Alex
Lágrimas comienzan a rodar incontrolablemente por mis mejillas. No sé por qué está pasando esto y me odio a mí mismo por ello. Odio mostrar mis debilidades, y más aún que sientan pena por mí, y por lo que puedo apreciar en su rostro, siente muchísima. Su enfado se ha disipado y me observa confusa y preocupada, como si no supiera cómo actuar. Yo continúo llorando desconsoladamente como el maldito débil y miserable que soy, y me tapo con los brazos para ocultarlo lo máximo posible.
-Alex... ¿Qué te ocurre? -me pregunta en un tono frágil y dudoso-.
Me siento incapaz de contestar, porque ni yo mismo lo sé, y bastante tengo ya con intentar parar y taparme para que no me vea. Esta situación ya roza los límites de lo vergonzoso.
De repente, se acerca a mí y con cuidado, como si estuviera hecho de porcelana, trata de quitarme las manos de la cara. Lo cual me parece tierno y a la vez molesta en demasía, pues me hace ver triplemente débil.
Se traslada al mismo asiento que yo y se sienta encima mía, mirando hacia mí. Me seca las lágrimas con los pulgares, me besa y me abraza. Gesto que me extraña, puesto que estaba convencido de que le causaría rechazo al verme comportarme así, de esta manera tan patética.
Tras aquel largo abrazo, insiste en que nos miremos fijamente, a lo cual me resisto, puesto que no quiero que me vea así, con los ojos completamente llorosos. He perdido mi identidad en estos momentos y no quiero que nadie lo vea, ni siquiera ella.
Por otro lado he reconocer que me pone bastante caliente que esté encima mía sentada de esta manera. La besaría apasionadamente hasta dejarla sin aliento. La quitaría la camiseta y la haría de todo...
-Alex, no te avergüences de ser humano. Lo preocupante habría sido no verte llorar nunca. -me dice, interrumpiendo así mis indecentes pensamientos.
-Pero es que no mereces a un patán como yo. -digo súbitamente, tan bajito que temo que no lo haya oído y lo tenga que repetir.
Me mira desconcertada, y antes de que pronuncie palabra alguna, la aparto suavemente de mí y salgo del coche. Tras encontrarme fuera, siento la imperante necesidad de correr, correr con todas mis fuerzas, huír de esta humillación, esconderme y pensar, pensar muchísimo.
Dejo mi instinto fluir y corro como hacía tiempo no corría. Oigo sus pisadas a lo lejos, intentando alcanzarme, oigo cómo me llama con todas sus fuerzas, pero finalmente acabo alejandome tanto que ni yo mismo sé dónde me encuentro. Parece ser un lugar recóndito de la ciudad; oscuro y silencioso.
Subo hasta la azotea de un edificio y me dedico a observar la ciudad desde lo alto. Trato de pensar si realmente soy suficiente para Aurora, si realmente valgo para tener una relación estable. Trato de pensar si ella es realmente para mí; la amo, pero eso no siempre es suficiente. Ella y lo que me hace sentir, me debilita enormemente. Quizá definitivamente no esté hecho para tener pareja y casarme. Sólo líos con desconocidas, beber y liarla con mis amigos, como hasta ahora. No me imagino teniendo una vida normal y tranquila, eso definitivamente no es lo mío.
Tras varias horas rallandome la mente, comienzo a sentir un horrible dolor de cabeza, acompañado de una fiebre que comienza a subir por momentos. Aumenta mi respiración y mi nivel de ansiedad, hasta tal punto de que me quito la camiseta de un tirón. Me tiro al suelo a observar las pocas estrellas que se pueden ver en un cielo envuelto en contaminación, cielo el cual poco a poco se va tornando de un color más claro. Casi sin darme cuenta, he pasado la noche entera en una azotea pensando qué hacer con mi vida y con la chica a la que amo desde hace más tiempo del que me gustaría admitir.
Me comienzo a sentir agotado, tanto física como emocionalmente. La fiebre y el dolor de cabeza siguen aumentando, y empiezo a escuchar unos pasos aproximándose a la azotea; es ella.
Al principio dudo si son alucinaciones mías por la fiebre, pero cuando se acerca a mí, me acaricia el abdomen y seguidamente me abraza, confirmo que definitivamente es real. Justo cuando se produce el abrazo, comienzan a cegarnos los primeros rayos del sol, como si el destino se hubiera confuabulado para que este momento resultase así de perfecto y precioso. Pero por desgracia los instantes tan bellos como este, son los más efímeros.
La observo fijamente e instantáneamente detecto el extremo agotamiento que muestran sus ojos, lo cual me confirma que ha estado toda la noche buscándome. No la merezco, definitivamente no. ¿Por qué hace tanto por alguien como yo?
-¿Cómo me has encontrado? -me limito a preguntar.
-Preguntando a las pocas personas que habían. Afortunadamente al ser una ciudad, siempre hay alguien que haya visto algo.
-¿Por qué haces esto por mí?
Se derrumba ante tal pregunta y ahora es ella la que rompe a llorar.
-Porque te quiero como nunca he querido a nadie, ¿sabes?
De nuevo lágrimas amenazan con brotar de mis ojos, pero esta vez consigo contenerlas. Debo parar esto. La hago sufrir y ella no se merece eso. La quiero y por eso espero que lo que la haré sufrir ahora, no sea en vano.
-Yo no, para ser sincero. Aveces el hombre es capaz de cualquier cosa para llevarse a la cama a chicas como tú.
Derrama una pequeña lágrima de dolor y tras unos segundos en silencio, como si estuviera intentando recoger el valor suficiente para algo.
-Deja de decir sandeces. Estoy harta de tus jueguecitos mentales. Sé que sientes inseguridad, sé que estás confundido contigo mismo. Sé que por momentos sientes que no me mereces. ¡Pero basta ya! Yo siempre estoy ahí, para ayudarte y demostrarte que te quiero de verdad y que realmente nos merecemos mutuamente, porque sí, si nos amamos profundamente, con eso ya es suficiente. De eso van las relaciones formales; hoy por ti, mañana por mí. Ese ciclo constante, y lo más importante, nunca abandonar al otro.
Su respuesta me deja petrificado. Me esperaba cualquier reacción menos esa.
-Sé cuál era tu intención y qué tenías pensado hacer, pero te puedo dar a elegir -prosigue- ¿Prefieres dejarme y que suframos los dos por separado o intentar construir poco a poco, con amor y dedicación, una relación sana y estable, donde ambos aprendamos a convivir y ser mínimamente felices?
Siento que tras estas palabras cargadas de realidad y determinación, la reflexión de toda la noche no ha servido para nada. Realmente no sé qué responder, me ha pillado completamente de imprevisto. Pensé que conocía al dedillo cómo suelen reaccionar las mujeres a cada cosa, pero definitivamente me equivocaba. Aurora es una caja de sorpresas, y eso es uno de los factores que hacen que cada vez me enamore más de ella.
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Conociendo(nos)
Novela JuvenilSegunda parte de →Mi novio es un hombre lobo← Nuevo comienzo; nuevas aventuras, experiencias, personajes