Capitulo 36:

159 10 0
                                    

Habían pasado algunas horas.

Ya todos se habian ido.

Me sentía sola en la enorme cama de Matt.

Sola y derrotada.

Derrotada por la imagen que, a la vista de Matt, era la de una chica muerta.

- Vete a la mierda Charlotte...- susurre mientras una lagrima furiosa recorría el lado izquierdo de mi rostro.

En un momento de ira, quizás algo de locura.

Me levanté, salí de la habitacion del ruloso que estaba ausente, me acerque hacía la pared repleta de fotografias y comencé a arrancarlas una por una, todas en la que su
despampanante cabellera rubia aparecia.

No la queria.

Habia llegado a odiar a una persona que ni siquiera conocia.

- Te odio! - grite en un ataque de histeria y entonces cometí el error imperdonable.

Con la furia desbordandome, decidí destrozarlas.

Los pequeños pedazos de Polaroids caian como una ventisca sobre la alfombra persa bastante vieja.

- No! Felicite qué diablos haces?!- no me detuve, continue destrozando todo.

Senti sus manos alrededor de mis muñecas, tirando de mi, con demasiada fuerza.

Demasiada.

Entonces reaccione.

- M-matt yo...- comencé a decir, pero era tarde.

Vi la mirada perdida de Matt sobre las fotos.

Sus fotos.

De su Charlotte.

- Vete.- escupio sin ninguna emoción.

- Y-yo...- interrumpida.

- Te dije que te vayas. Sal de mi casa.-

Con las lagrimas desbordando todo camine lentamente hacia la puerta.

Quizás esperaba que él cambiara de opinion, de todas formas eran las 3 a.m.

Y no viviamos en un lugar demasiado agradable.

Pero no paso.

Él no me detuvo.

Y solo un segundo después yo me hallaba sola de nuevo.

Entre el frio de la noche y el ruido de los pequeños grillos haciendo más triste la situación.

Solo se me ocurrio una salida, por lo que comencé a caminar.

Las calles estaban desérticas, solo habian un par de luces parpadeantes y algun perro abandonado buscando cosas de comer en la basura.

Apresure mi paso, ignorando la pesadez de mi garganta que aumentaba hasta llegar al punto de no dejarme respirar.

Solo quería rescostarme en el suelo y esperar a morir.

Lo cual no seria muy logico ya que nadie muere al recostarse en el suelo.

Llegue a la vieja estación de servicio y me acerque al telefono.

Al menos eres lo suficientemente inteligente como para tener monedas en el bolsillo.

Pensé.

Tome el teleforcon manos temblorosas, y después de introducir algunas viejas monedas me dispuse a marcar el unico número que habia logrado memorizar.

El sonido del primer pitido me puso algo nerviosa.

La relación entre nosotros se habia deteriorado un poco.

- Hola...- dijo una voz demadiado ronca del otro lado.

Estaba durmiendo y acababa de despertar eso era seguro.

- George?...- no pude evitarlo, comencé a llorar.

Under the Skin (Matt Healy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora