27: ¿quieres saber qué se siente?

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Jane me ordena que me siente en un sillón bastante elegante que hay al lado suyo. La tensión y su enfado son palpables, y yo me pregunto qué demonios se supone que he hecho esta vez.

Observandola a ella y toda la decoración que me rodea, me siento como una especie de viajera en el tiempo. Ésta se levanta y se dirige a cerrar la puerta, había olvidado completamente que la había dejado abierta. Seguidamente se sienta y me mira fijamente:

—¿Por qué lo has hecho?

—¿El qué...?

Mi desconcierto aumenta por segundos.

—No te hagas la loca, sé que fuiste tú quien le contó todo a Pablo, ¿quién si no? ¿¡cómo te atreves!?

A la hora de formular la segunda pregunta, alzó la voz de una manera que hizo que varios escalofríos recorrieran mi cuerpo.

—¿C-cómo lo sabes? —pregunto algo nerviosa, ya que me esperaba cualquier cosa menos esto.

—¿Quizá porque de la nada comenzó a alejarse de mí como si tuviera la peste? literalmente no me ha dicho nada, pero una mirada dice más que mil palabras ¿quién eres tú para meterte entre nosotros?

—Mira quién fue a hablar, la que se pasaba la vida persiguendome a todos lados, incluso secuestrandome, solo porque el chico que pasa de ti desde hace siglos me dio un beso de dos segundos contados—respondo a la defensiva.

En cuestión de segundos me tira con violencia al suelo, sus ojos se han tornado completamente rojos y me sujeta el cuello con fuerza. Deja lucir sus colmillos y temo que vaya a hacer una locura, parece estar fuera de sí en estos momentos.

—¿Eres consciente de que en cualquier momento puedo arruinarte la existencia con solo clavarte estos colmillos? Esto sí que es como en las películas, ¿quieres convertirte en lo que soy yo? así entenderás lo maravilloso que es vivir siglos y siglos, viendo cómo todo va cambiando, como vas conociendo gente nueva y los vas viendo enfermar, envejecer y morir uno por uno. Verás lo maravilloso que es contenerse cada vez que alguien se hace una pequeña herida, ¡si supieras lo realmente difícil que es contener las malditas ganas de probar esa sangre! ¿Te crees que soy malvada? puede que en algunos aspectos sí lo parezca, pero eso es porque no sabes cuánto he tenido que aguantar. Una vida hasta los ochenta, noventa, cien años... puede ser bastante dura e intensa. Ahora... imaginate por un jodido segundo cómo debe ser vivir cuatrocientos, quinientos, seiscientos años, y saber que vivirás eternamente, hasta que este maldito planeta muera, ya te lo digo yo, ¡es un jodido infierno!

Siento verdadero terror en estos momentos, sus ojos rojizos muestran demasiada experiencia, nostalgia, sufrimiento, incluso desesperación. Mi corazón late cada vez más rápido, y siento que se me va a salir del pecho cuando veo cómo se aproxima a mi cuello. Quiero intentar escapar aunque sé que es imposible, pero no puedo porque me siento completamente paralizada. Solo puedo cerrar los ojos y rezar para que no ocurra lo que está a punto de ocurrir.

Puedo sentir su proximidad, pero justo una llamada de mi teléfono interrumpe aquella agobiante situación.

Ella me quita rápidamente el móvil del bolsillo y su cara es todo un poema al ver el nombre que hay en la pantalla. Yo no puedo verlo, pero me puedo hacer una idea de quién es, ¿por qué justo ahora? realmente agradezco su llamada, me ha librado de convertirme en un ser inmortal, pero a la vez... ¿por qué tenía que ser justo él y no otra persona?

Para mi sorpresa, ella se sienta de nuevo en el siento del piano y responde a la llamada.

—Hola, ¿cómo estás?, te he echado de menos. —dice Jane con un tono de voz algo escalofriante.

Debido a que ella tiene el teléfono, solo puedo escuchar lo que ella dice, pero imagino que Pablo ha de estar bastante sorprendido al ver que ha respondido ella, además de confuso y alarmado.

—Sí, me encuentro con tu querida Aurora, estamos tomando un poco de té y charlando sobre la vida, además estaba apunto de convertirla en vampiro cuando justo has llamado, ¿te apuntas?

—¿Que vienes corriendo para aquí? ¡Perfecto! voy preparando una taza más, ¡aquí te esperamos! 

Acto seguido cuelga. Por una parte me siento tranquila al saber que viene para aquí, aunque hay algo que no me cuadra, ¿el ya sabía que ella vive aquí? ¿tan amigos llegaron a ser? quizá hasta la ayudó con la mudanza, y yo mientras en el mismo edificio sin darme cuenta de nada...

Esta vez por acto reflejo trato de salir de ahí, pero como es de esperar de una vampiro, me alcanza enseguida.

—¿a dónde te crees que vas? es de mala educación irte cuando se supone que ahora también se va a unir Pablo.

La miro fijamente, siendo consciente de que ya solo me queda una forma de librarme.

—¿Le quieres de verdad?

Ésta se queda altamente sorprendida tras escuchar la pregunta, su expresión cambia drásticamente por una más triste y relajada.

—Sí, y se ve que ya lo sabías, por eso has querido arruinarlo todo, para vengarte, ¿no?

—¡Por supuesto que no lo sabía! eso lo acabo de deducir ahora. Realmente pensaba que querías hacerle daño de alguna manera, por eso, como amigo mío que es, tuve el deber de prevenirlo. Además, pensé que seguías loca por Eduardo, de hecho, por un momento llegué a pensar que volviste por si él estaba por aquí o por si yo sabía algo de él.

—Y de hecho, ese era mi plan inicial —admite con un tono mucho más calmado, lo cual en cierto modo me tranquiliza a mí también.— al principio estuve un par de semanas siguendote, y al ver que efectivamente él no estaba aquí y ni os veiais, decidí acercarme a ti mediante tu grupo de amigos. Lo que no me esperaba es que me acabara gustando Pablo. Cuando lo rechazaste, aunque él no me lo dijo expresamente, era más que obvio, e inevitablemente comencé a acercarme a él ya que en cierto modo me sentía identificada. Cada vez hablábamos más y descubrí que somos demasiado parecidos; es tan caballeroso, amable, inteligente... sabe tanto sobre mi país de origen, su cultura y su historia, sabe tocar varios instrumentos y asegura que ama la música de mi época, aunque para cuando me lo dijo no sabia que realmente yo soy de esa época... Además física y personalmente se asemeja a un chico que me gustaba de joven, unos años después de que Eduardo me abandonara y ambos ya fueramos vampiros. Con él paseaba casi todas las tardes por el amplio jardín de su casona, sabía de mi secreto y estaba dispuesto a que yo le convirtiera en inmortal para que permanecieramos juntos siempre... Tristemente aquello nunca llegó a pasar, falleció de una grave gripe, que para aquel entonces era difícil de curar, y ahí fue cuando volví a buscar a Edu, cuyo recuerdo vino a mí tras aquel triste suceso. Yo me sentía sola, todos a mi alrededor morían y necesitaba a alguien que me comprendiera de verdad, que también estuviera pasando por lo mismo que yo, y ese solo podía ser Eduardo.

Pausa su confesión por unos segundos, como si demasiados recuerdos inundaran su mente de repente, tantos que necesitara parar por unos instantes para procesarlo.

—Y volviendo al tema de Lucien, que es como se llamaba aquel chico, la verdad es que tanto él como Pablo se parecen hasta en la voz y los gestos, como si Lucien hubiera vuelto al presente para darme una segunda oportunidad.

Entre que es demasiada información la que acabo de escuchar y que parece que de nuevo se le está yendo la olla, no sé realmente cómo actuar. Para mi fortuna comienzo a oír cómo llaman a golpes a la puerta.

Conociendo(nos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora