La lucha de los reinos (Primer Final Alternativo)

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Conforme los reinos marchan a lo que inciertamente será su victoria o su derrota, Eda, cómo jinete de Kreston, sobrevolaba el reino de fuego llamado Abuliot cuando de pronto sintió una fuerza que recorría todo su ser, el Dios Negro la estaba llamando y fue en ese momento que supo que era el momento de destruir la puerta del infierno.

No tardó mucho tiempo en recorrer por los aires el bosque de los demonios el cuál, desde lo alto se podía apreciar una gran cantidad de tétricos árboles carentes de toda vida y la densa niebla cual agua lleva el río recorría el suelo de todo ese territorio, al aproximarse a la puerta que "sellaba" la entrada a aquel mundo subterráneo, los demonios que resguardaban la puerta esperaban a Eda quien con su corrompido corazón aterrizó en ese lugar y bajó de su dragón negro de ojos color fuego para dirigirse a una abertura donde solo algunos monstruos podían pasar.

El camino que alguna vez recorrió el hijo del antiguo rey de Abuliot era recorrido esta vez por Eda quien con su enmarañado cabello oscuro y sus ropas andrajosas se dirigía c a ver al Dios Negro.

La oscuridad de ese infernal mundo era pobremente reprimida por la tenue luz de algunas pequeñas antorchas, poco antes de llegar con el Dios Negro, el silencio que reinaba en aquel lugar fue interrumpido por la espeluznante voz de aquel ser que solo Eda conocía.

- ¿Y bien? - Dijo el Dios Negro mientras aparecía de entre las penumbras.

La joven le respondió poniéndose de rodillas y nombrándolo por su antiguo nombre: - Balaam... mi rey, el dragón de Abuliot me ha elegido, ahora es suyo.

Sosteniendo en su mano una gigantesca espada se sentó en su trono y le dijo: - Si el dragón de Abuliot te ha elegido, ahora él te pertenece... El momento de emerger con mis demonios y recuperar lo que es mío ha llegado... ¿Tienes el medallón contigo?

Sin levantar la mirada del suelo, Eda respondió: - Si mi rey... - En ese momento Eda tomó su medallón y lo ofreció al Dios Negro, éste lo cogió y lo colocó en la empuñadura de su espada... El Dios negro había encontrado la forma de debilitar la magia de la Dama de Blanco creando una espada con los las magias y conjuros más oscuros que existen en el infierno absorbiendo la bondad y la pureza del corazón de quien portara el medallón de Abuliot.

Sin tomarlo, el demonio se puso de pie y le dijo a Eda: - Usa tu dragón y haz que mis demonios salgan, iremos por lo que nos pertenece y asesinaremos a la raza humana hasta la extinción.

Eda se levantó y salió de la cueva, montó su dragón y le dijo:

- Kreston... salva a tu rey. En ese momento el imponente dragón negro de ojos amarillos rugió tan fuerte que hasta los mismos monstruos del averno que se encontraban custodiando la puerta se estremecieron al sentir temor por tal rugido.

Con un giro, Kreston golpeó una y otra vez con su cola la puerta que sellaba la salida de todos los malévolos seres del infierno, cuando ésta fue destruida, comenzó a salir el ejército de Balaam y tras ellos el imponente Dios Negro salió de la oscuridad abriendo sus brazos y emitiendo un terrorífico rugido.

Mientras tanto, Liam, líder de las grutas de Tokan, veía asombrado junto con sus hombres la descomunal cantidad de soldados de Oxzorm marchando en dirección a la planicie, sin hacer nada al respecto, regresaron a sus dominios y se resguardaron en el interior de las grutas.

La gran cantidad de barcos de las islas de Niiveth albergaban miles de soldados con armaduras color azul plomizo, quienes veían que a la cabeza de toda la flota iba Amice en su dragón de grandes alas, en ocasiones Amice bajaba tanto su dragón que la cola de éste tocaba intencionalmente el mar abriéndolo como una espada lo haría en el río.

Los Duendes y el pequeño ejército de Abuliot con poco menos de doscientos hombres comenzaron a marchar hacia el norte y mientras avanzaban, comenzaron a llegar uno a uno a villa Bathar donde el coronel Bronson sin saber lo que ocurría patrullaba las calles como normalmente lo hacía, confundido por la gran cantidad de soldados que llegaban, se acercó a uno de los primeros que encabezaban la caravana y le preguntó:

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora