El fin de una historia

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Los labios de Magnus contra los suyos. Las manos de Magnus recorriendo su cuerpo. Los ojos de Magnus mirándolo en todo momento, como si quisiera guardar el recuerdo.

Ahora todo estaba en su memoria.

Había pasado casi una semana desde el caótico martes donde Alec se había enterado de toda la infidelidad de Lydia, pero sentía que su vida había tenido un retroceso en el tiempo, donde iba con sus hermanos en autobús al colegio, sólo tenía a Jonathan de amigo y trabajaba tranquilamente en la cafetería. Ya no había dramas, secretos, peleas...

Sin embargo, tampoco había un Magnus haciéndolo reír, siguiéndolo todo el día, preocupándose de su familia, amándolo. No obstante, las cosas tenían que ser así, su vida tenía que tener ese cambio. A Alec le habría encantado ser diferente, tal vez más básico, hacer como si nada y que tanto él y Magnus se perdonaran mutuamente, aprovechar que ambos estaban solteros y al fin dejar salir su relación a la luz.

–¿Realmente estás soltero? Perdón, pero me perdí la parte en que terminaste formalmente con Lydia –cuestionó Jonathan, siempre directo y asertivo.

Y es que tenía razón. Desde la pelea con Meliorn –si se podía llamar 'pelea' a la casi matanza por parte de Alec–, no había vuelto a ver a Lydia. Tampoco habían hablado, principalmente porque no se atrevía a llamarla y ella al parecer a él tampoco. Junto con eso, Lydia no había vuelto a la escuela.

Al menos hasta ese lunes.

–Tienes que ser fuerte –sentenció Jonathan, acompañándolo en el baño, donde Alec no dejaba de tirarse agua al rostro.

–Soy un hijo de puta –suspiró Alec.

–¡Hey! Más respeto con la tía Maryse. Ella no tiene la culpa que seas un idiota infiel.

–Lo sé –volvió a mojarse el rostro–. ¿Ahora qué haré? Lydia está en el salón. Volvió.

–Hacer lo que has planeado todos los últimos días: pedirle hablar y, cuando ella te pida perdón por acostarse con Meliorn, tú le dices "tranquila preciosa, yo me he acostado montones de veces con Magnus, con quien te engañé por casi dos meses".

Ahora Alec no se tiró agua en el rostro, si no que se la tiró a su mejor amigo.

–¡Oye! –se quejó el rubio.

–Lo haces sonar tan fácil, pero... ella debe sentirse tan culpable, mientras yo he sido mil veces peor con ella, a sus espaldas.

–Sí, pero bueno, ya las cartas están tiradas –se encogió de hombros–. No estoy diciendo que será sencillo. ¡Tal vez sea lo más difícil que hayas enfrentado en tu adolescencia hasta ahora! Pero te conozco, eres mi mejor amigo, puedes con esto y más. Ambos necesitan sincerarse, terminar formalmente y sanar. Dar vuelta la página.

–Tienes razón... –asintió–. Por cierto, ¿ya pensaste en cuándo decirle a Tessa que sientes lo mismo que ella?

Con todo lo desastroso que había sido el martes, fue recién el miércoles al salir de la escuela que, luego de llorar y contarle todo lo ocurrido a Jonathan, este le dijo que la noche anterior Tessa le había dicho que tenían que hablar y que sería el viernes, en el cine.

–¿Qué tanto vamos a poder hablar en el cine? ¿No se supone que debemos ver la película? –se había preguntado Jonathan, a lo que Alec sólo pudo mirarlo incrédulo.

–¿No te das cuenta de que es una cita? –había preguntado Alec–. ¡Seguramente va a declararse!

–¿A mí?

–¡No, al presidente! –soltó con sarcasmo.

Una parte de Alec había envidiado que su amigo y Tessa parecían al fin comenzar a avanzar en la relación que seguramente terminarían teniendo, mientras él acababa de terminar dos relaciones que, cada una a su propio modo, habían significado tanto para él. No obstante, otra parte estaba feliz; Jonathan merecía que alguien lo amara, y quien mejor que Tessa para ello.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora