Huyendo

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Fue un fin de semana eterno para Alec. Normalmente, Lydia no hacía mucho acto de presencia en sus fines de semana, primero porque él trabajaba hasta las tres de la tarde los sábados y, segundo, porque desde que la abuela de Lydia se había enfermado de cáncer, sus padres y ella solían viajar constantemente a verla, en la ciudad vecina.

Pero justo ese fin de semana, luego de perder su virginidad el viernes y quedar con una notoria marca morada en su cuello –trabajo de Magnus–, Lydia parecía desesperada por verlo.

–Mierda, mierda, mierda –murmuraba Alec, apenas teniendo tiempo de ver su celular.

Eran las doce del día, era sábado y él estaba en la caja, pero los mensajes de Lydia no paraban de llegar.

«Amor, Meliorn dará una fiesta en su casa hoy»

«¡Ni se te ocurra ir! Aunque Magnus trate de convencerte»

«Camille se pondrá como loca si sabe que van, ya sabes cómo odia a Meliorn y a Selina»

«¿Nos juntamos un rato en la tarde?»

«Siento que no ves mis mensajes»

«¿Mucho trabajo?»

«¿O me estás ignorando?»

«¿Amor? No te toma más de un minuto escribir un simple 'ok'»

«Bueno, si no me quieres ver también podrías dar señales de vida»

–Alec, despierta –lo regañó por lo bajo Will, que estaba en la otra caja.

Dios santo, si Will me está regañando, debo estar en la mierda, suspiró Alec, arreglándose el flequillo para seguir atendiendo gente.

–Hola, ¿qué vas a pedir? –le sonrió cortésmente a la chica frente a él.

Que le digas la verdad de tu infidelidad a tu novia –sonrió la chica castaña.

–¿Disculpa? –preguntó Alec, mirándola anonadado.

–Un Frappuccino de Caramel Macchiato –repitió la chica, preocupada–. Ay, ¿lo pronuncié mal? Qué vergüenza...

–No, no –negó Alec, aún sin recuperarse–. Perdón, fue mi culpa. ¿Alto, grande o venti?

Sintió la mirada de Will sobre él. Entre los mensajes insistentes de Lydia y todo lo que recientemente estaba pasando en su relación con Magnus, Alec creía que iba a sufrir un colapso.

No fue hasta la hora de su término de turno que Alec pudo responderle a Lydia.

«Lo siento cariño, de verdad tenía mucho trabajo. ¿Nos vemos hoy entonces»

Pese a que Lydia aparecía en línea, no le contestó. Okay, ya metí la pata, suspiró Alec y bloqueó su celular. Pensándolo mejor, no era buena idea juntarse con Lydia y arriesgarse a que viera el cardenal que Magnus había dejado en su cuello el día anterior.

–¿Ya te vas a casa? –le habló Will, que venía con su bolso al hombro y una chaqueta en la mano.

–Sí, estoy cansado –contestó Alec, haciendo sonar su cuello.

–Oye... –Will abrió grande sus ojos azules–. ¿Qué demonios te pasó en el cuello?

Alec rápidamente se tapó con la mano e intentó arreglar el pañuelo con el que había estado toda su jornada de trabajo.

Uff, qué tarde es. Debo volar a casa –intentó escapar.

–¡Alto ahí, vaquero! –exclamó divertido Will, tomándolo del brazo y quitándole el pañuelo–. No puede ser... ¿quién fue el animal que te hizo eso? ¿Lydia, Magnus... alguien más?

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora