El inicio de una nueva búsqueda

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Las diversas tonalidades azules, rojos y naranjas reflejados en el cielo son el resultado del ocaso sobre el pastizal que provocan que la maleza adopte tonalidades oscuras haciendo que el paisaje sea todo un espectáculo de colores, con el paso apresurado desde hace algunas unas horas, Alcides y sus cuatro jinetes trataron de cruzar la llanura con la luz del sol, puesto que se dice que cuando el sol se oculta los cazadores nocturnos salen en busca de alimento, que en este caso se crea un irónico juego donde los cinco cazadores de recompensas de Tokan se convierten en presa y objetivo de aquellos míticos depredadores.

Mientras galopaban y para suerte para Alcides y sus guerreros, un pequeño riachuelo apareció bajo las patas de sus caballos los cuales cruzaron a toda velocidad para alejarse de la llanura de altos pastizales, conforme los jinetes avanzan la luz del sol se va ocultando y la oscuridad va emergiendo, Alcides decide acampar nuevamente pero en esta ocasión no designará los mismo turnos de guardia ya que el lugar en donde "pasarán la noche" será en las cercanías de la planicie y por ende los mercenarios deben estar con los ojos bien abiertos ya que cerca de ese lugar fue la primera aparición de un demonio después de siglos de ausencia por las tierras del hombre.

— Señores, acamparemos aquí antes de entrar a las tierras de Everard —

Dijo Alcides — Dos duermen, tres vigilan... Damon, Renae haremos la primer guardia, Rocco, Dalibor ustedes descasen por un momento.

— ¿Haré fogata Alcides? — Preguntó Renae.

— Esta vez no mi pequeña Rana, la luz del fuego puede confundirnos y provocar que nuestra mente nos haga ver cosas que no son — Le respondió Alcides — Solo mantén los ojos abiertos y esas navajas listas en tus manos.

Ese fue el último comentario que se hizo, a partir de ese momento el silencio fue total, pocos animales nocturnos hacían ruido, el viento movía las hojas de los pocos árboles que había al rededor, la luz de la luna ilumina la planicie haciendo que ésta se refleje en la oscura vegetación dejando algunos brillos y destellos creando la ilusión de luciérnagas posadas sobre algunas plantas y pastos húmedos.

Con la guardia alrededor y protegiendo a quienes duermen al centro junto con sus caballos, los movimientos de la maleza y pequeños arbustos mantienen en alerta y preparados a estos tres vigilantes del sueño, Damon protegía su área con su arco y flechas de "punta amplia", a las cuales se les denomina así por su diseño de puntas planas y delgadas perfectas para atravesar las cotas de malla y perforar las armaduras y escudos, el daño puede ser mortal incluso a una distancia de ciento cincuenta metros; El joven Renae con sus cuchillos y hojas cortantes se sentía inseguro y vulnerable ya que sentía que el uso de éstas no eran muy confiables en campo abierto, por lo que en sus manos portaba una ligera y muy afilada espada de acero blanco, Alcides con su enorme espada a dos manos podía abarcar un diámetro de poco más de tres metros ya que su arma medía alrededor de metro y medio de largo.

Al pasar las horas, Rocco sin poder dormir decide levantarse e ir con su pesado mangual para hacer guardia y compañía a donde la pequeña Rana se encontraba.

Mientras se acerca y con susurros para evitar ser atacado por su propio compañero, Rocco preguntó: — ¡Renae..., Hey! ¿Algo asustado?

— No, solo un poco nervioso — Respondió la "pequeña Rana".

— No es lo mismo pelear en las calles de una villa o una ciudad que en un campo abierto, ¿No es así?

— No, no lo es...

— Eres bueno, solo que aún no tienes confianza en ti mismo.

— Si, tal vez... — Respondió Renae con su espada en las manos observando los movimientos de la vegetación.

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora