Capítulo 31

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—Cla

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—Cla... —Ni tan siquiera la voz me nacía de la garganta, así que traté de aclararla mientras tosía—. Claro —conseguí decir finalmente.

Celeste estaba envuelta en aquel vestido ajustado que marcaba perfectamente sus insinuantes y más que deleitantes formas, incluso aquel escote en forma de corazón invitaba demasiado a sumergirse en aquel pozo y ahogarse si era necesario.

¡Dios ayúdame! Porque yo solo seré incapaz de soportarlo.

Las manos me sudaban en el momento en que ella se bajó del coche oficial que nos llevaba a la ceremonia para recoger algo que parecía necesitar en su apartamento. En aquel momento pensé que quizá si era oportuno que no pasáramos la noche juntos, sobre todo porque estaba seguro de que ni con cuatro duchas heladas iba a soportar aquella presión que se mantenía latente entre mis ajustados pantalones.

¿En qué momento me había parecido que no era una malísima idea compartir la cama con aquella deliciosa mujer sabiendo lo que sentía por ella? Ya podía inventarme una excusa o alegar alguna demencia para evitar pasar la noche en aquella cama junto a ella porque ni tan siquiera en la inconsciencia del sueño estaba seguro de mantener mis manos lejos de ella.

Aunque no estaba controlando realmente la hora, miraba cada instante el reloj como si por más segundos que pasaran la situación cambiaría. ¿Aprovecharía Celeste el momento que pasábamos a solas aquel fin de semana para hablarme sobre el tema de su supuesto embarazo?, ¿Me diría finalmente si estaba o no esperando un hijo? Lo cierto es que por más pavor que me diera la certeza de la noticia, quizá debería sacar a relucir el tema si ella no lo hacía o de lo contrario no podría soportar más tiempo aquella situación.

En cuanto llegamos a la iglesia, pude avistar el control de seguridad por puro protocolo que había y como era predecible; la prensa bien situada.

—¿Cómo sabe la prensa que veníamos? —preguntó repentinamente y me sorprendió que no lo esperase o supiera. Era su primer viaje de regreso a su país desde que saltó la noticia a la prensa y como era comprensible después del revuelo mediático, aún éramos noticia.

Entonces caí en la cuenta de que ella había estado completamente ajena a todo aquel alboroto mediático solo por precaución y quizá no era del todo consciente de la situación.

—Ahora eres un personaje público, por lo que han investigado tu entorno y han debido asumir que acudirías a la ceremonia. A pesar de que no se ha filtrado la noticia de nuestra confirmación de asistencia, deben pensar que acudiremos de todos modos —contesté sabiendo que con suma certeza, alguien que conocía por los propios allegados a Celeste que vendríamos sería quien debía haber informado a la prensa, pero no quería ser yo quien le dijera que alguno de sus amigos debía haber dado el chivatazo.

—Genial... —la oí susurrar como si le desagradara la noticia.

¿No le gustaba salir en la prensa? Quizá la razón fuera que era un contexto íntimo, aunque algo me decía que Celeste en sí no era alguien dada a buscar la fama, al menos es lo que siempre había querido creer hasta hacía tan solo unos días en los que todos mis esquemas se tambaleaban.

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