El guerrero novato

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Mientras la confusión se creaba en la pequeña morada de Percival, a trote lento pero confiable, Alcides y sus mercenarios se alejan de las grutas de Tokan, por varios kilómetros seguían las huellas del ya occiso Ladislao quien en vida saliera de la villa de Bathar.

— Alcides, ¿No crees que a este paso llegaremos en tres semanas a Bathar? — Preguntó Damon.

— Supongo. — Contestó Alcides.

— Deberíamos de acelerar el paso para llegar antes y ganar tiempo y así apuramos la búsqueda del chico. — Insistió.

Sin hacer tanto caso Alcides solo contestó: — Sí... deberíamos.

— Entonces, ¿Que estamos esperando?, ¿Por qué vamos tan lento?

El bien parecido de la ballesta Dalibor intervino diciendo: — Deberías apreciar la vista que ofrece la naturaleza Damon.

Completamente de acuerdo Rocco agregó: — Si, entre más lento vayamos más tiempo de vida tienes.

— Vamos, lo que digo es que entre más rápido terminemos con eso de la profecía y todo, es mejor para nosotros. — Les responde Damon.

— En eso tienes razón. — Dijo Rocco. — Podemos terminar con esto tan rápido como queramos, ¿No es así Alcides?

— Así es, pero ¿Cuál es la prisa? — Le contestó Alcides. — Se han puesto a pensar... ¿sí en verdad es real lo de la profecía?

— ¿Cuál Profecía? — Preguntó Renae.

— Eso nadie lo sabe. — Respondió Rocco refiriéndose a la pregunta de Alcides.

— ¿Y si la espada aparece? — Preguntó Alcides. — ¿Y si en realidad los medallones tienen poderes mágicos?

— ¿Cuál Profecía? — Insistió Renae.

Ignorando a Renae Dalibor les dijo: — En sí la espada ya es un problema... ahora imaginen la espada y los medallones juntos... ese si sería un gran problema.

— Eso jamás sucederá porque uno de los demonios se llevó a una de las hijas de Everard y no creo que alguien quiera ir por ese medallón. — Dijo Damon mientras todos trotan en sus caballos.

— Vamos ¿Cuál Profecía? — Desesperado insiste Renae.

— ¿Acaso tu mamá no te dormía con los cuentos de la profecía? — Incrédulo preguntó Dalibor a Renae.

— No, de hecho no recuerdo haber tenido madre.

— Estoy de acuerdo... — Le dijo Rocco — Preguntas demasiado... ¡En eso sí que no tienes madre! — Replicó entre risas y con un tono sarcástico y burlón.

— ¿Entonces? — Preguntó de nuevo Renae.

— Dalibor...

— Si Alcides...

Haciendo alusión a la interrogante de Renae, Alcides le dijo: — Vamos, ilústranos con esa leyenda...

— ¿Justo ahora? — Preguntó Dalibor.

Haciendo mención a las palabas de Damon, Alcides le contestó: — Cómo dijo Damon... "A este paso llegaremos en tres semanas a Bathar", creo que tenemos tiempo suficiente... ¿No lo crees?

— Pues si tú lo pides...

Acomodando su ballesta de dos flechas, Dalibor comenzó a relatar a sus compañeros la historia de la espada negra.

— Hace mil años hubo una gran guerra, una guerra donde todos los reinos se pelearon unos con otros, pero solo cuatro reyes decidieron no participar y dejar sus tierras para salir y buscar otros lugares alejados de resto de los hombres para poder vivir en paz, la raza humana pudo haber llegado a su fin a manos del despiadado Dios Negro solo porque un hombre robó una espada que le pertenecía, uno de esos cuatro reinos, "El de Abuliot claro", fue quien robó esa espada.

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora