En las duchas

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Los siguientes días fueron de maravilla. Sin dudas de por medio, Magnus y Alec al fin se habían permitido ser felices en aquellos momentos en que nadie podía verlos. Camille y Lydia parecían no sospechar nada y, aún más, Lydia parecía contenta de ver que Alec ahora era tan buen amigo con Magnus, sobre todo porque Jonathan aún seguía suspendido.

Aquel viernes se encontraban en el segundo y último receso del día. Como sus clases ese día terminaban a la una, tenían toda la tarde por delante para hacer lo que quisieran.

–Espera... ¿qué? –preguntó Alec, luego de escuchar lo que su novia y Camille habían dicho.

–Camille y yo saldremos de compras hoy después de la escuela –repitió Lydia, con aquella sonrisa que a Alec tanto le gustaba.

–Pueden acompañarnos, si quieren –dijo ahora Camille.

–Se ve un panorama muy interesante y todo... –dijo Magnus, sin creerse sus propias palabras–, pero mejor vayan ustedes solas. "Tarde de chicas" y eso.

Los cuatro soltaron unas relajadas risas, y luego las chicas se enfrascaron en una conversación sobre todas las tiendas que podrían recorrer y los centros comerciales a los que podrían ir.

Momentos como esos eran lo que hacían que Alec se sintiese como si todo estuviera normal y nunca hubiera empezado una relación con Magnus a espaldas de las chicas.

–Ahora toca clase de deportes –le dijo Magnus, viendo que las chicas no paraban de estar en su propio mundo de ropa y moda.

–Y, al igual que el miércoles, no haré nada, nadita –sonrió Alec–. Y podré verte sudar suuuuuuper sexy –habló bajo, entre risas.

–Búrlate de mi mala condición física –refunfuñó Magnus, y de no ser porque estaban rodeados, Alec habría amado besar su fruncido entrecejo.

La campana sonó y fueron a buscar sus cosas para ir al gimnasio de la escuela. Era absurdo que Alec, pese a no poder hacer deporte por su lesión, tuviese que vestirse con el buzo de la escuela de todas formas. Pero más ridículo era tener educación física la última hora de la semana.

–¡Bien, todos al centro de la cancha! –habló la profesora, luego de tocar su silbato–. Calentarán durante veinte minutos: diez minutos dando vueltas a la cancha y el resto estiramientos en parejas. Luego, haremos cuatro equipos mixtos de cinco personas, para jugar partidos de básquetbol.

El curso constaba de veintitrés alumnos, pero dos habían faltado -uno era Jonathan- y Alec, al no poder jugar, contaría los puntos de los partidos mientras la profesora hacía de árbitro.

Durante el calentamiento, Alec se divirtió viendo a sus compañeros trotar. La mayoría aprovechaba cada momento que la profesora no miraba para poder caminar, aunque ese no era el caso de Lydia. Esta iba a la cabeza de la fila, manteniendo un ritmo impecable. Alec se maravilló viéndola trotar en su short y su polera ajustada, con una cola de caballo alta que se movía por el movimiento.

Unos chicos más atrás, estaba Camille, quien intentaba alcanzar a su mejor amiga sin mucho esfuerzo, y es que no quería sudar más de lo necesario.

Y casi al final de la línea, estaba Magnus, quien parecía que moriría en cualquier momento. Alec rió para sus adentros, anotando en su mente que luego debía burlarse de Magnus por ser tan flojo y no estar acostumbrado al ejercicio.

El momento de los estiramientos llegó y, obviamente, Lydia y Camille fueron juntas. Normalmente Alec estaría junto a Magnus, pero ahora este ni siquiera intentaba buscar compañero, aun intentando recuperarse de los diez minutos más eternos de su vida.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora