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Ver las estrellas era un lujo que muy pocos podían darse en momentos como este, sin embargo, Eric Cartman no era alguien que descuidara tan fácilmente su vida.
Pero, morir mientras era hechizado por la belleza de la noche, ¿No sonaba romántico?
—Esas son la clase de estupideces que Butters diría, — Eric elevo su mano, y la posó suavemente sobre su ojo derecho, era insignificante y el dolor casi desaparecía, su ojo había sido levemente lastimado, no era nada por lo que temer, su orgullo era el que estaba gravemente dañado.
Uno de sus más poderosos hechizos... ¿Cómo pudo defenderse de él? ¿Cómo pudo siquiera lastimarlo? Ese...
—Ese sucio elfo judío...
—Le agradecería que no hable así de su Alteza. — Eric sonrió, desde que dejó el campamento de guerra y se aventuró a entrar al bosque que lo separaba del reino de los elfos, lo sabía, esa sensación de ser observado, esa terrible sed de venganza, el olor de la sangre y de la muerte que siempre acompañaban a la leal sombra del Rey Elfo. — ¿No sé supone que debería estar lamiendo sus heridas?
El guerrero: Stan Marsh.
No había nadie más allí, solo Eric y Stan.
— ¿No sé supone que deberías estar cuidando a tu princesita?
El pelinegro salto desde una de las ramas de un gran árbol, el guerrero frente a él era un humano, un humano que había traicionado a su propia especie; a su propio Rey, para pelear al lado de los sucios Elfos.
Stan llevó su mano hasta la empuñadura de su espada, este era el momento perfecto; El Gran Rey Mago estaba frente a él, solo, débil por la feroz batalla acontecida hace apenas algunas horas, ahora mismo, era la oportunidad perfecta para que él...
Eric observo al pelinegro acercarse lentamente, no tenía miedo ni siquiera estaba preocupado al ver como el guerrero alzaba su filosa espada contra él, la hoja relucía limpia en apariencia, pero sucia en esencia, por todas las almas a las que había dado muerte por órdenes de su único rey.
—Oh, pero lo hago. — Stan se detuvo frente a él, una sonrisa arrogante en su rostro y sus profundos ojos azules observando con cierta diversión. — Estoy cuidando de mi princesa.
—Han sido tres años. — Susurro Cartman solo después de asegurarse con su magia que, en efecto estaban completamente solos y a salvo, extendió su mano y de inmediato la actitud de Stan cambio, la sonrisa arrogante desapareció y hubo solamente devoción en su mirada, clavó su espada en la tierra y se arrodillo, sujeto el dorso de la mano de Eric y suavemente beso sus nudillos.
—Mi rey, mi único y amado rey. He vuelto. — Eric asintió cuando Stan alzo su mirada, la última vez que había visto tan cerca en la mirada azul de Stan fue, exactamente hace tres años, como gobernante no tenía nada que reprocharle, porque sabía que Stan estaba sacrificando más que su propia vida para esta misión. — Lamento mi anterior comportamiento.