Alfa.
Hay dos tipos de Alfa.
El primer grupo engloba a todos aquellos que son merecedores de tal privilegio. Poderosos, de todas las maneras posibles, no solo en cuestión de fuerza física. Autoridad, inteligencia, carisma, ingenio, son genios innatos, ganadores desde pequeños.
Y esta esté segundo grupo: que, por cuestiones inexplicables, suerte quizás, son catalogados junto con los mejores.
Butters es la mayor prueba de los de este segundo tipo. Torpe, demasiado ingenuo, tímido y carente de cualquier tipo de fuerza o carisma. Sin embargo, aquí está, en una de las mejores compañías del mundo, en una oficina que es más grande que su habitación en casa de sus padres y ganando más dinero del que se podría haber imaginado, sólo porque su currículum tiene una palabra: ALFA.
La vida no es justa, para algunos. Para él, es terriblemente sencilla.
Butters suspiro mientras observaba la pila de trabajo en su escritorio, su secretaria le regaló una sonrisa coqueta.
Ella era una linda Omega, de las pocas que tenían la fortuna de trabajar.
Desde que el Alfa Kyle Broflovski, un respetado e importante miembro de la política presentó la primera ley que defiende los derechos de los Omegas, se han visto grandes cambios, aún no es suficiente. Pero los pequeños pasos, tarde o temprano te llevaran a tu destino.
Entonces Kyle, es el perfecto ejemplo del primer tipo de Alfa.
—¿Sucede algo jefe? — Bebe y su juguetona voz, Bebe y sus intentos para llamar su atención.
—No. — Butters sabe que hay algo mal con él.
Cualquier otro Alfa estaría encantado con la evidente insinuación de la Omega, Stan le preguntó hace días cómo es que podía estar en la misma habitación que ella sin perder el control, las feromonas que emanaba eran, definitivamente suficientes para hacerlo perder la razón aun después de que ella se hubiera ido.
Butters se alzó de hombros, sin entender lo que Stan le había dicho.
No entendía a Bebe, no entendía generalmente a los Omegas, ¿Qué es lo que buscaban en un Alfa como Butters?
Kenny se había reído de él cuando medio borracho, le contó esto.
Por supuesto, todo mundo busca el estatus, poder y dinero que la casta más poderosa te da.
—Jefe. — Bebe lo llamó, cuando alzó su mirada, la Omega tenía el teléfono en la mano y con la otra tapaba la bocina. — El director de finanzas quiere verlo. — El rubio sonrió ante el tono de hastío que Bebe utilizó, si fuera otro tipo, Bebe estaría en la calle ahora mismo.
Sin embargo, mañana mismo pediría una nueva secretaría, de ser posible Beta.
Eric Cartman era inteligente, de muchas maneras, tenía el ingenio y el carisma, la determinación de estar por encima de todos los demás, quería y disfrutaba del poder y le gustaba que respetaran su autoridad. Tenía todo lo que se necesitaba para ser un Alfa.
De hecho, lo era. Otro perfecto ejemplar de Alfa.
El Alfa Eric Cartman, director de finanzas.
La oficina de Eric era, posiblemente más grande que la casa de sus padres, con su propia sala de juntas suficientemente grande para quince personas y una pequeña habitación para descansar, que ciertamente Butters jamás había visto, hasta ahora.
Pero la situación no es la mejor.
El latido acelerado de su corazón, el aroma increíblemente excitante que inunda la habitación, el calor sofocante que siente aun cuando el aire acondicionado esta al máximo, la incomodidad entre su entrepierna.
Era la primera vez que se sentía de esa manera.
— ¿Eric?
—Solo deja los malditos documentos en mi escritorio y vete Butters. — Es extraño escuchar la voz de Eric, con una puerta interponiéndose entre ellos. Usualmente Eric lo regaña, le dice que no merece ser un Alfa y lo llena de más trabajo fastidioso.
Como el Alfa sumiso que es, Butters quiere seguir las órdenes del Alfa más poderoso en esa habitación, pero el aroma en el aire es casi adictivo, es fascinante.
Deseo y miedo.
Eric está en celo.
Butters sabía que definitivamente algo estaba mal con él.
—Eric.
— ¡LÁRGATE! — Los Alfas suelen ser agresivos cuando están en celo, especialmente ante la presencia de otro Alfa, no importa cuán inferiores sean, es casi instintivo. Butters debería estar corriendo lejos de allí, pero lamiéndose los labios resecos, extendió su mano para abrir la puerta, cerró sus ojos disfrutando del mar de feromonas que Eric había emanado.
Y finalmente, despertó.
Su Alfa.
—Eric, sé cuánto te duele... — Butters aflojo el nudo de su corbata, su saco cayó al piso.
— ¿Qué mierda haces Butters? ¿Qué jodida mierda crees que haces? — Eric quiso imponer su fuerza, dominar a la mierda de Alfa que Butters era, sin embargo, el rubio siguió avanzando, sus ojos estúpidamente gentiles y amables, estaban nublados de deseo y ligeramente teñidos de negro.
—Estoy ayudándote, Eric.
—¡Deja de...! — El castaño cubrió su boca y nariz. Había un nuevo aroma en la habitación, uno que lo obligaba a mostrar sumisión.
Era inconcebible.
Su mirada llena de odio se posó en la única persona en la habitación.
Butters, el maldito. Estaba riéndose de él.
—Solo acéptame Eric, acéptame y te ayudare a calmar el calor. — Lentamente el rubio se acercó a Eric, algo en aquella perspectiva le agradaba, no solo por el hecho de notar la erección de su jefe, o sus manos aferrándose desesperadamente a cualquier cosa, la mirada llena de odio, deseo y temor.
Ah, lo sabía.
—Ayúdame... Butters... — Ver a Eric por primera vez desde la cima, era lo que más disfrutaba.
—Ayúdame, ¿Qué?... — Eric mordió su labio, Butters río y se inclinó levemente para lamer las gotas carmesíes y limpiar las lágrimas saldas de humillación. — Dilo apropiadamente con esta linda boca tuya.
—Ayúdame... Alfa.
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Secret Garden.
FanfictionSouth Park Recopilación de One-Shots. AllxEric Cartman. Hetero. En su mayoría YAOI.