¿Conocen a alguien que tiene el mundo bajo sus pies? Yo sí.
Su nombre es Debby Wilson. O Catté Wilson, como le llamo yo.
Es una de las chicas más hermosas que conozco, y tiene, como les decía, el mundo a sus pies. Al menos mi mundo.
Sólo hay un pro...
Bien, ahora tenía dos opciones, fingir que ya había llegado a mi parada o continuar con una incómoda conversación acerca de porqué hice lo que hice.
Quise optar por la segunda, la verdad, prefería hablar esto ahora.
Él abrió los labios para empezar a hablar.
Sentí que toda la sangre se me había ido hasta los pies, comencé a sudar frío y parpadeé un millón de veces para asegurarme que no estaba soñando. Aunque hubiese deseado despertarme y dame cuenta que todo fue un sueño.
—Ryan, lo siento.—Fue lo que salió de mis labios en un murmullo, interrumpiéndolo. En serio no quería decirlo, empecé a pensar en completar mi misión de fingir desmayos o levantarme de mi asiento como loca y lanzarme por la ventana. Pero lo segundo era muy extremo.
Williams asintió con la cabeza mientras aplanaba sus labios, se aclaró la garganta antes de hablarme.
—¿Por qué lo hiciste?
Aquella pregunta no era un reclamo, ni siquiera una llamada de atención, era más una pregunta curiosa, una que tenía cierto toque divertido y tal vez, ya conocedor de la respuesta que venía.
Inspiré aire, intentando volver a tierra.
A mí también me gustaría saber porqué pensé en decirle, pero concluí en dar una respuesta llena de vueltas. Tal vez en todo ese revoltijo él encontraría alguna información relevante. Aunque en vez de todo, lo que dije fue:
—¿Hacer qué?
Bien, yo sabía de lo que hablaba, pero estaba nerviosa, y yo tal vez hubiera supuesto el tema de la pregunta, cuando en realidad, él podría haberme estando preguntando de: ¿Por qué decidiste hacer esa canción? o tal vez ¿Por qué hiciste la tarea de matemáticas, se supone que nadie en el curso la iba a hacer? Quién sabe. Lo más seguro era algo como: ¿Por qué te comiste todos los snacks de la mesa? Y no digo que yo me los haya comido...¡Bien! Sí fui yo, pero eran nachos, digo ¿A quién no le gustan los nachos? ¿Qué dices? No...no eran tantos. ¿Que cuántos me comí? Sólo recuerdo haber perdido la cuenta en la bolsa número 10. ¡Hey! Tenía hambre, genio. Y sí, había cenado pero...¿Qué dices? ¿Estás deduciendo que entonces yo me comí tus tacos? Pff...Como si me gustara la comida que comprases.
Dejemos ese asunto y continuemos con la historia ¿si?
Ryan se rió entre dientes y me observó de nuevo. ¿Sabes? Fue uno de los pocos momentos en los que lo vi serio, sin una pizca de coquetear o intentar llevar las cosas a un juego.
—Creo que no hay mucho que especificar.—Dijo en una sonrisa, mirando mis ojos, analizando cada facción mía.
—Es que...Creo que lo vi...¿Adecuado para el número? Aunque tal vez...—tragué aire, lo que diría a continuación podría cambiar el curso de mi relación con Ryan (esa extraña relación vecino-chico que le gustas-compañero de clases), dudé en hablar. Esperé con ansias que él dijera algo para interrupirme pero no, él escucharía cualquier cosa que dijera...no importando cuán absurda fuese. Así que, en esa confianza, lo dije. Me arrepentí al segundo—...Tal vez me gustaste ese instante.
