No era la primera vez que Kenny se sentía nervioso, pero si era la primera vez que no sabía qué jodidos hacer; fue hace seis años, cuando Eric, su esposo daba a luz, Kenny tomaba su mano y no le importaba mucho que Eric casi se la arrancara, él solo quería hacer algo para ayudarle a soportar el dolor. Le escuchaba gritar todas las maldiciones y groserías que sabía, en todos los idiomas que podía recordar e incluso, era posible que haya inventado algunas más.
Como su esposo, mantener la calma en estas situaciones era lo mejor, le hablaba dulcemente, guardándose para él el miedo. Aunque el tiempo para Eric parecía no caminar, para Kenny era todo lo contrario, el tiempo pasaba demasiado rápido.
—Tranquilo... — susurro Kenny y limpio la frente de Eric, con el paño que una de las enfermeras le había dado. — Eres fuerte Eric. — Kenny quería aparentar serenidad, para darle un poco de confianza a su compañero.
—Kenny... — Eric lucía cansado, su suave cabello castaño, húmedo por el sudor, se pegaba a su frente, sus mejillas regordetas estaban rojas y sus ojos llorosos, rojos e hinchados, aun así, se veía más hermosos que nunca. — Vas a vivir sin sexo a partir de ahora... ASÍ QUE ESPERO QUE TENGAS UNA EXCELENTE MEMORIA, ¡JODIDO IMBÉCIL!
Y de pronto, hubo dolor, mucho dolor, Eric gritó y sujetó la mano de Kenny tan fuerte, tan fuerte, que incluso el mismo castaño creyó haberla arrancado de verdad. Y realmente esperaba haberlo hecho, retribuir un poco del dolor que estaba sintiendo.
El llanto de un bebé inundó aquella sala, Kenny no sentía su mano, pero la felicidad era tanta que, poca importancia le dio a ese hecho, las lágrimas de Eric ya no eran por el dolor, eran de pura felicidad.
—Aquí tienes. — Eric apenas podía mantenerse despierto, pero hizo un gran esfuerzo para conocer a su pequeño o pequeña, — Es un saludable varón.
—Un niño... — Susurro Kenny, Eric sonrió levemente al ver el hermoso resplandor en los ojos del pelirrubio al contemplar a la pequeña criatura entre sus brazos, las delgadas y apenas visibles hebras platinadas, los sonidos que emitía cuando se movía, sus manitas que se abrían y cerraban, Kenny extendió su propia mano y esa otra pequeña mano envolvió su dedo pulgar, tan cálida, tan pequeña y frágil.
—No llores marica, fue a mí a quien le dolió... — Eric rodó sus ojos y limpio las silenciosas lágrimas que su esposo derramaba.
—Gracias, gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo, Eric. — Kenny se inclinó y depositó un beso sobre la frente del castaño y Eric exhausto cerró sus ojos con una sonrisa en su rostro, solo dormiría un poco, dejaría al pequeño Kaleth en manos de Kenny. — Te prometo que los protegeré y los haré muy felices... ustedes son mi más preciado tesoro.
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Sin embargo, más que protegerlo, Kenny tenía la imperiosa necesidad de que Kaleth creciera ya y dejará el nido, específicamente que dejará a Eric.
— ¡Dame más! — Indico el pequeño pelirrubio, abriendo su boca. Eric sonrió levemente y llevó el trozo de fresa a la boca de su pequeño niño, Kenny observaba todo en silencio, mientras fingía leer el periódico de esa mañana. Un desayuno bastante normal en familia, donde Kaleth se llevaba por completo la atención de Eric; una escena que se ha repetido durante seis años.
— ¿Cómo está Kaleth?
— ¡Delicioso mami!
—Creo que puedes comer tú solo, Kaleth. — Dijo Kenny mientras bajaba el periódico y tomaba la taza de café con fingido desinterés.
—Kaleth... Kaleth... puede ha-ha-hacerlo solo... ma-mami... — pero justo después de haber dicho esto, el pequeño Kaleth comenzó a llorar.
Kenny recibió esa mirada de Eric y una que otra maldición.
—No llores Kaleth, solo ignora a este tipo...— Eric tomó al pequeño niño y le abrazo, acaricio su espalda y palmeo gentilmente su cabeza. Después de algunos segundos el llanto del niño se calmó y Eric beso sus mejillas mientras le decía que era un niño bueno.
Pero si Eric observará a Kaleth con los ojos de Kenny se daría cuenta de que ese ángel, era en realidad un demonio. Para muestra esa pequeña y engreída sonrisa de victoria que le dedicaba a escondidas de Eric.
El teléfono celular de Eric sonó, por el tono de llamada sabía que era del trabajo, e inmediatamente se puso de pie para contestar, dejándolos solos en el comedor.
El silencio invadió el lugar, Kenny bebía de su café y Kaleth de su jugo de naranja. El mini demonio tomó el tenedor y pincho un pedazo de fruta de su plato; todo bajo la atenta mirada de su padre. Kaleth era prácticamente una copia de Kenny, el mismo color de ojos, el mismo tono de cabello, incluso el mismo gusto con los hombres castaños de hermosos ojos café y rellenitos.
Kenny suspiro, a veces, soñaba con una adorable niña, de hermoso cabello castaño atado en dos coquetas coletas, brillantes y grandes ojos cafés, mejillas infantiles y regordetas que lo llamaba "papi".
— ¡Mami es mía! — Y ahí estaba, la declaración de guerra que no podía faltar cada vez que estaban solos.
—Por supuesto que no, Eric es solo mío. —Kenny sabía que era patético, pelear con un niño, específicamente con su hijo, por el amor de Eric.
— ¡Hoy me quedaré con Eric toooodooo el día!
Hubo una vez, yo... realmente pensé que este organismo viviente era adorable. — Pensó Kenny, rememorando cuando Kaleth era un bebé.
Conforme el tiempo pasaba y Kaleth crecía, más se apegaba a Eric. Atrás quedaron los juegos tiernos y divertidos, ahora entre padre e hijo había una verdadera competición por el amor de Eric. Y a Kenny le cuesta admitir que Kaleth le lleva ventaja.
Cuando Eric regreso Kaleth le recibió con una bonita sonrisa, mientras que Kenny emanaba una fuerte y sofocante aura, pero por su propio bien decidió solo quedarse callado y terminar su desayuno.
Kaleth podía tenerlo todo el maldito día, Kenny lo tendría toda la noche. Y si tenía suerte ese sueño se haría realidad.
—Mami, aquí hay un poco de miel. — Señaló Kaleth, la mejilla del castaño. —Realmente eres muy descuidado... Eric. — Kaleth extendió sus manos y ya que anteriormente Eric le alimentaba, la distancia entre sus asientos era mínima, facilitando así la tarea del niño, inclinándose, atrayendo a Eric con sus pequeñas manos, lamió su mejilla y el rastro de miel.
La taza de café que Kenny tomaba ahora se encontraba en el piso, rota y el líquido esparcido... Kaleth sonreía encantadoramente, aunque Kenny sabía que bajo esa máscara angelical había un demonio sonriendo vencedor.
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Jajajajaja si así es ahora que tiene seis años, no quiero saber que pasara cuando tenga quince... no, mentira, SI QUIERO SABER.
orz soy una pervertida... pues ya que tengo mi pase VIP al infierno... no hay que dejar ninguna opción de lado 7u7
Posdata: ya saben, en mi fantasioso y perfecto mundo los hombres se pueden embarazar, porque si alv...