubre con su oscura melena desaliñada, Aland el travieso y ágil hijo menor de la familia cuenta con tan solo doce años de edad, quien juega corriendo lo más rápido posible por los alrededores dando saltos y tumbos para sentir el viento en su cara y que su oscuro y lacio cabello baile al ritmo de sus movimientos.

Cómo todas las mañanas las actividades diarias se hacen presentes al canto del gallo despertador, Everard es el primero en salir de cama no sin antes darle un beso de buenos días a su esposa Beatrice, después sale a preparar su pequeña y destartalada pero funcional carreta que es jalada por un viejo caballo; Beatrice se encarga de levantar a sus tres hijos y, mientras ellos reaccionan ella prepara el desayuno para todos.

Amice es la primera de los tres en levantarse, se cepilla el cabello y se lava un poco la cara, pero al ver que sus hermanos hacen caso omiso al llamado de su madre ella los tumba de sus camas...

— ¡Eda, Aland vamos levántense ya!, ¡Les habla nuestra madre! — Les grita Amice con voz fuerte y dominante.

Con voz dormilona Eda responde diciendo: — "Ya voy..., tengo sueño..."

Aland haciéndose el dormido no respondió al llamado de su hermana a lo que Amice tomó un cojín viejo y parchado y lo arrojó a la cabeza de su hermano, Aland respondió y le arrojó de vuelta el cojín iniciando a una "guerra de cojines" que duró unos minutos dando pie a que Eda también se involucrara en el juego.

— ¡Niños el desayuno ya está servido! — Les manda llamar Beatrice mientras que sus hijos juguetean con el cojín.

Ya todos juntos y mientras desayunan en una mesa de madera agrietada con platos y vasos de barro un poco desfigurados, Everard aprovechó para darles algunas indicaciones a sus hijos.

— Amice ve al pequeño granero y consigue algunos granos de maíz y frijol, después ve al gallinero y busca una gallina y haz lo que ya sabes para preparar la comida, Eda ayuda a tu madre en los quehaceres de la casa y en lo que ella te pida — Les dice su padre.

— ¿Y yo padre? — Preguntó Aland.

Everard le respondió con una sonrisa: — "¡Y tú... tú no te metas en problemas!"

Cómo todos los días, Everard se despidió de Beatrice y de cada uno de sus hijos y salió de casa, tomó su caballo con su carreta y se dispuso para ir a recolectar agua a un pequeño río que se encontraba a algunas horas al norte no muy lejos de su propiedad, aprovechó también para llevar su arco y algunas flechas para ver si tenía suerte en cazar algún animal y dar así alimento a su familia.

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora