El auto se estaciona al frente de mi casa, bajo mientras los chicos sacan las valijas, cuando miro al frente para entrar en esta, veo en el escalón de la entrada, sentado al chico que más extrañe, está concentrado mirando su celular que ni se percata de nuestra presencia, voy hasta su lado y me siento, pero está en las nubes, hasta que con mis palabras lo hago bajar a tierra:
-Hola lindo-este me mira y sonríe, por alguna extraña razón me hace sentir en casa.
-Hey, princesa-dice mientras se levanta para abrazarme y mientras siento sus brazos rodeándome, dice- ¿Y?
-No, no me tengo que operar-digo todavía sin poder creerlo y cortado la oración por los nervios, siento como este aprieta más su muestra de afecto, dejándome sin aire, pero en vez de decirle que me hace daño me rio como una estúpida, puedo sentir el alivio de la noticia por primera vez en la mañana
-No lo puedo creer-dice igual de anonadado que yo y sonríe-Es un alivio-se acomoda el pelo.
- ¿Viniste solo para esto? Me podrías haber llamado por teléfono Alejandro-digo retándolo, pero no puedo evitar no reír, nunca alguien se había preocupado tanto por mí, excepto Marcos, pero no cuenta.
-En realidad, venía a invitarte a ir a un bar que inaugura esta noche, unos amigos de la infancia que estaban en el pueblo, vinieron y quiero presentártelos ¿Queres? -me muerdo el labio y el, espera mi respuesta.
-Si, dale, lo único tengo que volver temprano, mañana tengo examen de matemáticas, para el como soy malísima, no sé cómo voy a hacer mañana-digo quejándome, yo que esa profesora me odia, nunca supe porque, pero lo hace.
- ¿Queres que te ayude? Es re fácil, yo sabía que eras media bobita-dice riéndose, yo le proporcionó un golpe-Cálmate mujer, no es mi problema que vos no aceptes tus problemitas-lo fulmino con la mirando ocasionando que este suelte una carcajada aún más grande.
Después de sus bromas y varios golpes más, le aviso a mi hermano que voy a estudiar con Alex en mi habitación, Marcos me dice que se van a la oficina a hacer el trabajo atrasado por estos días y me dice que pida algo para almorzar ya que la heladera está vacía.
Estoy sentada en mi cama sin zapatos mientras tengo los libros y carpetas encima de mí, estoy tratando de resolver los ejercicios que me dio Alex después de explicarme, obviamente como soy malísima no me dan bien ninguno de ellos, insulto en voz baja, pero se ve que no lo suficiente por este levanta su vista del libro que saco de mi estante para no aburrirse mientras yo resuelvo los ejercicios, "Bodas de sangre".
-No, no me da nada-digo ya frustrada y a punto de abandonar esta materia de mierda-Ya está me harte, no sirvo para las matemáticas.
-Tranquila, Vera, déjame ver que está mal-dice acercándose a mi lado, revisa el problema-Acá va un más, no un menos por eso te da mal, tranquila no es tan grave solo presta más atención-dice este sonriendo por la cara de culo que pongo por la idiotez en la que me confundí.
- ¿Podemos tomarnos un descanso? -digo haciendo cara de perrito mojado.
-Como tú profesor no te lo debería permitir-dice este con una sonrisa juguetona, empiezo a darle besos por todo el cuello.
-Yo que usted, profesor lo pienso-digo lo más sexy que puedo, me subo encima de este, después de revolear todos los apuntes, cuando por fin esto haciendo lo que tendría que haber pasado hace semanas, solo que el puto universo no nos dejó, Alejandro se separa y dice:
-Vera-su mirada es seria, nunca lo había visto así, no a él-Tenemos que hablar.
Y ahí es cuando supe que lo que venía no era bueno.
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MIRAME A MI
Teen FictionEsta historia le pertenece a Vera, una adolescente discapacitada, que no es como cualquier otra, ella rompe todos los esquemas, haciendo siempre lo inesperado, ha pasado por mucho pero aun le quedan demasiadas cosas por enfrentar, entre médicos, amo...