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El sexo, probablemente es la única cosa que Eric considera simple. Tan fácil como abrir las piernas y disfrutar. Puedes hacerlo incluso si son dos completos desconocidos que intercambian dos palabras hace segundos, si le conoces desde que son niños o si se conocieron hace cuatro meses.
Amor, odio. Si es judío, si es pelirrojo, si tiene los ojos más hermosos que haya visto nunca, nada de eso importa en realidad.
Solo basta con sentirse bien. Cualquier otro sentimiento debería ser innecesario.
— ¿Vas a matarme? — Eric dijo, desde hace más de media hora solo veía el mismo paisaje, montañas cubiertas de nieve, una solitaria y congelada carretera, aún más desesperante era la manera en la que Kyle se comportaba. Muy sospechoso.
— ¿Qué? — El pelirrojo desvió por breves segundos su mirada del camino, para ver a Eric.
— ¡Llevamos en este auto tres putas horas!
— ¿Y cómo llegaste a la conclusión de que quería matarte?
— ¿Seriamente? ¡No hay ni un alma a cien kilómetros a la redonda! ¡Estas llevándome a la nada! ¡Y desde que salimos de casa tienes esa estúpida sonrisa en tu estúpido rostro judío! — Kyle sonrió suavemente, copos de nieve comenzaron a caer, esperaba que fuera una pequeña tormenta, no quería que su sorpresa tuviera que posponerse por más tiempo. — En serio, Kyel. Cuando dijiste que querías mostrarme algo, realmente no creí que estuviera hasta el final del jodido mundo.
—Valdrá la pena.
—Espero que sea algo así como una bolsa gigante de Cheesy Poofs o una piscina llena de chocolate con malvaviscos, porque de otra manera voy a asesinarte.
Eric sacó su teléfono celular del bolsillo de su chaqueta, contestó algunos mensajes de su madre y de Kenny, abrió su Facebook y Twitter, en ambas dejó un mensaje de broma diciendo que, si no volvía a casa esa noche, era porque Kyle lo había asesinado y ocultado su cadáver en alguna parte desconocida y adjunto una foto que tomó del paisaje.
—Acabo de arruinar tu plan, judío. — Le mostro a Kyle la publicación en su Twitter, su sonrisa vanidosa, hizo a Kyle sonreír de vuelta.
Eric regresó su atención a la pantalla del teléfono, Kyle subió la calefacción del auto y bajó un poco la velocidad, era mejor tener un viaje algo lento y poder llegar a su destino, que no llegar a el. Escucho a Eric reír y maldita sea, su corazón se volvió loco, otra vez.
Kyle iba a arriesgarlo todo ese mismo día.
Su relación con Eric Theodore Cartman, era... simple.
Se conocieron en un bar hace exactamente tres años, Kyle estaba divirtiéndose con sus amigos, dejando el estrés del trabajo y olvidando la insistencia de su madre, cada sábado por la noche cuando lo llamaba por teléfono para preguntar cuándo es que llevaría a casa a su pareja. Su madre había dejado atrás el shock inicial de saber que su hijo mayor era gay, pensó que con eso ella dejaría de insistir para que se apresurara a formar una familia, pero todo siguió igual, con su puntual llamada para saber cómo le estaba yendo en New York y si ya había conocido a algún chico especial.
