Asmodeus de la lujuria, David Dunoir. Rango: Pecado.
Calendario: Año 2010, Mes 8, Día 23.
¿Hospital psiquiátrico?
Reír, cantar, llorar
Ríe, canta, llora
Río, canto, lloro
Entre risas y carcajadas la vida va perdiendo energías, canticos del fin resuenan en sus mentes y entre lamentos declaran su final con un grito de templanza.
15 días, 15 días habían pasado desde que aparecí en aquella habitación, hice algunos fuertes lazos con personas que realmente extrañaré, Héctor, Lynn y Eliwood.
Lynn, una chica de solo 18 años que desde que tiene memoria ha estado reclusa en ese lugar, ni padres ni tutores, desde muy chica las únicas formas en la que obtuvo conocimientos fue a través de libros que, curiosamente, aparecían en las mañanas en su cuarto con pequeñas notas, y por los otros reclusos, aunque irónicamente no recordó como aprendió a leer, o al menos eso me dijo.
Imagino que pasó por mucho, una niña pequeña sin ningún guía en un ambiente donde cualquiera pudo aprovecharse de ella, aunque con lo que ocurrió con el que intentó formar un escándalo, seguramente no ocurrió nada; a veces se le ve hablando sola pero fuera de ello es totalmente normal.
Eliwood, un chico de 15 que llevaba allí ya 4 años, sus padres fueron extrañamente desaparecidos ¿por qué no digo que desaparecieron simplemente? No lo sé, no quiso decirme, nada más, solo sé que no desaparecieron simplemente gracias a Héctor. Ese chico era un poco más peculiar que los demás, hasta ese momento nunca lo había visto tranquilo, siempre al pendiente, quizás sea correcto decir paranoico, sin embargo, parecía tranquilizarle un poco el hablar, quizás esté mal, pero me divertía mucho verlo dar pequeños saltitos cuando lo interrumpía con fuerza al hablar.
Héctor, este espécimen era el más interesante, realmente no se mucho de él, incluso ahora me pregunto por qué hizo lo que hizo, realmente lo extrañare, me hubiese servido bastante a cumplir mi objetivo de saber la verdad.
Un hombre de 26 años que llevaba ya desde los 8 años allí, no sé cómo aguantó tanto, yo con 44 días ya estoy que me vuelvo loco. Estudió el lugar, los mecanismos, los horarios, todo, el salir se le había vuelto una obsesión que paró en desesperanza, nada, ni una sola forma de salir de este lugar, no era posible, para hacerlo solo haría falta una cosa, una cosa que ese día ocurrió.
Entran los ponys de la guerra para acoplar la música a su ritmo, corriendo y relinchando para agravar las luces del alba, el nacimiento de un nuevo acto será el principio del genocidio.
Era mediodía, una hermosa melodía de un violín resonaba en los muros, algo muy extraño ya que las únicas cosas de aspecto musical que habían ocurrido eran en las horas de entretenimiento que algunos reclusos les gustaba cantar. El sonido se agravaba con el tiempo, hasta que un "muro" se abrió deslumbrándonos con una luz blanquecina.
Un hombre canoso en una silla de ruedas entró con dos guardias con armas largas, declarando sus intenciones de extraer un recluso. Por primera vez en la historia vieron alguien del personal, obviamente se alteraron, uno de los reclusos intentó guiar a los demás impulsándolos con un "grito de guerra", sin embargo, sus palabras quedaron mudas ante el sonido de una bala atravesando su cráneo.
La sangre salpicó los rostros de todos, callando a la fuerza cualquier intento de rebeldía, permitiéndole a ese hombre decir un nombre, un nombre que nadie esperaría y que me dejaría estupefacto.
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Aquel pensamiento
Mystery / ThrillerEl valor de un hombre no es otro más que el de su forma de ver el mundo... A veces, solo aveces, la vida se simplifica a solo dos caminos: "¿Podré o no podré?", pues esta es la historia de un hombre que tan solo quería responder una pregunta... "¿Q...