La transformación

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Después de algunas semanas, Percival continuó buscando algún indicio de la espada negra, pero lo que él creyó que estaba escondido dentro de los en los antiguos libros de Gurond estaba simplemente a la vista de todos, cualquier persona podía tener acceso a la posible ubicación de la espada pero, lamentablemente o afortunadamente nadie lo sabía, fracciones traducidas de la inscripción de la daga estaban talladas y distribuidas por todos los puentes y caminos del reino, en ellos habían varios dibujos tallados de árboles de ocozol, varias flores de genciana e imágenes talladas de ríos, mismos que, no comprendía con claridad pero sabía que en conjunto tenían un significado.

— Bogdan, te has convertido en mi inseparable acompañante... ¿Te has fijado en los diseños de todos estos caminos? — Preguntó Percival mientras caminaban por el reino de Gurond.

— SI, en su mayoría son árboles, flores y ríos... ¿Que tienen de especial? — Respondió.

— Y... ¿Desde cuándo están allí?

Bogdan le respondió con un tono de ignorancia: — Pues...no sé, deben tener siglos de antigüedad supongo.

— Debe haber algo que los una, debe haber una relación entre ese árbol, los ríos, las flores... — Dijo Percival mientras veía el trozo de cuero donde está la imagen del medallón.

Al igual que Percival, el guardián veía los dibujos en el suelo y paredes del lugar y le dijo: — El río más grande que sé que existe es el que sale desde el bosque de los demonios y pasa por entre Zaboor y Bathar para salir al mar, ¿Otro?... no se de su existencia. — Dijo Bogdan.

En ese momento a Percival se le vino una idea como un rayo que baja del cielo produciendo una relampagueante luz, fue la posible idea de donde pudiera estar la espada negra... incluso su cuerpo lo hizo evidente ante tal emoción.

— ¿Que sucede Percival?, ¿Le ocurre algo? — Preguntó Bogdan

— ¡Debo ver al rey de inmediato!

Aprisa y sin desvíos Percival se dirigió al salón principal para verse con Lenlod, tras él, Bogdan apresurado seguía al viejo para no separársele; Una vez frente al rey con una reverencia Percival le dijo.

— ¡Rey Lenlod!, ¡Tal vez se dónde está el medallón!

— ¿Qué dices Percival?

— Digo que tengo una idea de donde puede estar el medallón de Gurond.

— ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?

— Si, es decir... no, bueno tal vez... — Respondió Percival.

— Organizaré un equipo de búsqueda para que te acompañe, pero antes necesito que estés seguro de lo que estás diciendo.

— No, no lo haga de esa manera, no aún, un grupo de valientes hombres solo retrasaría la búsqueda y pondría en evidencia su interés hacia el medallón.

— ¿Estás tratando de verme la cara Percival?

— ¡No su majestad, claro que no!, para asegurar el medallón solo pido que me acompañe Bogdan, señor. — Dijo Percival volteando a ver a su guardaespaldas personal.

Extrañado el rey lo cuestionó: — ¿Bogdan?, el medallón es una pieza importante y muy poderosa para que solamente sea custodiada por un soldado y un... un civil.

— El medallón ha estado sin protección durante siglos, se ha ocultado por mucho tiempo de la vista de hombre, un soldado y un simple civil como yo sería lo único que necesita ese medallón.

El rey Lenlod lo pensó por unos momentos y...

— Tal vez tengas razón, ser discretos puede ser la clave para que el medallón regrese a casa, ¿Cómo sabré que lo encontraron?, ¿Cómo obtendré noticias de ustedes? — Preguntó el Rey.

La Espada NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora