Me encontraba en casa, había pasado una semana desde mi incidente. Aurelio tuvo que ir de viaje a Venezuela por cosas de trabajo que debía resolver.
Luego de nuestra conservación tenemos más comunicación. Lo intentaríamos, pero esto irá poco a poco. Dándonos la oportunidad a ambos de conocernos mejor.
Se supone que mañana en la mañana vuelva de su viaje. Estoy ansiosa por verlo ya. Esta semana estuve en reposo absoluto, solo me levantaba para bañarme y comer. Aída ha estado al pendiente de mí, ya regreso de sus vacaciones. Aurelio llamaba cada que podía para saber de mí y de cómo va mi mejoría.
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Siento cosquillas, alguien me besa por el cuello hasta llegar a mi hombro. Abro los ojos y el sol da de lleno sobre mí. Cuando me volteo Aurelio esta a mi lado, con una gran sonrisa en su rostr.
—Buenos días chiquita. — Y ahí está otra vez, ese nombre que me encanta.
Escondo una sonrisa, ya quería tenerlo en casa conmigo.
—Buenos días, gruñón. —Beso su mejilla acción que pocas veces había hecho. El cierra los ojos cuando poso mis labios en lo suave de su piel. Por un momento respiro su perfume llenando mis pulmones de su esencia, esa tan encantadora.
— ¿Gruñón?— Frunce su cara y ladea la cabeza. Sin percatarme sube sobre mi cuerpo y sube mis manos por encima de mi cabeza, me inmovilizo. Rio por la sorpresa. Parecemos dos adolecentes jugando a peleas.
—Es tu nuevo nombre. —Intento escapar de la cárcel que hizo con su cuerpo para mí, pero es imposible, me siento tan pequeña, tan diminuta en sus brazos. El tiene mucha más fuerza que yo.
—Bueno... Pues este gruño no te dará un regalo que trajo de Venezuela para ti. —Baja de mi cuerpo liberándome, abro mucho mis ojos. ¿Un regalo? ¿Un regalo para mí?
No recuerdo cuando fue la última vez que alguien me regalo algo. Mi padre nunca hizo algo parecido. Esto es algo nuevo para mí.
— ¿Regalo? ¿Enserio? —Me siento sobre la cama y ahora estamos frente a frente. — ¡Hay dime! ¿Qué es? — Aprieta sus labios, callando la sorpresa, desesperándome.
—Me encantan los regalos. —Hago una pausa, miro en otra dirección y vuelvo a mirarlo. —En realidad nadie nunca me ah regalado algo... —Agacho la cabeza, es tan extraño hablar de esto con él.
El levanta mi mentón, me obliga a mirarlo.
—Pues eso cambiara desde hoy. —Rosa mi mejilla con su mano, con suavidad como si yo fuera una gran joya, toca mi piel suave y delicada. Lo hace como si al hacerlo no quisiera lastimarme por lo frágil que piensa que soy. Me mira con ternura y yo acepto su caricia con gusto. — Deja lo busco. —Se levanta de la cama y busca en su abrigo que esta sobre una silla de la habitación. Al lado puedo apreciar la maleta con la que fuel al viaje.
Del abrigo saca una pulsera... Es una pulsera en style. Tiene la letra A un avión al lado. Es preciosa.
—Es un regalo un poco extraño. —Se rasca su nuca, nervioso. Pero creo que tiene mucho valor sentimental.
—Ya dámelo. —Lo apresuro, estoy desesperada. Me lo entrega y yo la observo por un momento.
—El avión significa el primer viaje que hicimos juntos... Se perfecto que no fue como esperabas pero es un lindo recuerdo...—Se detiene y se acerca a mí, toma la pulsera y la pone en mi mano derecha. Rozándome la piel con sus dedos. Inevitablemente siento un frío recorrer mi cuerpo, su tacto se siente tan extrañamente bien. —Y la letra A te recordara que siempre serás mía, que nunca podrás escapar de mí... Me perteneces.
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Solo dime Acepto ©
Teen FictionSi te obligan a casarte ¿Puedes llegar amar a esa persona? Como llegar a querer a una persona que no conoces y que te trata de la peor manera. ¿En el encierro puede nacer el amor? Obligarte a casarte con una persona es lo peor que te puede suceder y...