Capítulo 35

107K 12.5K 753
                                    

Hola bellas!! Las que me sigan por instagram ya saben que viene contenido inédito que no ha sucedido en la historia de Celeste... así que si tienen abanicos, ¡úsenlos! Porque les dará un poco de calor....

Pd: Ya sabéis que si queréis adelantos tendréis que seguirme por redes sociales!

El servicio de habitaciones traía una amplia variedad de dulces y salados para acompañar al desayuno, así que mientras Celeste se había perdido tras la puerta del baño indiqué al mozo que lo sirviera en la mesa y le di la propina para que se march...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El servicio de habitaciones traía una amplia variedad de dulces y salados para acompañar al desayuno, así que mientras Celeste se había perdido tras la puerta del baño indiqué al mozo que lo sirviera en la mesa y le di la propina para que se marchara inmediatamente después.

—¡Que bien huele dios!

Alcé la vista y la vi envuelta en albornoz al igual que yo. Supuse que debajo de aquella prenda no habría absolutamente nada y eso me creaba infinitas ansias de averiguarlo.

—¿Café? —pregunté dando un sorbo al mío propio. Definitivamente necesitaba saturar mis venas de aquel líquido después de haber tenido una noche demasiado intensa y haber dormido muy poco.

—Si por favor —contestó rápidamente y le ofrecí la taza.

Apenas nos dio tiempo a hablar cuando recibí una llamada de trabajo. Necesitaba dar el visto bueno para emitir una lista de aprobación esa misma mañana pese a ser domingo y aquello me llevó más de diez minutos. Cuando colgué el teléfono y comprobé la hora vi que faltaba menos de una hora para coger el avión privado, aunque por lo otro lado no podía dejar de pensar que precisamente por tratarse de un vuelo privado podría retrasarse, ¿no?

Con esa intención me aventuré a entrar sin permiso en aquel baño, donde ya sentía desde el exterior de la puerta el agua caer de la ducha y donde sabía perfectamente que Celeste se encontraría desnuda. Solo con la imagen que visualizaba mis pensamientos de verla envuelta en ese vapor de agua, se me formaba un nudo en el estómago incesante del cuál no tenía palabras.

Colgué el albornoz sin hacer ruido sobre una de las perchas y entré en la ducha divisando su espalda, no parecía haberme escuchado y si lo había hecho tampoco se había girado, cuando rocé su piel noté un leve sobresalto que apenas duró un segundo, pero le hablé rápidamente al oído.

—Tenemos que estar listos en cuarenta minutos —susurré dejando bien claras mis intenciones.

—Hay tiempo de sobra —contestó mientras se pegaba aún más a mi cuerpo como si fuera todo cuanto necesitaba para saber que ella igualmente lo deseaba casi tanto como yo.

Le di rápidamente la vuelta para que quedase frente a mi y me apresuré en acortar la distancia, en anular el espacio que entre nuestras bocas había para sentir de nuevo aquellos labios y probar otra vez la esencia que de ellos emanaba.

Mi lengua buscó la suya con posesión, anhelando su contacto con infinito fervor y cuando noté como ella respondía del mismo modo me estremecí a pesar de sentir el calor procedente del vapor que emanaba el agua caliente.

Entrelacé mis manos con las suyas a su espalda mientras caminaba levemente hasta sentir el apoyo de la pared de aquella ducha en su espalda, manteniéndola prisionera de mi cuerpo y aquel muro frío que me permitía explorarla a mi beneplácito.

En sus ojos podía ver el deseo hecho pecado, la intensidad de su aroma, la exquisitez de sus labios y la pasión que trasmitía cada poro de su piel eran mi más pura agonía. Fui consciente en aquel momento que sin aquella mujer simplemente moriría.

Moriría porque ella era el todo del nada, la esencia más pura de vida; su risa, su espontaneidad y sobre todo su honestidad la hacían única... única para mi.

Escuché el gemido que emitió de sus labios y morí de placer, así que la estreché contra mi cuerpo sintiendo de nuevo su calidez mientras el agua nos envolvía, incluso aquella temperatura quedaba helada en comparación con el ardor que sentía por dentro. Mis manos recorrieron inevitablemente su cintura mientras ascendían y acogía entre ellas sus pechos, sin poder evitar acariciarlos levemente ante su leve jadeo para después apretarlos con fiereza movido por el más puro instinto de deseo.

—Me volveré adicto a tu cuerpo —jadeé antes de sentir como mordía mi labio inferior y gemí de placer mientras la apretaba aún más fuerte contra mi.

Sus brazos se apoyaron sobre mis hombros y la alcé de las nalgas para tener un mayor acceso a ella, no dejando hueco alguno entre nuestros cuerpos.

—Puedes ser todo lo adicto que quieras siempre y cuando no dejes de besarme —gimió antes de volver a unir nuestros labios y aquella respuesta fue todo cuanto necesitaba para alargar una mano y coger del bolsillo del albornoz uno de los pocos preservativos que habían quedado de aquella apasionada noche.

Apartándome levemente de ella para colocarlo debidamente, volví a alzarla de nuevo para esta vez hundirme dentro de ella en un solo movimiento y vi sus ojos cerrarse ante la invasión.

—No pienso dejar de hacerlo —aseguré antes atrapar de nuevo aquellos dulces labios tan carnosos y suaves de los cuales era imposible apartarse.

Podía sentir esa sensación embriagadora recorrerme, aquel infinito placer que parecía inalcanzable acechándome, pero sobre todo notaba como su cuerpo se estremecía bajo el mío, como sus movimientos acompañaban los míos y aquello no solo me enloquecía, sino que me hacía delirar sabiendo que gozaba con cada una de mis embestidas.

En el momento que deslicé una de mis manos hasta acariciar el punto exacto de su anatomía, la oí gritar y no pude evitar controlarme ni un solo segundo más, sino que me derramé dentro de ella incontroladamente sin poderlo evitar, sabiendo que en sus manos, mi control quedaba completamente anulado, como si fuera un títere de su cuerpo y de sus labios.

En el momento que deslicé una de mis manos hasta acariciar el punto exacto de su anatomía, la oí gritar y no pude evitar controlarme ni un solo segundo más, sino que me derramé dentro de ella incontroladamente sin poderlo evitar, sabiendo que en s...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Príncipe Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora