Explosión

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La noche anterior le había enviado un mensaje a Magnus, preguntándole qué había ocurrido con su conversación con Camille, a lo que Magnus se había limitado a decir que «Soy libre». Alec no pudo evitar sentirse muy feliz por eso. Intentó sacarle más información a Magnus sobre cómo había sido, cómo había reaccionado Camille y todas esas cosas, más Magnus sólo le dijo que le contaría al día siguiente y un «Buenas noches, bebé».

Entonces esa mañana de martes, Alec comía de lo más ansioso su desayuno. Sus padres lo veían felices por verlo con tanta energía, mientras Isabelle ya sabía de todo lo que estaba ocurriendo y sonreía, y Jace con Max trataban de comer y dormir sobre la mesa al mismo tiempo.

El timbre sonó y los padres de Alec fueron a abrir. No, no como que se pararon y corrieron para recibir al adolescente que tanto cariño le tenían. No, no. Eso sería ridículo. Magnus era amigo de su hijo mayor, era responsable –¡incluso iba a dejar a los cuatro hermanos Lightwood a la escuela! ¡GRATIS!–, y ellos sólo se apresuraron a la puerta como dos niños porque tenían que irse a sus respectivos trabajos.

Sí...

–¡Hola, señor y señora Lightwood! –exclamó Magnus, alegre.

–Buenos días, cariño –sonrió Maryse–. Nosotros ya nos tenemos que ir a nuestros trabajos, así que te encargo a mis hijos.

–A la orden –asintió, cuadrándose como soldado.

Los padres de familia se fueron, mientras sus hijos ordenaban la cocina y lavaban lo del desayuno. Todos tomaron sus mochilas del sofá y saludaron a Magnus mientras pasaban junto a él, que estaba parado junto a la puerta de entrada.

Max soltó un chillón «¡Hola Magnus!», dando brinquitos mientras caminaba.

Jace pasó serio, lo miró a los ojos, dio un vago saludo de mano y siguió su camino.

Isabelle lo abrazó con fuerza, besó su mejilla y siguió a sus hermanos.

Alec, siendo el último en salir y viendo que había quedado sólo con Magnus, sonrió y lo besó en los labios, fijándose en que habían quedado fuera de la visión de sus hermanos menores.

–Tenemos mucho que conversar –dijo sonriente.

Magnus asintió.

–Así es, así que reserva en tu agenda que el primer receso serás mío –dijo con voz coqueta.

–¡Magnus! –se sonrojó Alec, pero el otro sólo rio y caminó hacia su automóvil. Alec cerró la casa con llave y se subió como copiloto, aún rojo como tomate.

–Hermano, ¿te sientes bien? –preguntó inocentemente Max–. Estás rojito.

–Cosas de adolescentes, enano –se metió Jace, mirando con sospecha a Magnus.

Isabelle sólo sonrió divertida.

~

La primera hora de clases pasó eterna para Alec, no sólo porque estaba ansioso por todo lo que Magnus tenía que contarle sobre su ruptura con Camille, sino que porque ésta lo miró durante toda la clase.

No se veía molesta, como Alec pensó que estaría. En realidad, se veía... ¿divertida?

Bueno, realmente Alec no tenía por qué preocuparse. Es decir, más allá de ser amigo de Magnus y novio de la mejor amiga de Camille, entre ambos no había una relación que los uniera. Tampoco pensaba que tuviese que ver con su ruptura con Magnus, ya que, para todos los efectos, Alec no podría tener nada que ver con eso.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora