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"Lo más hermoso de los niños es su inocencia"

Sehun miraba sentado desde lo lejos a todos los niños correr mientras jugaban en el patio, suspiró de tristeza al ver que él no encajaba con ellos, y es que como podrías comparar a un chico de 17 años con niños de menos de 10 y unos pocos de 16. Todos ahí eran huérfanos, pero siempre los más pequeños tenían la suerte de ser adoptados por familias cariñosa y él; lamentablemente en sus 17 años de vida jamás se le acercó una pareja que quisiera formar una hermosa familia con él. Nadie absolutamente nadie lo quiso adoptar. Que raro.

Sehun creyó que era por su físico.

Mentira total: él desde que era un bebé se caracterizó por ser el más hermoso de todos los niños del orfanato, con piel tan blanca como la nieve, cabello negro como la noche, cejas pobladas con forma, labios carnosos, ojos cafés y lo que más le gustaba; su cuerpo, tan delicado como el de una mujer, quizá y eso era lo que no les agradaba a las parejas.

También creyó que era por su forma de ser.

Otra mentira: él era la pureza en persona, siempre fue el niño más comportado de todo el orfanato, sus mayores lo amaban demasiado por conservar aún esa inocencia que sólo él podía poseer.

Por más que le daba vueltas al asunto, no lograba comprender por que nadie lo quería adoptar, pero, no importaba, él estaba contento de tener a las de servicio social, las monjas y todos los niños pequeños, quienes le daban el amor que le hacía falta. Él los consideraba su familia a todos. Ahí los adultos que los cuidaban eran mujeres y el orfanato era de niños, a veces tenían visitas especiales de padres, sacerdotes o párrocos que llegaban un par de semanas a dar algunas pláticas religiosas y se iban luego de cumplir su misión ordenada por la iglesia mayor.

—Hunnie— Habló la señorita Kim, una hermosa mujer que se encargaba de velar por los chicos— Vamos a la capilla, vino un nuevo servidor a trabajar con nosotros.

Sehun asintió emocionado, se limpió los pantalones y corrió tras la señorita Kim.

Ahí ya se encontraban todos los niños sentados en orden de acuerdo a sus edades en las bancas.

A su lado se encontraba sentado Kim JongIn; un niñato de 16 años demasiado inmaduro para su edad, era su compañero de habitación y alguien que lo molestaba a diario con comentarios con doble sentido que él no lograba comprender aún.

Cuándo notó su presencia se sentó más cerca de él, Sehun intentó alejarse un poco, pero para su desgracia estaba en la orilla de la banca.

—Hola, Hunnie— Susurró JongIn con una sonrisa en los labios, mientras deslizaba su mano hacia los  muslos descubiertos por el short de Sehun.

El pobre Sehun sólo lo miró nervioso e intentó quitar la mano, pero le fue imposible por que el bastardo le sujetó la pierna y luego le guiñó un ojo antes de concentrarse en el altar.

—Niños, buen día— Habló a través del micrófono la madre superiora— La razón para reunirlos aquí es que tendremos un invitado especial que viene de viajar desde Italia, les quiero presentar al padre Park, es un buen cura con tan sólo 27 años, quiero que todos sean amables con él para que se sienta cómodo estar en nuestro pequeño orfanato. Él estará con nosotros durante un largo período, ya que aceptó ser nuestro consejero por un largo período, aplaudan niños.

Todos aplaudieron al ver la figura masculina pararse frente al altar con una cálida sonrisa. El padre recorrió a cada uno de los niños empezando por los del frente hasta los del final. Miró más tiempo una banca: la de los niños mayores. Los examinó uno a uno hasta toparse con los ojitos curiosos de Sehun. La sonrisa del padre se hizo  más grande cuando conectaron miradas y luego se relamió los labios.

Sehun se sintió nervioso al ser escaneado por el padre, bajó la mirada y al minuto la volvió a subir topándose aún con el par de ojos negros del cura. Miró a JongIn, quien se encontraba ajeno de su alrededor, trazando círculos en su muslo e intentó quitarse esa extraña sensación de ser observado por el padre.

—Buen día, niños— Habló el padre mirando desinteresadamente a todos, a excepción de cierto chico de 17 años que se encontraba nervioso en la última banca— Mi nombre es Park Chanyeol, yo les estaré guiando por el buen camino durante éste tiempo, no se cual será el tiempo aproximado de mi estadía, sólo sé que estaré hasta que logré mi objetivo, espero y nos llevemos muy bien.

Chanyeol hablaba en doble sentido sin dejar de mirar al niño del final.

Sehun.

 Él era su objetivo ahí.

—Muchas gracias, padre Park— Habló la superiora— El padre nos hará el honor de darnos una misa de bienvenida.

Chanyeol asintió y se colocó en medio del altar.

La música de entrada comenzó y todos los niños se pusieron de pie para predicar.

Sehun nunca en su vida había pasado por esa extraña sensación de ser observado, aparte de las miradas de acoso de JongIn, tenía sobre él una mirada demasiado pesada, que no lo dejó concentrarse, sabía de dónde venía, pero no quería dirigir su vista a ese lugar.

—Joven Sehun, mirada al frente— Le dijo la hermana a su lado en un tono serio— Preste atención a la misa.

Sehun nervioso dirigió su mirada al frente topándose con la del padre Park y lo más escalofriante es que parecía concentrarse sólo en él y no en los demás niños del frente.

Toda la misa el pobre Sehun se la pasó soportando los toqueteos "accidentales" de JongIn y la extraña mirada del padre.

A partir de ese momento la vida de Sehun sería diferente.

Su inocencia estaba a punto de corromperse.

Self Destruction (Chanhun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora