Indeseado, un error, una vergüenza...
Josuke Higashikata había crecido escuchando esos comentarios sobre su persona. ¿Su delito? Ser el hijo de una madre soltera.
Los raspones en sus rodillas sanaban gracias a los cuidados de su madre, pero las palabras de esas horribles personas nunca se iban de su mente. En la calle o en la escuela, murmuraban a sus espaldas mientras lo señalaban, y al ser solo un niño, la situación fue difícil de llevar.
Ilusamente deseo tener el poder para sanar el dolor que había en su corazón, y como si alguien escuchara sus plegarias, obtuvo ese poder a los cuatro años de edad. Pero no era como lo había esperado, pues su capacidad solo le permitía sanar las heridas físicas de otros.
¿Por qué podía ayudar a quienes lo lastimaban?
Siendo un niño lleno de resentimiento, fue incapaz de encontrar un propósito, y mientras los años pasaban decidió dejar en el olvido aquel deseo fallido, y poco a poco las cosas empezaron a cambiar.
En la actualidad era un adolescente de dieciséis años, a punto de iniciar una nueva etapa de su vida como estudiante de bachillerato, mientras la pubertad causaba estragos en su persona. Él era un joven bien parecido, dotado de un atractivo que le hacía sobresalir entre los demás, también tenía un estilo propio que se marcaba fuertemente en su singular peinado y una curiosa fascinación por el calzado extranjero.
Cada mañana, varias chicas lo seguían de camino a la escuela, mientras hacían toda clase cumplidos sobre su fabuloso peinado y tanta atención le hacía sentirse halagado. Varios compañeros le consideraban un tipo con suerte, pero Josuke no buscaba aprovecharse de nadie, solo quería vivir cada día sin preocupaciones, y aunque siempre había algún cretino dispuesto a molestarlo, él prefería solucionar las cosas pacíficamente, siempre y cuando nadie se atreviera a hablar mal de su peinado.
Ya no le importaba si era rechazado o aceptado, porque lo tenía todo, una madre que lo amaba y a su abuelo quien lo guiaba por el camino del bien, ellos eran la parte más fundamental de su vida.
Hasta que algo inesperado sucedió...
Aquella tarde tras regresar a su hogar, encontró a su abuelo, Ryohei Higashikata, tirado en medio de la sala. Con angustia miro la sangre que brotaba como lagrimas en sus ojos desorbitados, al igual que de su boca y nariz. Rápidamente busco la razón y al verlo tirado tan cerca de la mesa de té solo pudo pensar que tal vez su abuelo se había excedido en la cantidad de brandy que solía beber después del trabajo.
-Esto es tan vergonzoso, pero solo es una herida menor...- Se dijo así mismo, con una sonrisa divertida, pensando en bromear al respecto en cuanto su abuelo volviera en sí.
Se inclino a su lado para sostener su rostro con ambas manos, entonces un humanoide de gran estatura se materializo a su lado. Desde que tenía cuatro años, ese ser le había otorgado la capacidad de sanar heridas y reparar cualquier cosa que estuviera rota. No sabía de dónde venía ni cuál era el límite de su poder, ya que hasta el momento solo lo había usado para restaurar las cosas que rompía, y unas cuantas veces para sanar alguna herida menor en su madre y en su abuelo.
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True love waits [JJBA Jotakak]
Fanfiction¿Por cuánto tiempo se podía amar a una persona? Si le preguntaran a Jotaro Kujo, no respondería con palabras, pero pensaría en una sola respuesta. "Por siempre" *Esta historia contiene Mpreg, si no es de tu agrado por favor no la leas.*