Capítulo 20

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Me gusta venir a desahogarme con el consejero. Me gusta charlar con él; cómo piensa... y su manera de ver las cosas. Es por eso que lo visito a diario en su despacho. Prefiero pasar horas enteras teniendo charlas profundas con él, que hablar de chicas o jugar videojuegos con mis amigos.

Aunque, últimamente, ha tenido muchos problemas que lo han estado afectando en sobremanera, los cuales ocasionan que se porte diferente a como suele hacerlo.

—... después le dije que no, pero no me hizo caso —le platico, mirándolo fijamente. Sus ojos reflejan cansancio y melancolía—. Señor Grimm... —intento de captar su atención.

—Dime.

—¿Las cosas no mejoran, no es así? —intuyo, mirándolo preocupado.

—No... —baja la mirada.

—¿No quiere jugar ajedrez, para animarse un poco? —sugiero, con una sonrisa amplia. Él niega en silencio, aún con la mirada en el suelo. Se ve bastante decaído...—. Mmm... Tengo una idea. Deme su libreta —le pido, extendiendo mi mano.

—¿Para qué? —me mira, confundido.

—Confíe en mí —sonrío. Él me entrega su libreta y su lápiz sin rechistar. Lo primero que noto es que la palabra «Number 9» está escrita varias veces en forma de plana en la primera página. Me extraña, pero paso la hoja sin hacer preguntas, y me remuevo en mi asiento, incorporándome correctamente—. Yo seré el consejero, y usted el estudiante —le explico, y cruzo mis piernas, para entrar en personaje.

—No creo que esto sea buena idea...

—¡Vamos, señor Grimm! Necesita desahogarse con alguien. Y hacerlo es bueno. Puede confiar en mí. Quizá podamos hallarle una solución a su problema juntos.

Un atisbo de sonrisa logro percibir en sus labios. Después suspira, y se apoya en el respaldo de la silla, pensativo.

—Mi vida en sí se desploma, señor Black —comienza, siguiéndome el juego—. Mi matrimonio se arruinó, mi hijo me detesta, y ahora estoy viviendo en un miserable departamento lejos de casa... —baja la mirada nuevamente, y empieza a jugar con sus dedos.

—Ya veo. Todo lo que me cuentas lamentable, Des —lo miro con empatía—. ¿Por qué tu matrimonio no va bien?

—Prefiero reservarme esa información. Es algo delicado, señor Black.

Hago un mohín con los labios.

—Bueno... ¿por qué te odia tu hijo?

—Se enteró de lo su padre y yo, pero... no del todo lo que en realidad pasó... Ed —suspira, llevándose una mano al rostro—, dame la libreta ya. Esto no funciona.

—¡No me dice nada! —hago puchero—. Señor Grimm, usted ayuda a los demás a resolver sus problemas, y ni siquiera puede resolver los suyos. Debería hacer algo al respecto. Extraño al viejo usted; el que no estaba triste todo el tiempo...

—Tienes razón, Ed. Debo solucionar esto pronto. No sé cómo, pero trataré de hallar la manera. Te prometo que el Desmond de antes volverá —me dedica una enorme sonrisa.

—¡Así se habla! —le devuelvo la sonrisa, levantando un pulgar.

—Por cierto, Ed, te tengo una noticia. No sé si te emocione o no, pero quiero contártela de todos modos.

—Soy todo oídos —me inclino un poco hacia él, para escuchar con atención.

—Mi hijo estudiará aquí —dice. Mis ojos se agrandan—. Lastimosamente, lo expulsaron de su escuela por una tontería que cometió. Al regresar, después de las vacaciones, continuará su año escolar aquí. Pensé que podrías intentar simpatizar con él, y hacerte su amigo. No conoce a nadie aquí, además de a su padre y a mí, claro. Me gustaría que se adapte rápido. Estoy seguro de que se llevarán bien. Es un buen chico.

La desdichada vida de Desmond GrimmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora