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—¿Cómo me veo? —le pregunto a Robin, que está sentado sobre la cama leyendo un libro

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—¿Cómo me veo? —le pregunto a Robin, que está sentado sobre la cama leyendo un libro. Levanta la mirada, y hace una mueca extraña. Me puse una camisa celeste, cuyas mangas arremangué; jeans negros; y unas botas de color café—. Es lo más casual que encontré en el clóset —menciono.

—Te ves raro.

—Me siento raro. No pensé que fuera tan dependiente a los chalecos. Se burlarán de mi físico —finjo una expresión de martirio. Él ríe.

—Sólo desfájate. Así te verás más jovial.

—¿Sabes? Últimamente me han llamado mucho «anticuado», y no sé cómo sentirme al respecto —digo, mientras hago lo que dice, y volteo para verme al espejo nuevamente—. ¿Debo ofenderme?

—No lo sé —vuelve la vista al libro—. Quizá sólo eres un alma vieja.

—Escuchar las palabras: «homosexual anticuado» juntas es gracioso. Con eso de que dicen que ser gay está de moda —meto las manos en los bolsillos.

—Entonces digamos que eres una ironía.

—Bueno, pues el señor ironía ya se va. —Me acerco a él, sonriente, y me despido con un beso en los labios—. Volveré como a las once o doce, si me aburro o Steve me deja por alguna chica. Espero que antes. Detesto que se salga con la suya, pero es el cumpleañero —me encojo de hombros.

—Quizá la próxima te salgas con la tuya. Diviétete, y felicítalo de mi parte.

—Lo haré. Te amo.

—También te amo.

Al bajar, me despido de Rex. Le pido portarse bien, y él responde criticando mi atuendo.

A continuación, abandono mi hogar, y arribo mi vehículo, para pasar por Steven. Hallé en Internet un bar que parece tranquilo y moderno. Incluso leí las reseñas, y la mayoría fueron positivas. Espero que a mi primo le guste.

Aparco el auto frente a su hogar, y toco la bocina. Él sale al poco rato, vestido con una chaqueta de mezclilla; una camisa rosa; jeans azules; y botas negras.

—Me sentí como una jovencita aguardando por su novio —comenta él, con voz monótona, al subir. Me echo a reír.

—¡Feliz cumpleaños! De parte de toda la familia —sonrío, y le extiendo una pequeña caja—. Toma.

—¿Qué es? —Al abrirla, examina la pulsera—. Lindo, supongo.

—¡Es de piedra volcánica! Te protege de las malas vibras, y ayuda con la liberación del estrés.

—¿Ahora eres hippie?

La desdichada vida de Desmond GrimmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora