La mañana de ese día fue calurosa. El viento recio de hace algunos días, pareció haberse transformado en una resolana poco agradable.
Aunque no para mí. Si somos sinceros, me encanta sentir el sol en mi rostro cuando salgo a caminar o manejar una bicicleta.
Ese mismo día, caminaba al aeropuerto. Tenía mi equipaje de mano, el boleto en el bolsillo, el celular en una mano, y en la otra una gigantesca maleta verde con ruedas tan pequeñas como un par de pistachos. No es que yo llevase equipaje demás, si no que la persona con la que viajaba sí.
Victoria amaba llevar ropa para cada ocasión, sin contar zapatos y sombreros.
Por lo que iba del día, me seguía lamentando que me hayase tocado viajar con ella. Y no es que Victoria sea mala compañera de viaje, al contrario, es bastante entretenida. Uno no se aburre nunca a su lado. Pero...la lástima era que su equipaje en mi maleta hacía peso, que a mi opinión era innecesario.
—Estás sudando—repuso Victoria al ver que soplaba un mechón de pelo que había caído en mi ojo.—Si tan sólo mi maleta no se hubiera arruinado, no tendrías que cargar con todo tú solo.
—Descuida, Vic, he llevado a cuestas cosas más pesadas que éstas.-trato de sonreír. La maleta de Victoria se había estropeado del cierre, era una de esas que tiene clave. Es fácil recordarlas si no es una contraseña de casi veinte números. Tratamos de abrirla con todo lo que encontramos y resultó imposible.
—Al menos ya llegamos—se alivió un poco, mientras se quitaba las gafas de sol.
—Sí...—suspiré. Al entrar, el frío aire acondicionado nos pegó de sorpresa. Ambos sonreímos, el calor que nos había abrasado hace unos segundos, se disipó cual neblina.
Nos enfilamos hacia el sitio donde debíamos dejar la maleta gigante. Alistamos los pasajes. Gracias a Dios no esperamos mucho, llegamos frente a la recepcionista.
Una chica chaparrita, de pelo claro y ojos verdes como el mar...espera, el mar no es verde. Tan verdes como...el brócoli, tal vez aún más. ¿Recuerdas cuando cortas un limón a la mitad? Más o menos así.
Sonreí con cierta burla. Esto sería divertido.
—Hey hey, Catté. Buenos y maravillosos días.
—Buenos...—la chica alzó sus ojos, y ni bien vio que era yo, una mueca aburrida delató su desánimo al verme.—...Ah, eres tú. ¿Tienes tu pasaje?
—Dos listos y calistos—dejé los boletos de Vic y yo sobre el mostador.
—¿Calistos?—alisó los papeles con una mano, mientras me miraba, algo curiosa.
—Ni yo sé qué significa—traté de reír, pero el gesto de Catté me retuvo. Vaya que verme le amargaba el día. Carraspeé mientras rebuscaba en mis bolsillos la nota que planeaba darle.-No...sabía que trabajabas aquí.
—Sólo desde hoy—Catté hizo una media sonrisa.—¿A dónde dices que viajas?
«Creí que eso lo decía el boleto» pensé, pero no dije nada. Que ella busque tema de conversación resultaría entretenido.
—Voy aMarte—sonreí. ¿Entienden...a-Marte pero se escucha como amarte? ¿No entienden? Rayos...yo creído que era buen explicador. O cómo sea que se diga. Al igual que ustedes, Catté me miró extrañada, seguramente había captado lo que quería decir. Aunque eso no evitó que un ligero rubor se asomara en sus mejillas.—Es broma, vamos a...
—Ryan...estamos atrasados, deja de coquetear y vamos de una vez.—Victoria me asió del brazo, pero al menos no consiguió moverme, no me hubiese gustado que me arrastre brazo hasta el avión.
—Ya...Hasta luego, Catté-digo mientras le tiendo el papel—É para você.—reprimí una risa al ver la cara que puso. Se acomodó el pelo y tomó el papel con un sencillo gracias.-Nos vemos, linda.
La sonrisa que esbozó a medida que nos alejábamos me sacó un suspiro. Me preguntaba si aquella sonrisa era por mí...En fin.
El avión yacía tan lleno al cabo de explotar. Tomé asiento al lado de Victoria como pude. La agencia donde trabajo por lo general nos da pasajes en aviones muy pequeños y concurridos. Por lo tanto, muy apretados.
Puse mis equipaje debajo de mis pies, no me gusta meterlo en los cajones de arriba. Prefiero tenerlo cerca de mí.
—¿De cómo conoces a la recepcionista? —Victoria se abrochaba el cinturón, intentando no arrugar su vestido.
—Es...una compañera.—respondí. Claro, también era mi vecina, la chica que me gusta. Aunque, aquí entre nós, me moría de ganas por decir que era mi novia.
—Parece linda.—dijo en una risilla.
—No tienes idea cuánto—suspiré. Mi mente divagó por ella. Me pregunté si leía las notas que le daba. La verdad, nunca imaginé hacer eso por nadie, pero de un día para el otro surgen tantas ideas.
Desde que supe lo inalcanzable que llegaba a ser Catté para mí, sin querer hablarme y con la agenda más llena que el tío Javi en competencia de hamburguesas, quise llamar su atención de algún modo. Así que lo hice indirectamente. Le quería mostrar que la quería, dándole detalles y algunos consejos, para que sepa que me preocupo por ella.
Quiero enseñarle lo que sé, que en esas pequeñas notas, ella pueda conocerme más y saber que la amo...Argh, qué cursi sonó eso.—Ella te gusta ¿cierto?—Victoria me observó picarona. No acostumbro a hablar de estas cosas. Es algo personal...supongo.
—Pues...—no podía decirle que no, estos asuntos no se ocultan fácilmente. Así que, mientras pensaba cómo cambiarle de tema, una cabellera castaña se asoma por la multitud, esta vez, llevaba gorro y traje de azafata. Sonrío sintiéndome algo bobo. Era Catté. —...pues sí. Ella me gusta.
N/A: Catté tiene nuevo trabajo ¿Qué creen que sucederá después? Espero que les haya gustado el capítulo!❤ y...Pues, si alguien sabe que significa calisto, me lo dice por favor😅 la verdad siempre lo había escuchado como una expresión que rimaba con listo, pero nunca supe por qué las personas la usaban.
Y bueno...¡Gracias por leer! Los aprecio muchísisisisisimo❤
En el próximo capítulo veremos el punto de vista de Catté😏❤¡Nos vemos el próximo lunes!
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Mientras Te Cepillas Los Dientes
Random¿Conocen a alguien que tiene el mundo bajo sus pies? Yo sí. Su nombre es Debby Wilson. O Catté Wilson, como le llamo yo. Es una de las chicas más hermosas que conozco, y tiene, como les decía, el mundo a sus pies. Al menos mi mundo. Sólo hay un pro...