Capítulo 21

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¡Helou floreeeessss!

Os recuerdo que seguimos de sorteo en Instagram con los botes de Nutella personalizados con Bohdan y Celeste.

Pd: El capítulo de hoy va dedicado a una pequeña flor que cumple hoy 15 añitos; vale.gaspar.737 ¡Felicidades!

—Alteza, el avión saldrá dentro de dos horas —escuché decir a mi asistente y asentí para corroborar que lo había escuchado mientras seguía leyendo las noticias en prensa desde el ipad degustando el café

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—Alteza, el avión saldrá dentro de dos horas —escuché decir a mi asistente y asentí para corroborar que lo había escuchado mientras seguía leyendo las noticias en prensa desde el ipad degustando el café. Era algo que solía hacer si me encontraba fuera para mantenerme informado sobre las noticias de mi país en los periódicos. Aún se hablaba demasiado de mi compromiso con Celeste, de hecho se preguntaban porqué la joven permanecía recluida en palacio y todos estaban demasiado expectantes sobre cuál sería el acontecimiento elegido en el que haría acto de presencia como lo que era; la prometida oficial del príncipe.

—Robert —dije llamando la atención de mi asistente—, ¿Qué tal le van las clases de protocolo a la señorita Abrantes?, ¿Estará lista para la cena benéfica? —pregunté siendo consciente de que había deseado que esa fuera su primera aparición pública. No era un acto demasiado formal, pero a la vez si era representativo. Solo me limitaba a hacer acto de presencia y dar un pequeño discurso, nada que la pudiera poner en un compromiso.

—Raphael confía en que estará lista —contestó de forma eficiente y tan formal como siempre, sin darme una sola pista de saber algo más que me incitase a preguntar sobre ella.

—¿Le administraste la ropa de equitación que pedí? —pregunté recordando aquel desastroso suceso.

—Por supuesto su alteza. Además de tomé la libertad de incluir varias prendas de diversos géneros en su guardarropa para que tuviera donde escoger.

Su respuesta me pareció satisfactoria y pensé en que tan solo faltaban horas para volver a verla después de varios días fuera de palacio por compromisos. No sabía si esa era la verdadera razón por la que aún sentía más fervor por mi deseo de verla o si es que estaba enviando al mismísimo infierno la poca fe que tenía en mi de no acercarme a ella más de lo estrictamente necesario, pero de lo único que estaba convencido en aquellos momentos, era que si no volvía a probar los labios de Celeste Abrantes, prefería que me quemaran en el infierno.

En cuanto crucé las puertas de palacio pude divisar la efusividad de mi hermana bajando la escalinata para llegar hasta el vehículo que acababa de entrar. En algún momento desee que por alguna razón la morena de ojos celestes que ahora era mi esposa también estuviera, pero imaginaba que ya debían estar alistándola para el evento de esa noche, por lo que retuve mi deseo de verla, al fin y al cabo solo estaba a escasas horas de disfrutar de su compañía.

—¡Hola pecosa! —exclamé cuando llegó hasta mi.

Sabía que lo hacía porque siempre le traía algún obsequio de mis viajes y esa vez no había sido una excepción. Había estado visitando los países nórdicos por lo que le traje varias cartas astrales y nuevas lentes más potentes para esos pequeños momentos que compartía con ella enseñándole a encontrar estrellas.

El Príncipe Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora