En las buenas y en las malas.

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Contra todo pronóstico, Kakyoin había recuperado la vista con ayuda de Crazy Diamond. Y aunque se había quedado con un par de cicatrices, las motivaciones del pelirrojo eran altas, ahora que sabía que había un bebé creciendo en su vientre.


Jotaro compartía la misma felicidad con su esposo, sin embargo esa situación lo tenía un poco tenso, habían pasado ya dos meses y hasta el momento la investigación sobre el ataque hacia Noriaki seguía sin rendir frutos.


- Aquí tiene.- Exclamo un hombre de aspecto mayor, mientras extendía sobre el mostrador un estuche de forma rectangular.- pruébeselos, por favor.


- Gracias.- Noriaki asintió con una sonrisa, y procedió a abrir el estuche. Entonces sus ojos brillaron con entusiasmo.- ¡Ah!... Son maravillosos, y en mi color favorito.- Saco los anteojos, y rápidamente admiro cada detalle del diseño y el color.


- Seguimos todas sus especificaciones, Señor Kujo.- El hombre le miro con una sonrisa llena de satisfacción, al ver su reacción tan positiva.


- Ya esta.- Noriaki se puso los anteojos, y después de mirarse en el espejo desde todos los ángulos posibles volvió su atención hacia donde Jotaro se encontraba.- ¿Qué dices, se ven bien, Jotaro?


- Hum...- Asintió mientras se acercaba a su esposo, para admirar su rostro de cerca, eran pequeñas las secuelas en su visión, además de las cicatrices.- No creo que afecten para nada tu estilo, niño bonito.- Expreso con una sonrisa entretenida, mientras acariciaba su mejilla.


- Ja, muy gracioso.- Noriaki susurro, fingiendo un puchero. Jotaro solo se deleito con esa imagen, no podía tomárselo en serio con ese rubor en sus mejillas.


Noriaki estaba encantado con sus nuevos anteojos, y tras concretar la compra, salieron de la óptica y se encaminaron por la calle tranquilamente, mientras se tomaban de las manos, ignorando la atención innecesaria de los transeúntes.


Habían pasado semanas llenas de risas y diversiones variadas a lado de su familia, y después de festejar el cumpleaños número quince de Jouta, el verano llego a su fin. Era el momento de decir adiós, ya que cada miembro de la familia Joestar debía retomar sus actividades cotidianas.


Joseph y Caesar habían regresado a Nueva york para que Shizuka asistiera a la escuela, pero habían prometido visitarlos al menos una vez al mes durante los fines de semana. Por otro lado, Josuke se había recuperado de sus heridas y regreso a Morioh junto a Rohan, para atender sus compromisos, que eran muchos, aun así, Josuke les había pedido que lo llamaran inmediatamente, en caso de que necesitaran de su ayuda.


Solo Suzie, Rosas y su madre se habían quedado en Florida, dispuestos a apoyarlos en todo lo que necesitaran, al igual que Iggy, como guardián de la casa, puesto que Polnareff y Avdol habían sido enviados a una misión importante a Italia. Jotaro estaba agradecido con todo el apoyo, aun si el perro no era de su total agrado.


Y aunque todo estaba en aparente calma, Jotaro lidiaba con un gran predicamento, las clases iban a comenzar y eso limitaría su tiempo. Entre sus deberes cotidianos, tenía que adaptarse a los cambios que habría en su hogar, antes y después de que el bebé naciera. Eran demasiadas cosas y sus capacidades no parecían ser suficientes.

True love waits [JJBA Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora