—¿Expul... sado?
Estoy en shock. Mi hijo ha sido expulsado de su escuela. No puedo creerlo.
Ahora me encuentro en la oficina de la directora, hablando con ella frente a frente, mientras Rex espera afuera.
—Su hijo comenzó un incendio en el gimnasio, que dejó grandes daños, arruinando así la venta de pasteles —me informa con seriedad—. Afortunadamente nadie salió herido.
—Dios mío... —me llevo una mano a la cabeza, aún incrédulo—. Pero, señorita Wallace, mi hijo sería incapaz de hacer eso. Él es un niño bueno. No le haría mal a nadie.
—Sé que Reginald es un buen chico. Hiperactivo y algo distraído, pero bueno a final de cuentas. Créame, señor Grimm, que tampoco entiendo por qué hizo lo que hizo. Usted es psicológico y consejero, ¿no es así? Respóndase usted mismo: ¿por qué cree que su hijo haría algo como esto?
Desvío la mirada, y me quedo pensativo unos momentos.
—Trata de llamar la atención —concluyo—. La de... su padre y mía. Nuestro matrimonio no va bien últimamente. Esto está afectándole tanto como a nosotros, y hemos estado ignorándolo todo este tiempo.
—Lamento que las cosas sean así. Le aconsejo que usted y su esposo hablen con él. Y que busquen una solución pronto. No querremos que esto le afecte de gran manera, y cometa más locuras.
—Sí, lo haremos. Nuestro hijo no merece esto... Y con lo de su expulsión... ¿no hay manera de evitar eso?
—Lo lamento, pero no. Sea como sea, lo que hizo fue muy grave, y los padres demandan que hagamos algo al respecto, para no seguir poniendo en riesgo a sus hijos. Marymount no tolera estas acciones, ni da segundas oportunidad. Lo siento mucho.
—Comprendo. —Me pongo de pie, dispuesto a retirarme—. Muchas gracias por todo, señorita Wallace. En serio. Y lamento los problemas que causó mi hijo. Prometo pagar por los daños colaterales —le extiendo mi mano, y me la estrecha.
—Por eso no se preocupe, señor Grimm. Y lamento su situación. Lo extrañaremos, al igual que a su hijo.
Sin más que decir, salgo de su oficina. Después Rex y yo salimos de la escuela, sin dirigirnos la palabra, y subimos a mi auto. Antes de arrancar, lo encaro, para hablarle con firmeza:
—No tenías por qué hacer semejante barbaridad, Rex. Sé que tratas de llamar la atención. Sé que esto te afecta, ¡pero no puedo hacer nada, hijo! También odio esto. No necesitaba más problemas. ¡Te expulsaron, por el amor de Dios! ¡¿Cómo se te pudo ocurrir hacer eso?! ¡Pudiste herir a alguien! —le digo, severo y con el ceño fruncido. Él lo Frunce también, mirándome fijamente.
—¡Si todo esto es ti culpa, en primer lugar! —exclama. Abro bien los ojos, y levanto ambas cejas.
—¿Qué dices? —pregunto, confundido.
—¡Ya sé por qué papá y tú se separaron! —escupe con ira. Mi corazón se acelera de inmediato—. ¡Le fuiste infiel! ¡Y con un menor de edad! ¡Qué asco! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Jamás te creí capaz de hacerle algo como eso! ¡Pensé que lo amabas!
Mi estómago se revuelve. ¿Robin le contó todo? ¿Cómo lo sabe?
—¡¿Quién te ha dicho todo eso, Reginald?! —exijo saber con voz impostada.
—¡Viktor me lo dijo! ¡Los oyó a ti y a mi tío hablar el otro día! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Eres un monstruo! ¡Arruinaste la vida de los tres! ¡Por tu culpa nuestra familia se echó a perder! ¡Te odio!
Eso último me destroza por completo, y hace eco en mi cabeza.
—¡SILENCIO! —exclamo—. ¡Confundes las cosas! ¡No sabes nada de lo que en realidad pasó, así que cierra la boca!
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La desdichada vida de Desmond Grimm
RomanceADVERTENCIA: este novela te hará pasar muchos corajes. SINOPSIS: Desmond es el cliché de hombre perfecto: sonrisa perfecta, buenos modales, inteligente, porte de caballero, amable, sano, pacifista, felizmente casado con un hombre que lo ama, con un...