Un fuerte giro

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Para aprovechar los 45 minutos que Alec tenía como descanso en el trabajo, él y Magnus decidieron salir al callejón donde había hablado con Will hace unos momentos. Habría sido más cómodo quedarse en la cafetería en alguna mesa o sofá, pero en el callejón tendrían más privacidad.

–Lamento mucho lo dicho por Camille –fue Magnus quien rompió el silencio.

–No puedes hacerte responsable por sus acciones –intentó apaciguar Alec.

–No, no. Yo también estaba ahí –negó Magnus, culpable, acercándose para abrazarlo por las caderas.

–Vi como tú y Lydia trataron de detenerla –sonrió Alec, acariciando una me las mejillas de Magnus con su mano–. En serio no tienes que disculparte conmigo. Ella fue la que dijo todas esas cosas, no tú. Y, bueno, ninguno de ustedes tiene la culpa de que yo... sea clase media... baja.

Ni bien terminando de decir eso, Alec se vio rodeado por los protectores brazos de Magnus, que parecía seguir sintiéndose responsable, de alguna forma, por la actitud de su novia.

–Terminaré con Camille –dijo Magnus, aplicando más fuerza en el abrazo.

–¿Qué?

Algo dio vuelta en el estómago de Alec, separándose un poco de Magnus. ¿Magnus terminaría con Camille? No era una noticia que le causara tristeza, obviamente, pero...

–N–no es necesario que termines con ella por esto –balbuceó mirando directamente a los ojos de Magnus.

–Ya no la soporto –siguió Magnus.

–Pero... –murmuró Alec.

Magnus se le quedó mirando con atención y, cuando Alec vio cómo este fruncía el ceño y se alejaba, supo que había metido la pata.

–Si tu gran preocupación es que, si yo termino con Camille tú debes terminar con Lydia, estás muy equivocado –soltó Magnus, molesto.

Alec se sintió tan, tan mal por hacer sentir de esa forma a Magnus, que tuvo la necesidad de abrazarlo y refugiarse en su pecho, aunque Magnus no le correspondiera.

–Magnus, no quise que me malinterpretaras...

–Pero eso cruzó tu mente, ¿no? –preguntó con voz fría–. Alexander, suéltame.

–¡No! –exclamó Alec, asustado, aferrándose más a Magnus–. No quiero pelear, por favor, Magnus...

–Alexander... –dijo Magnus, con voz severa. Con angustia, Alec se separó y miró al suelo.

Sentía que rompería a llorar en cualquier momento.

–Alec... –suspiró Magnus, al fin suavizando su tono–. Sé que nuestra relación está lejos de ser convencional. Sin embargo, lo que pasó hoy no puede volver a repetirse. Y me refiero a Camille.

»Ya hace mucho que no siento lo mismo por ella, sólo que no me di cuenta hasta que tú apareciste en mi vida... de manera romántica y ya no como simples amigos, claramente. Lo de hoy fue la gota que rebalsó el vaso porque, créeme, aunque tú y yo no tuviésemos en una relación, al ser mi amigo no habría permitido que te hablara así y hacer como si nada.

–Magnus... –dijo Alec, emocionado, pero aún sin saber cómo sentirse–. Yo...

–Sé que te preocupa Lydia –sonrió Magnus, con tristeza–. Sé que aún no me gano tu corazón, aunque el mío ya sea completamente tuyo.

Fue tal la emoción de Alec al oír esas cosas, que sintió su pecho inflarse y sus piernas debilitarse. Magnus lo rodeó otra vez con los brazos, en busca de estabilizarlo.

Bottoms Up! | Malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora