XXXV

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Estoy consciente de que probablemente sea una completa estupidez, pero es inevitable no sentirme avergonzado al comer frente a Jaebum, lo cual he hecho antes. El sentimiento poco a poco se va desvaneciendo en cuanto veo al chico comenzar a tragar. Olvidé el pequeño detalle de que todo le da igual y come de un modo que no me resulta tan agradable, hasta el punto de manchar la comisura de sus labios de salsa, al igual que sus mejillas.

No es la primera vez que hago una mueca al verlo comer, estoy seguro de que sabe el motivo, pero eso más bien lo hace sonreír, acción que incrementa mis ganas de pasarle una servilleta por toda la cara.

—¿Qué? —pregunta con la boca llena, luego toma otra alita de pollo con salsa de barbacoa y la devora como una termita, para después lamer sus dedos de una forma demasiado sonora.

—No sé para qué preguntas si ya lo sabes —me cruzo de brazos, y se ríe, sin importar que todavía tiene comida en su boca, hasta yo tengo miedo de que se ahogue.

—Jin, las alitas se comen con las manos, ¿acaso quieres un tenedor y un cubierto?

—Supongo que no tendré otra opción aparte de acostumbrarme —agarro una alita delicadamente y le doy un pequeño mordisco. JB me ve divertido y niega con su cabeza.

A este punto, ya debe saber que no tengo remedio. Desde pequeño he odiado ensuciarme o ver algo sucio, me genera ansiedad y deseos de correr a limpiarlo.

En realidad, cuando el pelinegro me invitó a comer, pensé que iríamos a un restaurante a comer algo, como cerdo, o al menos una cafetería, pero no imaginé que terminaríamos en un puesto callejero comiendo pollo frito, aunque está rico. Jaebum tiene cierta preferencia por comer comida rápida, es más, creo que nunca lo he visto comer una comida nutritiva promedio.

¿Quién rayos va a comer pollo frito en una cita? Yo pensaba que apestaba en esta clase de cosas, pero ya comprendo cómo el chico casi no había salido con nadie, así como el motivo por el cual nadie me invitaba a salir, soy demasiado delicado, pero me alegra que a él no parece molestarle ese pequeño detalle. A pesar de todo, estar junto a él es lo que verdaderamente importa.

—Me pones las cosas difíciles, por eso deberías aprovechar el momento.

—¿A qué te refieres? —le pregunto confundido.

—Tenía la esperanza de que por lo menos te mancharas un poco los labios para limpiarlos con mi lengua, por eso deberías hacerlo conmigo —se encoge de hombros, pero solamente recibe una mala mirada por mi parte.

—¡¿Esperas que te lama toda la cara?!

—¿Perdón? —arquea una ceja, haciéndose el exasperado y ofendido. Sí, definitivamente por cosas como estas nadie me invitaba a salir.

—Olvídalo, mejor sigue comiendo —sonrío, mientras llevo otra alita de pollo a su boca —. Lamento ser un idiota —suspiro.

—El perdón se compra con besos —habla de pronto, casi hace que me atragante —. Ahora actúas de un modo tan tímido, cuando antes intentabas seducirme.

—¡Eso no es cierto! —intento defenderme.

—Claro que sí, ¿cómo iba a pasar por alto esos lindos ojos tuyos iluminados? Estoy seguro de que hasta me sonreías con ellos, mientras "disimuladamente" me observabas.

Siento como si un pedazo de pollo se atascara otra vez en mi garganta, lo que me hace toser y bebo un trago de refresco.

—Algunas veces prefiero guardarme lo que pienso —me aclaro la garganta.

¡Olvidé mi sombrilla! // Bnior// JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora