Pobre

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Lo primero que pensó Alec cuando abrió los ojos ese lunes en la mañana, fue rogar porque nadie lo delatara ante Lydia sobre asistir a la fiesta de Meliorn el sábado. Si bien él y su grupo habían evitado compartir cualquier cosa en redes sociales, media escuela los había visto allí.

Con esos pensamientos en mente, bajó a desayunar, encontrándose ya con todos sus hermanos comiendo, mientras sus padres terminaban de tomar café.

–Buenos días, hijo –saludó su madre–. ¿Quieres huevos revueltos?

–¿Huevos revueltos? –se sorprendió Alec, no acostumbrado a comer algo que no fuera leche y cereal.

–No les había querido decir hasta que fuese algo seguro –sonrió apenada Maryse Lightwood–. ¡Me ascendieron a jefa de cajas! Lo cual significa que mi sueldo como cajera vendrá de la mano con un generoso bono todos los meses.

–¡Felicidades mamá! –exclamó Isabelle, saltando a abrazar a la mujer.

Alec, Jace y Max se unieron a las felicitaciones y Robert, aunque ya sabía la noticia, no perdió la oportunidad de besar a su esposa.

–¡Ugh, consíganse un cuarto! –exclamó Jace, siendo secundado por Max.

–Maduren –los regañó Alec, dándoles un coscorrón a cada uno.

Entre risas y huevos revueltos, el desayuno siguió hasta que la ya conocida bocina de Magnus dio el aviso de que ya había llegado a por los hermanos Lightwood.

–¡Tengan un buen día! –los despidieron sus padres.

~

Caminando por los pasillos de la escuela, como era habitual, Alec y Magnus conversaban animados, como si sólo fueran amigos. Llegando al salón vieron cómo Meliorn y su grupo hablaban de la fiesta bastante animados.

–Oh no –susurró Alec–. Magnus, ¿cómo haremos para evitar que Camille y Lydia se enteren de que fuimos a la fiesta?

–Uh... ¿no diciéndoles? –contestó Magnus, como si fuera obvio.

–Ugh, eso ya lo sé, señor inteligencia –bufó Alec–. Me refiero a ¿qué haremos si alguien nos dice algún comentario haciendo alusión a que fuimos?

–Para ti es sencillo: decimos que te están confundiendo con Will, que es muy parecido a ti. Yo no sé, pero ya se me ocurrirá algo.

–Tienes que estar bromeando –alzó una ceja.

Magnus suspiró.

–Meliorn y el resto saben que fuimos a espaldas de las chicas –confesó–. Y es que es obvio, considerando que ellas no tienen una buena relación con ellos. Cuando te invité a que fuésemos a la fiesta era porque ya tenía solucionado el tema con Meliorn, quien me prometió tener la boca cerrada.

Aliviado, Alec exhaló y retomó la marcha al salón, siendo seguido por Magnus. Como bien había dicho este, al pasar junto al grupo de Meliorn, nadie hizo comentario alguno sobre ellos.

Apenas entraron, los ojos de Alec viajaron a Lydia, quien leía un libro sentada en su puesto. A paso lento y casual, Alec se acercó para asustarla, ¡y es que se veía tan concentrada!

–¡Lydia Brandwell! –exclamó Alec cerca del oído de la chica, quien saltó en su asiento.

–¡Alec! –regañó sonrojada, pero luego riendo–. Amor, ¡no vuelvas a hacer eso!

Alegre por ver el éxito de su broma, Alec la abrazó y besó en los labios, al fin saludándola. No obstante, la romántica burbuja fue rota cuando Alec se sintió demasiado observado. Su primer pensamiento fue Magnus, pero este estaba siendo víctima de los apasionados besos de Camille. Sin aún romper el beso –para que Lydia no notase su incomodidad–, se volteó al otro lado de la sala, donde encontró lo que buscaba.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora