Una cruda verdad

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Esa semana había estado llena de días nublados, por lo cual parecía un milagro que ese día hubiese estado tan soleado y cálido. Aunque el sol ya se estaba comenzando a ocultar, la temperatura seguía alta, pero eso no impidió que Alec sintiera un profundo frío cuando escuchó las palabras salir de la boca de Magnus:

–Lydia y Meliorn se acostaron sólo una vez. Lo sé y me consta, porque yo lo sabía.

El corazón de Alec comenzó a acelerarse, así como su mundo pareció comenzar a dar vueltas.

–¿Cómo... cómo que lo sabías? –susurró, intentado enfocarse en la conversación.

Magnus lo miraba con la mirada culpable, pero se mantenía firme.

–Te contaré cómo ocurrieron las cosas, pero prométeme que me dejarás llegar al final sin interrumpirme.

Alec asintió. Ya no le quedaba otra opción, ¿no?

–Todo ocurrió hace dos meses. La misma noche en que tú y yo nos besamos por primera vez.

~

El tequila los tenía más que encendidos, pero Magnus decidió parar. Alec tenía los labios hinchados por tantos besos y apenas se podía mantener en pie de tan borracho que estaba. Con cuidado, lo afirmó con sus brazos para guiarlo y ayudarle a caminar hasta llegar a la mesa.

Allí sólo estaba Camille, molesta, cruzada de brazos.

–Lo siento, nos emocionamos en la barra y bebimos más de la cuenta. No pudimos traer nada –dijo Magnus, tontamente.

–Eso no es lo que me molesta –se quejó la chica, sorprendentemente sobria... o al menos mucho más que Magnus.

–Lydia... –balbuceó Alec, pero ya era caso perdido, con la cabeza apoyada en la mesa y los ojos cerrados.

–¿Ves? ¡Alec lo entiende! –exclamó Camille–. ¿No ves que falta alguien, Magnus?

Magnus miró la mesa, dándose al fin cuenta de la ausencia de la chica.

–¿Y qué pasó? ¿Se la tragó el retrete o qué?

–No, idiota –Camille parecía explotar en cualquier momento–. Nos encontramos a Meliorn y Selina cuando veníamos de vuelta del baño y, ¿puedes creer que se quedó coqueteando con Meliorn? ¡Cómo puede tener tan mal gusto!

Magnus, preocupado y recuperando poco a poco la lucidez miró a Alec, pero este dormía plácidamente.

–¿Coqueteando con Meliorn? ¿Engañando a... Alec?

–Ay, por favor –bufó la chica–. ¿Desde cuándo nos importa la fidelidad?

Magnus vio extrañado cómo Camille se quedaba en silencio, mirándolo a él y a Alec con ojos venenosos.

~

–Recordándolo bien, creo que Camille supo lo nuestro desde el principio. Si quedó sola, no sería extraño que nos hubiese ido a buscar al bar –comentó Magnus, para luego seguir con el recuerdo.

~

–Le llamaré un taxi a Alec, no podemos dejar que siga así –dijo Magnus, señalando cómo Alec roncaba suavemente sobre la mesa.

–Nos juntamos en la puerta, trataré de salvar a Lydia de ese... corriente –bufó Camille.

No era difícil conseguir taxi a esa hora y en ese lugar; era trabajo seguro para los taxistas que los jóvenes que asistían a esa disco bebieran y no tuvieran la opción de volver manejando sus propios vehículos, así como muchas chicas elegían ese servicio para evitar robos en las calles... o cosas peores.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora