Capítulo 1

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¡Y el 1 de Octubre llegó y con ello comenzamos la historia!

Aclaro que; ésta obra comienza un poco antes de que Bohdan y Celeste se conozcan, así que tengan paciencia que cada vez falta menos para saber ¡¡¡QUE PASÓ REALMENTE EN LAS VEGAS!!!

Aclaro que; ésta obra comienza un poco antes de que Bohdan y Celeste se conozcan, así que tengan paciencia que cada vez falta menos para saber ¡¡¡QUE PASÓ REALMENTE EN LAS VEGAS!!!

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Y AHORA SI, DISFRUTA DE LA HISTORIA :)

Catorce años atrás...


—¡Bohdan vamos!, ¿Es que me vas a decir que te da miedo? —exclamó mi hermano mayor mientras le veía adentrarse en el bosque.

No era la primera vez que él lo hacía, pero en cambio si era la primera en la que yo le acompañaba para escapar de allí sin que nadie nos viera.

—¡Claro que no me da miedo! —Mentí descaradamente mientras miraba la oscuridad que se cernía en aquel bosque. Ni tan siquiera íbamos a caballo, porque no podíamos correr el riesgo de que nadie nos escuchara.

Aún podía recordar las historias de terror que de pequeño contaba nuestra niñera para que no saliéramos de palacio y nos adentráramos en aquel bosque. Es cierto que de eso habían pasado ya diez años, pero aún así aquel lugar podía causarme cierto respeto con aquella oscuridad acechante.

—Venga hermanito... que no van a estar esperando eternamente. Si vas a ser un cobarde, puedes dar media vuelta...

Observé como Adolph se adentraba poco a poco en aquel bosque y miré por última vez los bastos ladrillos de piedra de palacio que estaban levemente iluminados por aquella luna menguante. Era la primera vez que me escapaba de casa, mi primera salida nocturna a escondidas sin que nadie lo supiera y aunque volveríamos antes del amanecer para que nadie se diera cuenta, no podía dejar de sentir la adrenalina recorrer mis venas.

—¡Espera! —exclamé comenzando a correr adentrándome en aquel bosque—. Iré contigo —dije llegando hasta donde él se encontraba y sentí como me echaba el brazo por el hombro y con la otra mano me despeinaba.

—Así me gusta pequeñajo... ¡Hoy vas a saber a qué sabe la libertad! —gritó sonriente.

Acababa de cumplir dieciocho años y había regresado a casa el fin de semana del internado donde estudiaba y próximamente iniciaría mis estudios universitarios fuera de la ciudad, lo suficientemente lejos de allí para volver únicamente algún fin de semana. Adolph envidiaba eso, probablemente era lo único no podía tener...libertad, pero tenía más suerte que yo en otros sentidos. Él era dos años mayor, además de ser el heredero a la corona de Liechtenstein y futuro rey, por lo que tenía una estricta educación universitaria en leyes allí mismo sin abandonar palacio, algo que desde luego, él estaba deseando hacer y por eso decía que me envidiaba. Por otro lado, yo siempre me había conformado con ser el segundón, a pesar de no envidiar en absoluto la carga que suponía ser el príncipe de Liechtenstein y la formación especifica y asfixiante que implicaba serlo.

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