El título otorgado

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Una vez que Margery y Amice pasaron los mares de Niiveth para llegar a la costa, las llevaron a los calabozos del castillo junto con los tripulantes del Xinjeia, con el transcurrir de los días y cómo práctica común para con los prisioneros, los guardias que custodian las cárceles subterráneas del castillo pareciera que se habían olvidado de todos ellos en los húmedos y fríos calabozos del reino, la comida que les daban era comúnmente las sobras que los de arriba tiraban y en algunos casos, ya no podían ser ingeridos por el avanzado estado de descomposición en el que se encontraban.

El agotamiento por falta de un buen alimento mantenían a todos tendidos en el mojado suelo y a punto del desmayo, en especial a las dos mujeres que no estaban acostumbradas a largos periodos de hambruna; Un día Margery escuchó el sonido de unas llaves abriendo la puerta de acero del calabozo en el que se encontraban, la debilidad que la mantenía en el suelo le impidió avisarle a Amice quien yacía inmóvil junto a ella y cuando la puerta se abrió lo único que pudo ver fue la silueta de una armadura azul platinada.

Al recobrar el conocimiento pero débil aún, Margery se encontraba sobre una cama confortable y limpia, al abrir los ojos se dio cuenta que, al igual que la cama, ella estaba aseada y con aromas a flores, en un impulso involuntario Margery intentó levantarse de la cama para buscar a Amice a quien la última vez que la vio fue desmayada en el calabozo.

Una sirvienta que se encontraba velando su recuperación, la intentó detener para que no se lastimara, la guerrera de Bathar desvalida y débil hizo lo posible por quitársela de encima pero, al ver que no había recobrado sus fuerzas por completo no tuvo opción que recostarse de nuevo.

— ¿Donde esta Amice? — Preguntó con una débil voz.

— Tranquila... Descanse... Su amiga está bien...

Intentando levantarse de nuevo la guerrera le dijo: — Tengo que verla...

— Ella está bien, no se preocupe, en verdad ella está bien.

— ¿En dónde estoy?

— En Niiveth señorita... — Después de eso Margery volvió a cerrar los ojos y cayó en un profundo sueño.

El tiempo pasó y un día, Margery de nuevo abrió los ojos y esta vez se sintió con más fuerza, lo que hizo que se pusiera en pie y observara la habitación en donde se encontraba, después comenzó a caminar hacia la puerta y cuando la abrió se encontró con una mujer sosteniendo una charola de latón en la que le traía algunos alimentos líquidos y unas pequeñas húmedas para asearla, fue allí que la guerrera se dio cuenta que era ella quien la había cuidado mientras estaba convaleciente.

— ¿Donde esta Amice?

— No se preocupe, ella está bien... Le traigo el desayuno para que se sienta mejor.

— Tengo que ver a Amice, ¿En dónde está? — Dijo un poco mareada mientras hacía a un lado a la mujer de la charola.

— ¡Señorita..., Espere! — Le dijo mientras Margery la ignoraba y caminaba por el pasillo sosteniéndose de las paredes.

Al pasar por una ventana del pasillo, Margery pudo observar a Amice que estaba en el exterior en uno de los jardines del reino gozando de buena salud, fuerte y alegre, en ese momento la guerrera intentó correr para salir del castillo y dirigirse al jardín pero sus piernas no le respondieron como ella quería.

Algunos días después, cuando logró reunirse con Amice, ésta le dijo emocionada: — ¡Margery!, ¡Al fin te despertaste!, ¡Jamás había visto a alguien dormir por tanto tiempo!

— ¿Tanto tiempo?

— ¡Si!... duraste semanas enteras...

— ¿Semanas?

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora