9|Camina conmigo

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Era domingo y Joseph dormía profundamente. Había tenido una semana larga y extenuante debido a todo el embrollo con Messer y si a eso le sumaba el hecho de que en la agencia, Greg había estado insoportable, quejandose cada dos por tres debido a la campaña que debían montar para Red Jacket.

Así que tal vez Joseph se merecía dormir hasta pasado medio día...pero como muchas veces, la vida se encargaba de truncar sus deseos. Se despertó abruptamente cuando su teléfono empezó a timbrar insistentemente. Gruñó molesto y  escondió la cabeza bajo la almohada para tratar de amortiguar el sonido. Si alguien necesitaba hablar con él, que llamara más tarde.

Pero entonces un pensamiento traisionero cruzó por su cabeza: "¿y si se trataba de Messer?". Se incorporó abruptamente y alcanzó el teléfono solo para bufar decepcionado al ver que se trataba de Amanda; se quedó inmóvil cuando sopeso su reacción, ¿Decepcionado? ¿Era enserio? Tan solo un par de días atras se había prometido a si mismo que cortaría cualquier tipo de comunicación con Messer Anderson y ahí estaba, esperando por una llamada...¿Acaso podía ser más patético? Ni él mismo se entendía.

Esta vez la pantalla se ilumino mostrando la entrada de un texto y este obviamente era de Amanda.

«De: Amanda

En vista de que no respondes a una miserable llamada, te escribo esperando que esto si llegues a leerlo...

Sere breve: espero que estes pensando seriamente en asistir al cumpleaños de Jason hasme saber si es así o de lo contrario seguiré insistiendo hasta que digas que .

Cuidate. »

Había tratado de no pensar en ese asunto, al parecer no era posible. No había cambiado de opinión y nada de lo que Amanda hiciera haría cambiar el " no" de su respuesta. Se dejó caer contra la cama nuevamente y cerró los ojos tratando de rescatar el sueño, pero sabía bien que eso era por demás imposible. Una vez despertaba, difícilmente podía volver a dormirse.

—¡Un día!— gritó viendo el techo de su habitación— ¡Solo quería un jodido día de descanso!

Se pusó de pie y decidió que lo mejor era hacer algo productivo, algo como ejercicio, cosa que había descuidado ultimamente. Por suerte el edificio en el que vivía, contaba con un gimnasio privado en la última planta.

No tardo ni diez minutos en llegar a su destino. El lugar estaba bastante bien equipado y además todas las paredes eran de cristal, lo que dejaba un buen panorama de toda la zona urbana en la que estaba ubicado el edificio. Y aquel día la vista era especialmente buena porque por un milagro divino el cielo estaba despejado y el sol brillaba alegremente.

¿Karma o Suerte?  (Suerte #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora