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Eric Cartman escondió su voz.
Hace seis meses, Liane Cartman llegó a la escuela para gritar y reclamar al director PC, su único y adorado hijo había llegado a casa bastante tarde, con los ojos rojos e hinchados, con sus pequeñas manos llenas de tierra y cortes, con los trozos de metal y partes electrónicas de lo que hacía menos de cinco horas eran un celular, una laptop, un Ipad, entre otras cosas perfectamente funcionales.
Eric se negó a decir que sucedió, se negó a decir una palabra desde entonces.
No dijo nada cuando todos supieron que él no era CazaPutas42, no los insulto, no los señalo, ni siquiera planeó una venganza como Butters temía, con los días, con las semanas, no dijo nada. Después, cuando la verdad salió a la luz, cuando Gerald Broflovski fue descubierto como el troll de internet, todo mundo pensó que Cartman haría algo, que diría algo...
No fue así.
Durante seis meses nadie ha vuelto a escuchar la voz de Eric Cartman.
Las chicas que al principio se alegraron de ello, porque, vamos ¿No te alegrarías tú, si dejaras de ser insultado, burlado o minimizado? ¿No pensarías que la escuela es mucho mejor sin el niño gordo que cuenta chistes racistas o se burla de tus creencias religiosas? ¿No es mejor tener a un Eric Cartman herido y en silencio, que tener al viejo y odioso Eric Cartman?
Aparentemente, no.
Por increíble que parezca, extrañaban al niño racista, antisemita, sociópata, psicópata, engreído, narcisista y mil mierdas más que lo hacían ser él.
South Park simplemente perdió su magia cuando Cartman eligió esconder su voz, Kyle y Wendy ya no tenían con quien discutir, Butters ya no tenía a su mejor amigo al que temer y cometer mil locuras por él, aunque sabe que se meterá en problemas, Stan odia incluso extrañar ser llamado hippie.
Jimmy ya no tenía quien robara sus chistes, sus buenos chistes.
Craig detestaba admitirlo -y probablemente nunca lo hará-, pero echaba de menos a Cartman y sus "consigan una habitación" cada que lo veía con Tweek.
El pueblo tenía la paz que no querían, la tranquilidad y normalidad es algo que puede volverte más demente que lo extraño, cuando estas tan jodidamente acostumbrado a esto último.
—Así que, estaba pensando en hacer una colecta entre todos y reponer las cosas de Cartman. — Pero de entre todos ellos, Token, inexplicablemente se sentía mucho más necesitado de escuchar nuevamente la voz de Cartman.
Insultos, sus planes malévolos o incluso solo para reír.
No tenía sentido, tampoco podía, ni quería darle sentido.
Él pensó en llamarlo culpa, era culpa, parte de esa necesidad. Pero había algo más allí, que no se molestó en entender, tenían diez años, así que había muchas mierdas que no entendería por ahora.
Todos los que sabían sobre aquel incidente en la cabaña, inmediatamente dijeron que sí. Kyle, como el chico responsable y malditamente moral, dijo que él pagaría por la mitad de todo.
—Y te lo juro por la luna y las estrellas en el cielo... Estaré ahí.
Token sonrió débilmente ante la pequeña y casi inaudible voz. Dejo de pensar en todo y se concentró solamente en escuchar.
— Te lo juro... Como la sombra que se encuentran a tu lado... — Hace una semana, se quedó tarde en la escuela, tan tarde que el sol comenzaba a ocultarse, así que supone fue suerte.
Ser el primero en escuchar otra vez a Eric Cartman.
Y sí, la magia volvió.
—Yo estaré ahí.
Lo hacía sentirse casi egoísta, deseando ser el único en escucharlo.
Token sabía que Eric era igual a una tormenta, a veces destructiva e impredecible, algunas otras: necesaria, pero nunca, nunca, podrás controlarla.
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