—No lo creo, Adam.—Dije mientras aceleraba mi marcha. No quería llegar tarde otra vez.—Pues, no es lo que...Escucha, puedes hacer lo que quieras, pero todo tendrá su consecuencia.—Reí.—Bien. Adiós, pero no te...Sí, sí. Lo tendré en cuenta.—Fue el haber oído aquella risa detrás mío, lo que hizo que me detuviera. Por un momento, me perdí de todo aquello que Adam parloteaba en el teléfono. Volteé. Y allí estaba.
Manejando una bicicleta, estaba Catté. Se paseaba por entre los árboles del parque, sorteando las pequeñas piedras que había en el camino.
Se detuvo en un banco, que por cierto, no estaba muy lejos de donde yo me encontraba en esos momentos.
Una joven le hizo compañía. Ambas empezaron a reír. Pero la risa que soltaba ella era seca y desanimada.—No...¿Qué? Es que no te escucho—dije susurrando. Adam comenzó a explicarme algo, no alcanzo a recordar qué.
Observé a Wilson. Su acompañante le dio un abrazo y un verás que todo estará bien, para luego empezar a trotar.—¿Adam? Te llamaré después. No me preguntes por qué, es sólo que...—Catté se sentó sobre la banca, subió ambos pies y abrazó sus rodillas. Miraba con nostalgia a la nada, cuando noté que una lágrima empezó a deslizarse por su mejillas.—...Tengo que hacer algo.
Colgué el teléfono, me hice el cabello para atrás y respiré todo el aire que podían caber en mis pulmones.
—Hey, hey Catté—dije, una vez estuve a su lado. No respondió. Se limitó a mirarme y luego voltear su rostro otra vez.—¿Puedo sentarme a tu lado? Sí, Ryan, sí puedes.—Me respondí a mí mismo, intentando imitar su voz. No pareció causarle gracia.—Oh, muchas gracias Catté. Por cierto, te ves muy linda hoy.
Ella no respondía. Sus ojos acuosos empezaron a escanear el árbol que estaba frente a nosotros.
—Hey—dije acercándome un poco más a ella.—¿Qué tienes?
—Na...nada.—Se pasó el antebrazo por su nariz y sorbió.—Estoy...estoy bien.
—A mí no me engañas linda—saqué un pañuelo que traía en el bolsillo y se lo entregué. Me lo recibió en una sonrisa.—Dime ¿Qué es lo que te tiene mal?
—Es...que yo—empezó. Una lágrima, luego dos. Intentó borrarlas con su mano pero fue inútil.—No sé porqué, pero...
La abracé, no lo pensé dos veces. Mi Catté se deshizo en llantos, apoyaba su rostro en mi regazo y mi corazón latía con fuerza.
—Extraño mi otra casa—empezó.—Mis anteriores amigos, mi colegio, a mis padres, Margarita y Roberto. Extraño hablar mi idioma, a mi perrito Angus y a mi gato Floffy. A veces me pregunto si fue buena idea venir aquí, si es que realmente era necesario dejarlo todo. Tal vez sólo era porque quería volar de todo aquello a lo que llamaba rutina. Siento que por esta decisión, puedo perder las relaciones que mantenía allá. Yo...—Tragó aire y acarició sus cabellos.—...No sé si lo entiendas, tal vez creas que soy una tonta por llorar de esta manera por un motivo tan...absurdo.
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Mientras Te Cepillas Los Dientes
Random¿Conocen a alguien que tiene el mundo bajo sus pies? Yo sí. Su nombre es Debby Wilson. O Catté Wilson, como le llamo yo. Es una de las chicas más hermosas que conozco, y tiene, como les decía, el mundo a sus pies. Al menos mi mundo. Sólo hay un pro...