Asmodeus de la lujuria, David Dunoir. Rango: Pecado.
Calendario: Año 2010, Mes 8, Día 26.
Base de reuniones de los Pecados Capitales. Londres.
Sudor y calor, la temperatura de nuestros flameantes cuerpos inundaba el armario que guardaba nuestros deseos.
Lujuria y pasión, cada turno acercaba un ansia de liberación al clímax del querer.
Blanco y negro, los colores del tablero libran los sentimientos escondidos en la sangre de los ingratos.
- Poco después fui llevada al lugar donde conocí a Héctor – La voz de Lynn se volvía más y más tenue, hasta el punto en el cual apenas se le podía entender – lastimosamente, en aquel momento no recordaba nada, no fue sino hasta que el señor Altaír me disparó que recordé un poco, pero en este momento recuerdo muy poco.
La situación no había cambiado mucho desde que comenzó, solamente que había aumentado la temperatura en la habitación, quizás teníamos un poco la culpa.
- Hasta donde tengo entendido todos los de tu caso pierden la memoria luego ¿Y desde cuando puedes sentirlas? – Lucifer muy intrigado preguntó –
- Pues... luego de que David me... bueno, tú me entiendes, solo sé que desde ese momento puedo escuchar sus voces, sentir su dolor, y si ellos me lo permiten, ver sus recuerdos, o al menos los más importantes, a veces hasta me hablan directamente.
- Entiendo, tienes que saber que ahora tu camino se llenará de un tono muy oscuro, si no eres fuerte podrías perder la cordura ¿estás lista para eso?
- Siendo sincera, no, pero en realidad nunca he estado lista para nada y lo he superado ¿Qué puede ser diferente esta vez? – se escuchó una pequeña risa vacía -
- Bueno, al menos tienes a alguien que te guíe, si en algún momento tienes alguna pregunta o duda, puedes contar conmigo.
- Muchas gracias, por cierto, ahora tienes que cumplir tu parte del trato.
- Nunca dije cuando lo haría – Lucifer rio un poco –
- ¡Oh vamos! No es justo – Se le oía un poco molesta a Lynn – vamos, cuéntame
- Esta bien, te contaré una vez vuelvas de tu misión con David ¿vale?
- ¡Ya lo había olvidado! – Pasos desesperados y el sonido de la puerta cerrándose se escucharon mientras se iba Lynn.
- Bueno, ahora que ya se fue – Lucifer golpeó dos veces la puerta – No sé si lo saben, pero no solo siento la presencia de los vivos, también tengo muy buen oído, así que, por favor David, deja tu partida y vístete, Satán, Leviatán, Vega y Lynn te esperan fuera del edificio.
Luego de escuchar la puerta cerrarse, Louise y yo, muy avergonzados, nos vestimos y fui hasta el exterior del edificio, allí me esperaba una camioneta negra, de esas que vez en las películas cuando secuestran a cualquier persona.
Dentro de la "nada sospechosa camioneta" estaban, por orden de tamaño:
Una muy nerviosa Lynn de alrededor de un metro setenta.
Una mujer con una túnica digna de Drácula y una máscara de cuero con diseño de un rostro siendo desgarrado por dos manos de un metro ochenta.
Un hombre alto como un árbol con una larga capa de color negro que cubría su cuerpo y una máscara de media cara de unos dos metros.
Y, para finiquitar, un hombre al cual no se le veía ni un ápice de piel por la máscara completa con forma de cráneo, totalmente dorada, por cierto, con una corona de oro, una túnica de un color vino tinto con detalles dorados y una cosa muy achuchable que rodeaba su cuello, un cetro de oro con diamantes incrustados y lo que parecía un libro con una cubierta de cuero parecido a un rostro gritando.
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Aquel pensamiento
Misterio / SuspensoEl valor de un hombre no es otro más que el de su forma de ver el mundo... A veces, solo aveces, la vida se simplifica a solo dos caminos: "¿Podré o no podré?", pues esta es la historia de un hombre que tan solo quería responder una pregunta... "¿Q...