Alex
Este maldito dolor de cabeza otra vez, en el momento menos adecuado. No quiero que Aurora se preocupe innecesariamente.
-Alex... ¿Qué te ocurre? -pregunta claramente preocupada.
-Nada, debe de ser por la bebida. -afirmo fingiendo que me duele menos a como en realidad lo siento.
-A mí no me engañas, vamos a urgencias ahora mismo.
-Eres una exagerada. En casa me tomo una pastilla y problema solucionado.
-Está bien, como quieras. -dice con resignación.
-Bueno, ya hemos llegado a tu casa, es esta ¿No?
-Sí... -mira al suelo para seguidamente observarme a mí con tristeza- adiós.
Finalmente llego a mi casa, me doy una ducha rápida y caigo rendido sobre la cama, deseando dormirme cuanto antes si con eso se me va este horrible dolor durante unas horas.
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Al día siguiente me despierto con los cegadores rayos de sol. Me sorprendo al tambalearme y casi caerme al ponerme de pie ¿Qué demonios? Además noto que tengo la garganta seca y el cuerpo ardiendo. Seguramente haya pillado algún virus. Odio ponerme enfermo, para la gente como yo es una gran carga, por no decir obstáculo.
Miro al reloj y me sorprendo enormemente al ver que son las 5 de la tarde, ¡¿Tanto he dormido!? Cierto es que por lo general soy muy dormilón, pero esto ya es demasiado, además, no me acosté tan tarde...
El sonido del timbre me aleja de mis pensamientos y con dificultad voy a abrir.
Es ella ¿Qué hace aquí ahora? Aunque si dijera que me molesta su visita, mentiría.
La abro y ella instantáneamente se pone colorada. Me quedo confuso unos segundos hasta que me observo a mí mismo y me percato de que estoy en calzoncillos y sudoroso por la maldita fiebre.
-¿Qué haces aquí?
-Eh.. yo... pensé en visitarte un poco al salir del trabajo -dice con cierto nerviosismo mientras mira hacia otro lado-
-¿Y por qué me quieres visitar?
-Pues... somos amigos, ¿No?
-Aurora, no me la cuelas, dime la verdad.
-Porque me tenías preocupada y quería ver qué tal te encontrabas -afirma en un tono casi inaudible.
No puedo evitar sentir ternura. No estoy acostumbrado a que se preocupen por mí.
-Anda entra... y siéntate -la indico señalando el sofá del salón.
De repente abre la boca a modo de asombro.
-wow... tu piso es enorme.
-bah, no es para tanto.
-No, en serio, es enorme... ¿De dónde has sacado tanto dinero?
-Eh... mi familia. Tienen dinero. Pero no es algo que importe.
-Al final no me has dicho qué tal te encuentras... -insinúa mientras continúa evitando mirarme.
-Estoy bien.
Me observa detenidamente, aunque con algo de vergüenza ¿Por qué le da tanta vergüenza verme semidesnudo? Sé que estoy bueno, pero no es para tanto.
-Pues no lo parece. -se acerca con timidez a mí y me toca la frente- ajá, tienes fiebre, tal y como pensaba.
-Nah, si me ves sudoroso y caliente es por la tía que me acabo de tirar. Se fue poco antes de que llamaras.
Se horroriza ante mi broma, aunque trata de disimularlo. Yo me muerdo el labio para evitar reirme.
-Es broma mujer. -confieso finalmente ante su silencio.
-Ya... es en serio.
-A ver, sí, tengo fiebre y me acabo de despertar ahora. Todo indica que tengo gripe o algo así. Pero vamos, hoy me tiro todo el día en la cama y mañana ya estoy como una rosa.
Ella mira su reloj durante varios segundos para seguidamente mirarme a mí con decisión.
-Me quedaré a cuidarte y no aceptaré un no por respuesta.
Vaya, la Aurora insegura desapareció y se intercambio por la autoritaria.
-No es...
-He dicho que no acepto un no por respuesta. Te prepárate un baño, mientras tanto descansa en la cama. -Me interrumpe cruzada de brazos-
Ahora parece mi madre... quiero que vuelva la Aurora insegura que ni se atrevía a mirarme.
Tal y como prometió, me encuentro una bañera de agua templada y un olor bastante agradable. Parece que ha utilizado las sales de baño que me regalaron en el supermercado y que llevaba meses sin utilizar.
Al salir del baño, me meto en la cama y ella me sorprende con un té caliente.
-Oye... ¿Por qué haces todo esto por mí?
-Porque te lo mereces.
No puedo evitar reír.
-¿Que me lo merezco? Si soy un ser despreciable. Soy borde con todo el mundo.
-Sí, te lo mereces. ¿Sabes? Creo que te voy conociendo poco a poco y voy entendiendo por qué te comportas así. -dice con una sonrisa de comprensión.
En otra situación la habría dicho cualquier otra cosa, pero esta vez la fiebre me hace perder la razón. Me hace sincerarme, mostrar mi debilidad y mis inseguridades. No quiero, pero no puedo evitarlo, me siento demasiado débil como para sacar adelante la odiable personalidad que me construí yo mismo.
No puedo evitar observar sus ojos marrones y verdes; amo esa mezcla de colores y cómo forman juntos un color ámbar precioso. Además, me percato de que brillan más aún cuando sonríe. Seguidamente miro sus tiernos labios... lo que daría por besarla de nuevo... espera, ¿Qué estoy diciendo? Realmente esta fiebre me está afectando cada vez más.
-Alex... ¿Me oyes? Creo que te dejaré descansar...
-No, no te vayas, por favor. -suplico.
Parece extrañarse ante mi petición, pero accede. Se sienta a mi lado con cierta incomodidad y al no saber cómo actuar, se queda observando mi armario.
-¿Sigues sintiendo algo por Javier?
Mi pregunta parece sorprenderle bastante. En general todo lo que estoy haciendo hoy, presa de la fiebre, parece extrañarle. Y no la culpo, ya que también me estoy sorprendiendo a mí mismo.
Tarda en responderle, pero finalmente lo hace.
-Un poco. Realmente... estoy confusa. -hace una ligera pausa, como si no estuviera segura de por qué me dice esto a mí- aveces deseo romper por completo el contacto con él, ya que lo paso mal... pero es como si hubiera algo que nos atara a ambos y nos forzara a seguir manteniendo el contacto.
Noto como sus ojos se vuelven vidriosos, por mucho que ella trate de evitarlo.
-Me imagino que lo de que te hace daño lo dices porque él actualmente tiene pareja, ¿No?
-En parte sí, de hecho una vez estábamos en medio de una llamada de skype, él se olvidó por completo de que estábamos hablando y los vi besarse... -confiesa con la voz quebrada.
-Menudo imbécil.
-No Alex, él no tiene la culpa de nada, sigue siendo un amor de persona y sé que con el tiempo podremos llegar a ser buenos amigos sin que haya una barrera de incomodidad entre nosotros. Además... hay más peces en el mar, dicen.
-¿A qué te refieres?
En realidad me hago una idea, pero quiero que ella me lo diga.
-A que creo que me gusta alguien más.
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Conociendo(nos)
Teen FictionSegunda parte de →Mi novio es un hombre lobo← Nuevo comienzo; nuevas aventuras, experiencias, personajes