Capitulo 8

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Llegamos a Venezuela, bajamos del avión privado de Aurelio. Si, tiene un avión privado como era de suponerse. Me dijo que es por que viaja mucho. Rápido que bajamos las escaleras nos recibe una guagua muy lujosa con sus cristales oscuros. Un hombre que no conozco abre mi puerta y yo subo a la parte trasera junto a Aurelio que ahora está revisando su celular.

Miraba todo al rededor con mucho asombro y se perfecto que Aurelio lo nota, aunque este verificando su móvil. Él siempre tiene sus ojos puestos en mí, como si de alguna manera me vigilara a cada instante, como una joya muy valiosa.

Nunca había viajo a Venezuela era una aventura totalmente nueva.

Veo a Aurelio de reojo y ya no está mirando su móvil. Siento que esta distraído, con la mirada perdida, como si algo lo estuviera preocupando. Me siento nerviosa cuando lo veo así, tal vez ansiosa. Tomo el atrevimiento y le pregunto

-¿Te sientes bien? ¿Sucede algo? -Me observa, pero su mirada sigue perdida. En un impulso tomo su mano y la aprieto, de algún modo debe despertar de ese pensamiento que lo tiene tan distraído y se come poco a poco su cerebro.

Aurelio baja la mirada y observa nuestras manos unidas, una pequeña y fugas sonrisa se surca en sus labios, pareciendo más una mueca. Levanta el rostro y nuestros ojos se encuentran. Sus lindos ojos se posan en mí. Él niega con su cabeza y luego habla.

-Estoy bien, solo tengo que resolver algunos contratiempos, nada más.

-Está bien.-Trato de separar nuestras manos, pero cuando lo intento Aurelio la toma nuevamente y planta un pequeño beso en el dorso de mi mano lo que me hace sentir querida, viva. Viva en aquella cárcel que él mismo creo para mí, su cárcel repleta de oro y diamantes, pero sigue siendo una pequeña cárcel a pesar de lo lujosa y encantadora que podría ser si yo la mirara con otros ojos. Estos son los momentos que hacen especiales a Aurelio. Los momentos románticos, tranquilos sin discusiones, pero luego sale eso rencor o ese odio hacía mí y todo desaparece junto con sus sentimientos, escondiéndose en un pequeño rincón.

Recuesto mi cabeza sobre el cristal acomodándome un poco más, mientras cierro mis ojos. De un momento a otro lo único que recuerdo son las luces de las calles iluminando levemente el auto y mis ojos.

(.........)

-Dormilona ya despierta. - Aurelio toma mi cuerpo en sus fuertes brazos y yo pongo mis brazos sobre su cuello para no caer. Intento abrir los ojos, pero no puedo, me siento muy cansada, débil. ¿Me drogaron? Quizás estoy drogada y no lo sé, igual ya no podría defenderme.

Siento una superficial plana y acolchonada, suave, donde ponen mi delgado cuerpo. Mantengo mis ojos cerrados todavía, pero siento cuando a alguien envuelve mi cuerpo con algo muy parecido a la ceda y con un olor delicioso a lavanda. Siento que una puerta se cierra y el sueño me consume nuevamente.

(........)

Poco a poco abro mis ojos, intento ubicar donde estoy, pero todo es extraño para mí.

-¡Hay!

Me sobresalto cuando lo veo sentado en un sofá en algún espacio de la habitación, sus ojos están sobre mí, me intimida cuando me mira profundamente, escudriñándome con sus grandes ojos como si pudiese mirar dentro de mí.

-Eres una dormilona. - Bromea.

-Estaba cansada. - A bostezó y me disculpó, es de muy mala educación, pero Aurelio parece no molestarle. Solo veo una pequeña sonrisa en sus labios. Esos labios carnosos y rosados que me gustan. Por supuesto me refiero a los labios que comúnmente son así no específicamente los de él.

O quizás solo son los de él los que quisiera probar.

No dormiste mucho, es temprano. -Sigue usando su computador sin mirarme. Yo sigo observando el cuarto tan lujos donde estoy y también veo la hermosa cama donde me encuentro justo ahora. -Geryel puede ir contigo de tiendas si quieres. - Ahora deja de escribir y me mira, se levanta del mueble y camina hacia mí llevando consigo su computador.

Solo dime Acepto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora