Jimin dormía plácidamente con su mejilla pegada a la almohada. Sus hermosos ojos cerrados dejando ver sus espesas pestañas caer en sus mejillas. Totalmente adorable.
Por fuera se podía apreciar que dormía bien. Pero en sus sueños... No todo iba bien.
Se removía de un lado a otro con incomodidad. Su respiración estaba agitada, apretaba las sabanas con miedo.
—Sueltame.— gritaba el hombre peliblanco encadenado a un pilar del palacio, forcejeaba intentando liberarse, la furia se reflejaba en sus ojos de un color carmesí brillante. Una risa irritante se escuchó por todo el salón.
—No tienes escapatoria Min, en unos minutos iré a ese palacio.— el peliblanco forcejeaba desesperado, no había resultado. —Para entonces... Estarás muerto.— los ojos del encadenado estaban vidriosos de color azul, las lágrimas no tardaron en bajar por sus mejillas y empaparlas.
Se lamentaba de no poder hacer nada por salvarlo. Rendido se sentó en el suelo y empezó a sollozar como si no hubiera un mañana.
—No...Jimin, no.— terminó de decir antes de gritar su nombre cubierto en tristeza.
Despertó de golpe con la respiración agitada, trató de calmarse pero le era muy difícil. Se sentó al borde de la cama y empezaron a atacarlo las náuseas. Jimin golpeó el colchón y resopló con rabia.
—Maldita sea, no.— se dirigió a un extremo del cuarto para tomar su capa e irse afuera. —¿Por qué siempre me debe pasar en el momento más inoportuno?— preguntó al aire y se adentró al bosque.
Podían ser las cuatro de la madrugada pero las ganas de vomitar de Jimin siempre eran así, desde que nació Jisoo no quiso quedar en estado de nuevo, con nueve niñas era suficiente.
Y la respuesta es no, Jimin no estaba en estado, sus náuseas no tenían explicación alguna, aún no sabían el porqué de sus constantes mareos.
Con una cuchilla en su mano se resignó por ir a buscar los riñones de algún conejo que consiguiera por allí. Mientras más avanzaba, más mal se sentía, hasta que encontró a su presa.
Pero el conejo se veía indefenso y débil. Jimin tenía pena de comerse a ese animal tan mal. Guardó su cuchilla y se acercó lentamente al roedor, éste se alejaba con miedo, lo tomó en sus manos y se lo llevó junto a él.
Sana al despertar se encontró con una bola de pelos color marrón corriendo por su habitación, escuchó unas risas acercarse a ella y vio al conejo en el suelo, gritó y se levantó sobre su cama asustada por el animal, Gahyeon lo recogió y lo acercó a ella, Sana puso su mano sobre él y empezó a acariciarlo.
Fueron hasta donde estaban sus hermanas y su padre. Jimin tomó al conejo en sus manos y empezó a darle de comer.
—Papá ¿y esa bola de pelos...?— preguntó Sana apuntando a el conejo quien comía de la mano de Jimin.
—Lo encontré anoche en medio del bosque, estaba tan indefenso...— dijo Jimin acariando la cabeza del conejo. —No quiero comérmelo.— soltó un chillido cuando escuchó la voz de Chanyeol gritando el nombre de su hija.
—¿Dónde estás rat— miró el conejo en las manos de Jimin. Lo tomó de las orejas y empezó a olfatearlo, sonrió y miró al roedor directamente a sus ojos causándole miedo. Jimin lo tomó de nuevo y miró a Chanyeol repronchandolo. No le tomó importancia y vio a quien buscaba acercarse a él. —Hasta que por fin llegas.— rodó sus ojos. —Te casaras con Minho, sin excepciones.— la chica estaba a punto de desmayarse.
—¿¡Qué!? ¡No!— reclamó la chica. —¡No puedes obligarme!— gritó alterando a todos los presentes. Y como si Chanyeol hubiera planeado todo respondió seguro.
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Are Tears | Yoonmin [Segunda Parte]
Fanfic¿Qué pasaría si fueras testigo de una leyenda? A los reyes de Transilvania, sus hijas y a sus conocidos les pasó eso. Eran parte de un relato ahora. Segunda Temporada de Blood Sweet Blood